francisco santos. neumólogo del servicio de trasplantes del reina sofía

"Hemos intentado que los recortes no se noten a base de buena voluntad"

  • Asegura que si no existiera el tabaco desaparecería el cáncer de vejiga, de boca o de esófago

  • Apuesta por la investigación y apunta al relevo generacional como uno de los grandes retos

Francisco Santos se incorporó hace dos décadas al Servicio de Neumología del Hospital Reina Sofía, donde trabaja en el área de trasplantes, que esta semana ha ofrecido sus datos relativos a los meses entre enero y julio y donde se arroja que el número de intervenciones de este tipo han vuelto a aumentar. Durante los siete primeros meses del año, el hospital ha realizado hasta 140 intervenciones, un 23% más que hace un año.

-Se habla mucho del trasplante, pero imagino que ese es último paso de una enfermedad, ¿no es mucho más importante la prevención?

-Por supuesto. Mi servicio realiza actividades en todas las áreas, tanto la terapéutica como la preventiva. De hecho, los informes de alta de nuestros pacientes llevan recomendaciones preventivas por parte del médico y de Enfermería. Nosotros nos dedicamos al trasplante porque no hay otra salida, pero nos gustaría que nadie llegara a ese punto. Ahora tenemos una lista de espera de más de 50 personas y nos gustaría que se viera reducida, lo que sería una buena señal de salud de la población. Pero desgraciadamente no es así. Nuestro principal caballo de batalla es el tabaco, a pesar de que no hay mayor medida coercitiva que lo que informan las propias cajetillas y, sin embargo, el fumador sigue fumando. Creo que piensan que eso le va a ocurrir a los demás y nunca a ellos, ahí está el problema.

-¿Somos realmente conscientes de los efectos del tabaco?

-Creo que no. Mire, si desapareciera el tabaco desaparecerían los tumores de laringe, boca, garganta, esófago... Es cierto que en el de pulmón influyen otros factores, como la polución atmosférica, los coches, hay otros componentes que están relacionados con la aparición de cánceres de pulmón. De hecho estamos recibiendo casos de personas mayores que nunca han fumado, ni han sido fumadores pasivos y, sin embargo, han desarrollado la enfermedad. Pero el resto de tumores se reducirían muchísimo o prácticamente no existirían. Lo que es increíble es que de alguna manera no se penalice la producción, distribución y venta de tabaco. Creo que una medida es subir los impuestos del tabaco, pero lo más importante es ir contra las tabaqueras. Lo mismo que algunos productores han ido cambiando a otros tipos de cultivo, como en Extremadura, también se debería enfocar las miradas hacia las tabaqueras.

-¿Se hace lo suficiente en la prevención de este hábito?

-Siempre creo que se puede hacer algo más. La ley antitabaco que se aprobó hace unos años y que impedía fumar en lugares públicos fue un gran paso y creo que ha hecho mucho bien, pero aún falta concienciación por parte de la población. Por ejemplo, el Hospital Reina Sofía está sembrado de letreros que ponen prohibido fumar. Sin embargo, la gente se sale a fumar y hasta los propios pacientes, con el suero enchufado, se salen a fumar. Esto es muy grave y aunque los profesionales hagamos el intento de explicarles las cosa, no se puede frenar. De hecho, hemos tenido casos en los que intentamos prevenir a los pacientes y encima se lo toman a mal. La información de que no se debe fumar está muy clara, ni en un centro sanitario ni en un colegio, a menos de 100 metros del edificio. Eso tan sencillo no se cumple. Los propios profesionales también tenemos mucho que ver. Yo dejé de fumar hace mucho tiempo porque me parecía que debía ser coherente y que un neumólogo no podía fumar. Nosotros tenemos un trabajo pendiente de publicar que estudia la presencia del tabaco entre la población médica en los últimos 20 años y en el que se demuestra que los médicos fumadores han descendido muchísimo. Si hace 20 años más del 60% de los facultativos fumaba, ahora no llega al 20%, aunque con más presencia de mujeres. Como la población femenina se ha incorporado tarde al tabaquismo, ahora les cuesta más.

-Lleva dos décadas en el Servicio de Neumología, ¿han evolucionado las enfermedades al igual que lo ha hecho la sociedad?

-Muchísimo. Aparecen nuevas enfermedades, unas ligadas a la falta de prevención, otras a los nuevos hábitos de vida y también a la mayor presencia de elementos nocivos. Estamos viendo, por ejemplo, que las enfermedades ocupacionales, las que se derivan del desempeño de un trabajo, no sólo no disminuyen, sino que se incrementan. Si en algún momento ha habido una reducción ha sido por el freno del desarrollo industrial debido a la crisis que hemos pasado. Yo entiendo que para alguien que se dedica a pulir mármol sea complicado ponerse una mascarilla en agosto, pero tiene que hacerlo. También hay otro problema que está afectando mucho y es la polución atmosférica, sobre todo de los vehículos y de las calefacciones, que provoca importantes enfermedades respiratorias. En Córdoba afortunadamente no tenemos un nivel excesivo de contaminación, sólo de manera puntual cuando se produce esta inversión térmica que evita que se mueva el viento. Sí tenemos problemas relacionados con los pólenes. Las personas reaccionan de forma exagerada a determinadas sustancias, ahora son más alérgicas. Antes se decía que una alergia respiratoria que debuta a partir de los 60 año era otra cosa, pero ahora sí que se pueden detectar alergias a partir de esa edad. Esto sucede porque el sistema inmunológico nos ha cambiado y responde más agresivamente. Todo este tipo de enfermedades, como el asma, estas autoagresiones del propio organismo, lejos de disminuir aumentan. Además aumentarán más en proporción de la influencia del tabaco. Desde luego a los neumólogos no se nos va a acabar el trabajo, desgraciadamente. A mí me gustaría que se nos acabara la parte diagnóstica y curativa y nos dedicáramos a la prevención nada más. Eso sería una estupendísima noticia, pero no la veo en el horizonte cercano.

