Durante las últimas semanas el consumidor ha podido percatarse de una considerable subida en el precio de verduras y hortalizas, que ha afectado especialmente a la berenjena y el calabacín. Este incremento en el precio de la cesta de la compra lo condiciona, principalmente, la ola de frío que ha azotado este invierno al continente europeo. Como consecuencia, España se ha convertido durante las últimas semanas en el único proveedor de estos productos a nivel europeo, con una exportación del 75% de la producción. Además, el temporal de frío y viento también ha perjudicado a las zonas de producción agrícola de la península, entre ellas Murcia y el Levante, por lo que el peso de las exportaciones recae ahora en Almería, principal proveedor de los mercados.

Esta situación da pie a que varios de estos productos experimenten una subida del 200%, lo que se ha reflejado en el precio final de venta. En este sentido, y según datos del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, la berenjena ha subido en origen respecto a la primera semana del año un 131,96%, el calabacín un 60,12%, el tomate un 45,94% y la alcachofa un 44,4%. Sin embargo, el proceso que discurre entre la producción y la venta al consumidor está integrado por varios agentes, todos ellos afectados. El secretario general de Asaja Córdoba, Rafael Navas, atribuye la subida al temporal al afirmar que "los más afectados son los productores y los consumidores".

El responsable de frutas y hortalizas de COAG en Córdoba, Andrés Góngora, estima en un 30% la bajada de la producción de hortalizas de invernadero en Almería. Según comenta, "son las grandes cadenas de supermercados las que marcan las tendencias de los precios y sospecho que se han puesto de acuerdo para una bajada de los mismos, aunque la producción no se haya recuperado". Góngora también comenta que "actualmente un producto comprado a 40 céntimos se vende en el mercado a cuatro euros".

A través de una carta remitida el pasado 14 de febrero a la ministra Isabel García Tejerina COAG denunció que el "desplome de los precios durante las dos últimas semanas no se corresponde con la situación real de oferta y demanda y además no se está repercutiendo a los precios pagados por el consumidor", solicitando que se lleve a cabo una investigación por parte de la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA).

Por su parte, Roque García Simón, secretario de Acción Sindical, Desarrollo Agrario y Aguas de la organización agraria UPA, relaciona el alza de los precios a las acciones especulativas de los agentes intermediarios que trabajan para las grandes cadenas de supermercados europeos. Para García Simón, los productores son los grandes afectados debido a que los costes de producción son más altos que las cotizaciones que reciben. Y añade: "El mercado nos está asfixiando".

Según datos aportados por la gerencia de Mercacórdoba relativos a la comercialización de entrada de género en el mercado mayorista de frutas y hortalizas se ha producido una disminución importante de entrada de género, sobre todo de hortalizas, por razones climatológicas. Afirman que "este año la incidencia en el retroceso ha sido superior, debido a las bajas temperaturas y tormentas en la zona de Almería y Murcia, proveedores de nuestros mayoristas". Mercacórdoba también refleja que, "como dato significativo, la entrada de berenjenas ha sido un 22% inferior en el periodo del mes de enero de 2017 con referencia al mismo mes de 2016".

Al final de la cadena, y junto a los consumidores, se sitúan los pequeños comerciantes, quienes deben adaptarse a las continuas evoluciones del mercado, marcadas por unas pautas que escapan a su control. Para Antonio Rojas, propietario de Frutas y Verduras Rojas en la avenida Medina Azahara, la subida de los precios está ligada directamente con el temporal de frío y heladas que ha azotado Europa. Sostiene que "la consecuencia más inmediata fue el incremento en un 300% de un día para otro del precio del calabacín y de la berenjena". "Cuanto más caro es el producto, menos margen de beneficio tenemos los comerciantes", agrega.

A pesar de que los precios han ido bajando a medida que han pasado los días, lo cierto es que su estabilización depende directamente del temporal y del nivel de las exportaciones, tal y como comenta Rojas, quien asegura que su gremio está desprotegido frente a las grandes empresas del sector de la alimentación, las cuales "compran al por mayor, beneficiándose de la subida de los precios, y tienen tal poder que a veces incluso marcan el precio de compra". Los medianos y pequeños empresarios del sector de la alimentación en Córdoba se enfrentan en este sentido a un problema de competitividad, ya que "el porcentaje de grandes superficies respecto al número de habitantes es muy elevado", según nos comentan algunos de ellos.

Rojas mantiene que "somos la despensa de Europa", pero al mismo tiempo muestra su preocupación por el incremento de exportaciones de otros países, como por ejemplo Marruecos.

Pilar Peña posee un puesto de frutas y verduras en el Mercado de la Corredera. Comenta que la evolución al alza de los precios de las últimas semanas ha repercutido muy negativamente en su negocio, ya que durante ese periodo ha podido constatar una bajada del consumo de los productos afectados superior al 50%. Otra parte del género, como es el caso de la fruta, se ha mantenido estable en el mercado sin sufrir apenas variaciones. Pilar denuncia la precaria situación del pequeño comercio ante este tipo de situaciones, y afirma que "los más afectados somos nosotros, los que vendemos de cara al público, y no los productores". También señala que ellos compran al peso, y que en muchas ocasiones "productos como las cebollas y los nabos vienen con hoja y en cajas con el fondo de madera, lo que incrementa el precio de cara al consumidor". Por último, comenta que "Mercacórdoba ostenta el monopolio de distribución en la capital", lo cual reduce su margen de maniobra a la hora de adquirir el género.

El comportamiento de los mercados queda claro que se ve influido por muchos agentes externos. Pero lo también evidente es que lo paga el bolsillo del consumidor que es el último eslabón de toda la cadena de producción y comercialización.