Córdoba

Las claves del crimen de Rute

  • El jurado popular emitirá su veredicto en las próximas horas sobre la muerte de Carmen Romero, un suceso por el que el Ministerio Fiscal pide 35 años de cárcel

"Estoy muy arrepentido. No sé cómo me pasó eso. Le pido perdón a ella, a su familia y a la mía". Estas fueron las palabras de arrepentimiento que Manuel G. R., conocido como El Indio, expresó el lunes desde el banquillo de los acusados. El procesado, que se enfrenta a 20 años de prisión por un presunto delito de asesinato, no pudo evitar el llanto en la última sesión de la vista oral. El jurado popular encargado de decidir sobre el futuro de Manuel G. R. y de su supuesto cómplice, que se enfrenta a 15 años de prisión, se retiró ayer a deliberar tras cinco intensas sesiones con declaraciones de numerosos testigos, forenses y guardias civiles. El tribunal deberá aclarar los puntos más ambiguos del suceso.

¿Murió la víctima a causa de los disparos?

El suceso se produjo el 12 de septiembre de 2006. Manuel G. R. acudió a las puertas del centro de la Junta de Andalucía en el que la joven residía y allí la esperó. Habló con ella, discutieron y le disparó por la espalda. El primer impacto le fracturó cuatro vértebras y la derribó. Una vez en el suelo, un segundo balazo le destrozó la pelvis. La chica, que quedó tetrapléjica, falleció en agosto de 2009. La cuestión central del pleito es si la joven, que en el momento del suceso contaba sólo 16 años, murió como consecuencia directa de los disparos. Mientras que la Fiscalía y las acusaciones particulares no ponen en duda la relación de causalidad, el letrado defensor de Manuel G. R. cuestiona esta correlación y ha puesto en duda en algunas ocasiones los cuidados de la chica recibió durante el tiempo en que estuvo convaleciente.

La situación se complica debido a que el cadáver no fue sometido a una autopsia como es habitual cuando se trata de una muerte violenta. Los forenses del Instituto de Medicina Legal, sin embargo, no dudaron de que los balazos fueron la causa indiscutible del deceso, que se produjo por un shock séptico. Esto eso, la infección que le provocaron las balas se diseminó y le causó una disfunción multiorgánica. 

¿Actuó como cómplice el amigo del agresor?

El segundo punto más discutido del procedimiento es si Manuel G. R., el amigo del agresor, actuó como cooperador. Su abogado defensor negó el lunes esta tesis e insistió en que el joven no era consciente de lo que iba a ocurrir; el fiscal, en cambio, afirma todo lo contrario. La discusión radica en que la pistola de caza que utilizó el presunto asesino pertenecía a su amigo, y que El Indio fue a su casa a recogerla aquella misma tarde. Las declaraciones contradictorias de ambos procesados enredan aún más la situación: Manuel G. R. aseguró que su amigo le dio la escopeta y luego la animó a utilizarla contra la chica; el presunto cómplice, sin embargo, insiste en que el otro la cogió a escondidas, la ocultó en el coche y luego la sacó sin que él supiera nada.

¿Padecía el acusado un trastorno mental?

El abogado del presunto asesino ha insistido desde el principio en que su cliente actuó bajo un trastorno mental transitorio que le impedía saber y comprender lo que hacía, una tesis que niegan la Fiscalía y las otras acusaciones. Los expertos del Instituto de Medicina Legal declararon a favor de estos últimos. Según los forenses, no encontraron "ninguna patología" en el sujeto, una persona "absolutamente normal", sin "ningún trastorno o anomalía psicopatológica ni ningún déficit intelectivo". 

Su amigo, sin embargo, sí padece un retraso mental leve. La forense lo describió como una persona "influenciable y sugestionable", con dificultades para hacer amigos y con problemas para "adelantarse a las consecuencias". Tampoco es capaz de "tramar un relato exculpatorio".

¿Tiró directamente al cuerpo de la víctima?

Durante su declaración el martes de la semana pasada, Manuel G. R. aseguró que sólo quería asustar a su exnovia y que nunca pensó en hacerle daño. Según su versión, no apuntó el cañón del arma hacia la chica, aunque los dos disparos certeros que la joven recibió hacen dudar de su versión. 

Los expertos en balística de la Guardia Civil explicaron que descargó los tres disparos de la escopeta, mientras que los testigos presenciales describieron que el presunto asesino actuó a sangre fría. Relataron que, tras discutir por un móvil que al parecer él le había regalado, sacó el arma y apretó el gatillo cuando le dio la espalda.

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