religión

Una fidelidad mariana que nació en el XVI

  • Córdoba vuelve a vivir una jornada -en esta ocasión calurosa- en la que las procesiones de la vírgenes del Carmen de San Cayetano y de Puerta Nueva están marcadas por una gran devoción

La Virgen del Carmen en Córdoba

Cuenta la historia -que es muchísimo más que la tradición- que el origen de la devoción a la Virgen del Carmen en Córdoba se remonta al siglo XVI. En el año 1586 llegaron a la ciudad los carmelitas descalzos, precisamente de la mano del mismísimo San Juan de la Cruz, quien también trajo a las carmelitas descalzas, a Santa Ana, tres años después, en 1589. La misma historia detalla que establecidos los religiosos primero en la ermita de San Roque, junto a la Catedral, pasaron luego, en 1613, como a un nuevo Monte Carmelo cordobés, a establecerse en su actual convento junto a la Puerta del Colodro. Ello trajo consigo que desde los inicios la devoción a la Virgen del Carmen de San Cayetano fuera creciendo en el vecindario hasta convertirse en advocación esencial de los cordobeses, como creció la que Córdoba siente por otra imagen carmelita, la de Puerta Nueva. La historia insiste en que los carmelitas calzados se establecen en Córdoba a principios del siglo XVI, en 1510 o 1542 (según autores), estableciendo casa en una zona próxima al Hospital de San Lázaro; y que por razones de salubridad, a mitad de siglo se trasladan al Campo de San Antón, cerca de que más tarde se llamaría Puerta Nueva. Allí estaba la Virgen de la Cabeza, que en primer momento emplearon como iglesia.

A lo largo de siglos, muchísimos han sido los que fieles que han manifestado admiración, cariño y respeto por la Virgen del Carmen de San Cayetano como por la Virgen del Carmen de Puerta Nueva a través de novenas y cultos, de la vinculación mediante el llamado Santo Escapulario y acompañándolas en procesión, como ocurre cada día del Carmen, cada 16 de julio. Una admiración, cariño y respeto que no consiguen mermar ni las altas temperaturas que ha dejado en el ambiente una jornada más de la ola de calor. Son centenares los fieles que esperan de corazón esas cita anuales en San Cayetano y Puerta Nueva, unas citas que cada edición son diferente y no por ejemplo, porque como ocurrió ayer, coincidiendo con el centenario del nacimiento de Manuel Rodríguez Manolete, la Archicofradía del Carmen de San Cayetano le rindiera un singular homenaje al inmortal diestro, que también, sino porque muchas de las personas que acuden a esas citas lo hace con unas inquietudes y esperanzas a veces muy semejantes, a veces muy distintas, poniendo su confianza en la Virgen del Carmen, muchas veces buscando con la mayor fe posible que alivie sus problemas cotidianos.

Sentimientos humanos aparte, ayer quien acompañó a la Señora de San Cayetano vivió una de las notas que ha dejado para la posteridad la procesión de 2017, fue testigo de cómo al llegar a la plaza de Conde de Priego y pasar ante el monumento dedicado al IV califa del toreo, la Sociedad Filarmónica del Carmen de Salteras (Sevilla) interpretó el inmortal pasodoble Manolete, todo un homenaje aun IV califa del toreo del que también cuenta la historia que fue hermano de la Archicofradía de San Cayetano y tuvo impuesto el escapulario de la Virgen del Carmen.

Ambas procesiones de gloria partieron a la misma hora -las 21:00- para recorrer las calles de sus respectivos barrios como acto central de los cultos dentro de sus respectivas fiestas litúrgicas, ofrecidos por sus respectivas hermandades y por sus respectivas órdenes, la de los carmelitas descalzos y la de los carmelitas calzados. La procesión de Puerta Nueva alcanzó unos de sus momentos más emotivos en la plaza de la Magdalena, cuyo jardín cruzó entre la música de la banda del Cristo del Amor y ya espera el próximo día 20 el habitual paso de niños por su manto.

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