comercio El elevado alquiler obliga al dueño a cerrar

Rusi se quita el sombrero

  • La calle Gondomar despide a uno de los establecimientos con más solera de la capital · La popular sombrerería echa el cierre después de 107 años de historia

"Rusi da las gracias a sus clientes y amigos". Éste es el mensaje que desde ayer luce en el escaparate de la sombrerería de la calle Gondomar. El establecimiento, uno de los pocos que aún quedan en la capital con más de un siglo de vida e historia, echó el cierre de manera definitiva. Tras las puertas de esta coqueta tienda, aún se conserva ese olor a antiguo, al pasar de los años y de la experiencia. Abierta en 1904, Rusi se convirtió en un referente en el mundo de los sombreros y llegó a traspasar fronteras.

Por el establecimiento de la calle Gondomar llegaron encargados de artistas, toreros, políticos y actores. El último propietario de Rusi es Rafael Fernández, nieto del fundador de la tienda. Los últimos 55 años de su vida -tiene 75- los ha pasado detrás del mostrador y ayer pasó sus últimas horas como desde el primer día que llegó a la tienda. A sus 20 años y recién terminada la carrera de Comercio en Cádiz, Fernández cogió las riendas de Rusi, junto a su cuñada Carmen Ferrer, quien reconoció que la jornada de ayer fue "de mucho estrés porque ha entrado mucha gente a despedirse". A Carmen se le agolparon mil y un recuerdos en la última jornada de trabajo. "El primer día llegué asustada porque no sabía nada de sombreros, pero había un dependiente que se llamaba Enrique y que era muy tranquilo, me enseñó mucho", relató.

A Rafael Fernández también se le agolparon mil y un recuerdos y y destacó que hasta que se ocupó de la tienda "venía a ratos y me dedicaba a poner el sello de Rusi en los papeles de seda, con los que se envolvían los sombreros".

Ante su último día de trabajo, Fernández sólo tenía palabras para agradecer la presencia de sus clientes. "Estoy alucinado porque la gente nos quiere mucho y me han devuelto más de lo que yo he dado", aseguró, mientras despedía a una de esas clientas de toda la vida, que fue a recoger las clásicas y estilosas cajas de sombreros de la tienda, que ahora pasarán a formar parte del recuerdo de muchos cordobeses.

Todo en Rusi seguirá igual hasta el miércoles. Dentro de tres días, todo desaparecerá, ya que será cuando los muebles de la tienda desaparezcan. Ese será el cierre definitivo y el inicio de la nueva vida de Rafael. Su preocupación es en qué va a ocupar su tiempo a partir de ahora, después de más de medio siglo dedicado al negocio de los sombreros. Su rutina diaria en todo este tiempo ha sido la misma. "Todos los días me levanto muy temprano y a las 07:45 ya estoy en la calle", relató. Tras desayunar con su grupo de amigos y compañeros de toda la vida y hacer gestiones en el banco, Rafael regresaba a eso de las 09:30 para abrir las puertas de su sombrerería. A partir del jueves, no sabe realmente qué va a pasar. En mente, tiene la idea de crear un museo con los recuerdos de la tienda, tales como las primeras plantillas para sombreros de sus clientes, entre ellas la del torero Rafael González Machaquito o el cantaor Antonio Molina.

Rusi cierra sus puertas por el elevado alquiler que piden los propietarios del inmueble. En su lugar abrirá una franquicia italiana dedicada a los cosméticos.

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