-Precisamente este año la incidencia de las alergias y el asma ha sido muy intensa. ¿Irá a más?

-El asma es cada vez más frecuente porque lo es la exposición al agente que provoca la alergia y esto deriva en unas crisis cada vez más intensas. El sistema está presto a atacar, a defenderse de esa agresión de las sustancias de manera muy virulenta, que es precisamente lo que provoca esas crisis alérgicas tan graves. Lo que pasa es que tenemos medicación para controlarla. Para los neumólogos hoy no es una preocupación demasiado grave, a pesar de que sí tenemos una consulta específica para casos en los que la medicación no es suficiente. La exposición crónica, por ejemplo, al polen te hace cada vez más alérgico y eso en Córdoba es lo habitual.

-Además del tabaco, ¿qué otras medidas preventivas se pueden adoptar para evitar enfermedades respiratorias?

-Muchas veces, en función del trabajo de cada uno, debe poner las medidas que están en su mano. Por ejemplo: no fumar en el puesto de trabajo. Un mal de nuestro tiempo, que todavía no está definido y no se sabe muy bien lo que es -lo llamamos bronquitis, catarro- está provocado por esos cambios térmicos tan tremendos que tenemos ahora. En la actualidad todos los edificios están acondicionados y en algunos hasta hace frío. Sin embargo, si sales a la calle hace calor. Son cambios bruscos de diez grados, lo que provoca una irritación de la mucosa respiratoria que lleva a una bronquitis. Cada vez se verá más gente que sufre peores consecuencias en el verano que en el invierno. Esto va unido a los hábitos de vida, antes no había aires acondicionados.

-Otro ejemplo de cómo la evolución de la sociedad ha influido en la salud...

-Claro. Mire, cuando yo era estudiante de Medicina en cuanto había esputos con sangre, la primera sospecha era una tuberculosis casi siempre, una enfermedad además muy ligada a la hambruna. Hoy en día es la causa más remota, la más normal es que sea una bronquitis o cáncer de pulmón. Ha cambiado el paradigma. Las enfermedades van cambiando conforme van cambiando los hábitos de vida y la sociedad.

-El Servicio de Neumología también es conocido por el trabajo de la Unidad del Sueño.

-Efectivamente. Nosotros realizamos más de 2.400 estudios en el año y siempre tenemos una demanda progresiva, de meses incluso de lista de espera. Estamos desarrollando mucha investigación que demuestra que enfermos con problemas renales crónicos, tumores y otras enfermedades están relacionadas con la apnea del sueño. Antes, el perfil estaba muy marcado. Normalmente era un hombre con sobrepeso, roncador, y que se quedaba dormido en el autobús y se le pasaba la parada. Ahora son casos mucho más sutiles y estamos descubriendo que hay muchos síntomas o enfermedades interrelacionadas.

-La investigación es primordial para el avance de la sanidad, ¿no?

-Muy importante. Pero a mí me interesa la investigación que tenga una repercusión en salud. Evidentemente debe haber investigación básica, pero la clínica, la que al final llega al enfermo, provoca un claro beneficio y directo en salud que es muy importante. Todos los neumólogos participamos en dos grupos de investigación, uno de neumología y otro de trasplante pulmonar. Estamos relacionados con el Imibic [Instituto Maimónides de Investigación Biomédica], que son los que controlan las líneas de investigación. En mi servicio se investiga mucho y se trata de un trabajo para el que hay que estar muy motivado, porque dedicamos nuestro tiempo libre o nos sobrecargamos de trabajo para eso. Pero nuestra función también es de labor investigadora, clínica y docente.

-¿Cómo han afectado los recortes?

-Hemos intentado que no ocurra, pero evidentemente sí se nota. Incluso para la detección de pacientes que vienen a ensayos clínicos, antes estaban más dispuestos. Los laboratorios que patrocinaban investigación también han recortado sus propuestas. Ha bajado todo en general, en sanidad, educación, en la empresa privada y en todos los aspectos de la vida. La crisis se ha llevado para adelante muchísimos pequeños comercios y aquí también se ha visto reflejada. Pero a base de buena voluntad y mucho trabajo hemos hecho que se note lo menos posible, siendo conscientes de que no puedes aflojar en tu salud. Se puede decir que hemos sorteado los recortes a base de la buena voluntad de los médicos, pero evidentemente algo se nota.

-¿Qué retos tiene la Unidad de Neumología?

-El más importante es la renovación. Neumología es un servicio que se creó hace 30 años y, claro, nos incorporamos muchos que estamos ahora en una horquilla que en tres o cuatro años nos jubilamos, lo que conlleva un cambio generacional importante. Eso es un reto que el hospital debe acometer, porque se le va a venir encima. No sólo el servicio de Neumología, sino en la mayoría. También tenemos que adaptarnos a la necesidad de los nuevos tiempos. El perfil del paciente cambia, las personas viven más, las enfermedades son múltiples y crónicas. Tenemos que ofrecerle a la gente algo más que la hospitalización como la salida a sus enfermedades, coordinarnos mucho más con otros niveles del sistema sanitario, como la atención primaria. Esto también está cambiando, que no haya ese hachazo entre el hospital y la atención primaria. Todos, los médicos y también nuestros gestores, debemos asumir eso.

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