Córdoba

El Reina Sofía atiende 50 nuevos casos de trastornos alimenticios cada año

  • La mayoría de las pacientes que llegan a la Unidad de Salud Mental Infantil son chicas con anorexia con una edad de entre 14 y 17 años

La Unidad de Salud Mental Infanto Juvenil (Usmij) del Hospital Reina Sofía, ubicada en Los Morales, trata al año a alrededor de medio centenar de nuevos casos de trastornos de la conducta alimentaria, principalmente a pacientes con anorexia. Los profesionales que la integran llevan recogiendo datos desde los años 90, aunque el servicio se puso en marcha en 2008. Al principio -cuando se desarrollaron grandes campañas institucionales de prevención de los trastornos de la conducta alimentaria-, "tuvimos menos casos", explica Teresa Guijarro, una de las psiquiatras de la unidad. Desde el año 2012 hasta la actualidad la demanda ha sido similar, registrando unos 50 nuevos casos anuales. A esto hay que sumar las asistencias sucesivas: todo el año hay un grupo funcionando integrado por una decena de pacientes que acuden de forma semanal a Los Morales; más las consultas individuales. Con una evolución favorable, la media de tiempo de tratamiento es de unos dos años. Algunas chicas se curan antes, mientras que otros casos se cronifican.

La franja de edad mayoritaria de las jóvenes que atiende la Usmij se sitúa entre los 14 y los 17 años, aunque han llegado a tener a una niña de ocho años, algo "totalmente excepcional, un caso aislado", aclara Guijarro. Por otra parte, la mayor parte de las pacientes que sufren trastornos de la conducta alimentaria son niñas, tanto que los expertos aseguran que sólo en uno de cada diez casos de estas patologías el enfermo es un niño.

Sólo en uno de cada diez casos el paciente que sufre estas patologías es niño

A la Usmij del Reina Sofía llegan muchos más casos de anorexia que de bulimia, algo generalizado en los servicios que tratan trastornos alimentarios. Sin embargo, las encuestas de población general indican que la prevalencia de la bulimia es mayor. Esto se puede deber, según Guijarro, a que "la anorexia, cuando se constituye en un problema grave, es muy llamativa, muy visible", mientras que la bulimia, "hasta que no se convierte en un trastorno muy gordo, puede pasar desapercibida". También "se tiene menos conciencia de que comer de forma compulsiva y vomitar de vez en cuando sea un problema". De hecho, alguna de sus pacientes le ha asegurado que comer más de vez en cuando y vomitar después para adelgazar es algo que hacen muchas de sus amigas.

Estas enfermedades tienen un origen multifactorial, es decir, generalmente no hay una sola causa que las provoque. Por un lado, "se ha hablado mucho de la influencia que tienen los prototipos de belleza de la sociedad actual", que hace que las niñas quieran estar delgadas. Guijarro manifiesta que "eso es verdad, están inmersas en una cultura que tiene culto por la delgadez, pero no todas las niñas acaban sucumbiendo a ello", sino que "tiene que haber también una vulnerabilidad individual". Esto es, que la paciente tenga una época de su vida conflictiva: ruptura con su novio, separación de sus padres, su primera relación sexual o rechazo de los compañeros (muy frecuente). La psiquiatra de la Usmij indica que "la aceptación o no por parte del entorno en la adolescencia es fundamental y ahí el peso que tiene el cuerpo es básico, bestial", llegando a sentirse rechazadas por parte del grupo a causa de su físico.

El pronóstico de esta enfermedad depende de varios factores y es muy importante la gravedad del trastorno (grado de desnutrición e índice de masa corporal). En este sentido, un síntoma clásico es la alteración del esquema corporal: "se ven como no son, y esto es tanto más grave cuanto más desnutrida esté la niña". También pueden tener alteraciones que no le permitan comer (al llevar mucho tiempo sin hacerlo el estómago les molesta y no admite alimentos). Guijarro puntualiza que es esencial la comorbilidad que hay en el trastorno: si la paciente llega solo con una anorexia o con depresión añadida ya que "mientras más complejidad, más difícil es salir de ahí".

El apoyo que la niña tenga fuera de la consulta condiciona mucho el pronóstico, sobre todo de sus padres. Y para que los progenitores puedan dar ese apoyo tienen que vivir en un ambiente en el que no haya conflicto, sino tranquilidad, y "es fundamental comprender el trastorno, lo que le está pasando a la niña, y que ella sienta que ellos lo entienden".

Por otra parte, son muy importantes los aspectos preventivos, donde juegan un papel esencial los entornos educativos. En este sentido, la psiquiatra asegura que "ayuda mucho si padres y docentes transmiten valores morales y éticos, no sólo físicos".

La atención a este tipo de patologías en el Hospital Reina Sofía se estructura según el Proceso Asistencial Integrado de Trastornos de la Conducta Alimentaria, que consiste en la realización de un trabajo conjunto de todos los servicios que tratan la enfermedad. Por otro lado, el objetivo es que la detección sea lo más precoz posible y el tratamiento lo más eficaz. La relación entre los distintos servicios es "fluida", en este caso Endocrinología, Nutrición y Salud Mental, para abarcar la parte orgánica y psicológica del trastorno.

Las menores de 18 años tienen como unidad de referencia a Salud Infantil y Juvenil, en Los Morales; mientras que los mayores de edad se tratan en los equipos de Salud Mental de referencia y los más graves en el Hospital de Día de Los Morales. Si un paciente menor necesita un ingreso, se ubica en el Servicio de Endocrinología o en Pediatría. Generalmente se hace en el primero porque "la mayor frecuencia que tenemos es de niñas de 14 a 17 años, que no están en edad pediátrica", concluye Guijarro.

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