Fiesta de los Patios 2017

Mezcla de estilos en plena Axerquía

  • La ruta que discurre por los barrios de Santiago y San Pedro aglutina seis recintos (la más corta de todas), todos ellos con experiencia en el concurso, y muy distintos los unos de los otros

Patio de Tinte, 9.

Patio de Tinte, 9. / reportaje gráfico: José Martínez

A Ana le agarran todas las plantas, pero todas todas, incluidas las de las semillas que planta en tapones de rotulador. Montserrat, José, Julia, Rafael, Raquel y Juan Carlos cuidan el patio que este año sirve para ilustrar el cartel de la fiesta, el recinto de los sentidos. Manuel continúa introduciendo en su pequeño jardín las piezas que él mismo fabrica. Iluminada y Jacinto están en la cocina, pasan pocos minutos de las 11:00 y el contador de mano del controlador de su patio ya lleva unos cuantos clicks. José Antonio y Carmen se levantan a las seis de la mañana para tener lozano un recinto de tales dimensiones que consigue dejar asombrados a todos aquellos que pasan la cancela de su primer patio. En la Casa de las Campanas el escenario espera el espectáculo flamenco de la noche y sus talleres, los del fondo, no dejan de funcionar aunque los turistas quieran saberlo absolutamente todo.

Todos esos nombres se traducen en Santiago-San Pedro. Se trata de la ruta de los Patios más corta de todas. Amparados bajo el influjo de las dos iglesias del mismo nombre, los recintos de este recorrido son muy diferentes entre sí, lo que aporta a la ruta un aire distinguido, ese que siente el visitante cuando cree que ya lo ha visto todo.

El olor protagoniza el inicio de un trayecto a pie que arranca en la calleja Isabel II, en el número 1. La gran variedad floral de este patio que tuvo premio el año pasado genera tal sensación de tranquilidad al pisar su empedrado que no resulta extraño que el grupo de turistas que admira sus columnas no emita ni una sola palabra. Se le conoce como el patio de los sentidos por la forma en la que se puede disfrutar de él y el agua es un elemento clave gracias a una fuente encabezada por restos arqueológicos. Restos también eran los que Carmen Pinto solía recoger en el campo para ponerlos en su recinto, también en Isabel II, aunque este año no participa.

Cerca, muy cerca, en la calle de La Palma, se encuentra la siguiente parada. Impresiona el patio del artista Manuel Cachinero, desde que se entra por su gran puerta roja con resquicios de las pisadas de los coches de caballos hasta que se accede al fondo, donde varias carpas de colores nadan ajenas a todo lo que ocurre alrededor. Recién regado como está, el patio de La Palma, 3 desprende fresco en una mañana que va calentándose a medida que pasan las horas. Manuel sale de vez en cuando de su taller, cuya puerta da hacia el recinto y una turista se queda absorta mirando hacia arriba: "¡Vaya buganvilla!", premio a la planta singular en el año 2013.

A pocos minutos, en Alfonso XII, Jacinto e Iluminada están en la pequeña cocina que da al zaguán de su patio. Los muñecos hechos con macetas decoran el recinto desde hace cinco año, el mismo tiempo que llevan en el concurso, y ya hay algunos otros que les han copiado la idea. "No importa, mejor", comenta Iluminada.

Y de San Pedro, a Santiago. La calle Agustín Moreno es como un río con afluentes que cogen fuerza a medida que se hacen cada vez más largos. Hasta tres calles de las que desembocan en la principal, donde se encuentra la iglesia, cuentan con patios en concurso (el año pasado eran cuatro porque también participaba Barrionuevo, 22). Los tres que quedan son, sin duda, muy diferentes. Dos, bastantes grandes; otro, de dimensión pequeña.

Uno de ellos es el de calle Siete Revueltas, 1. Sede de la Asociación Amigos de los Patios, la conocida como Casa de las Campanas por haber servido para una fundición de campanas, tiene las sillas de madera repartidas por uno de sus lados para que se celebren los numerosos espectáculos que acompañan al concurso. Uno de sus cuidadores charla con el controlador, mientras al fondo, con una barra que ahora no funciona (hasta la noche), un taller de juguetes y una platería le da vida al recinto.

La otra bocacalle que da a Santiago y que alberga patio es Aceite. El número 8 está escondido, demasiado escondido, y la estrecha calle por la que hay que acceder no hace honor a su interior. Se trata de uno de esos patios que dejan con la boca abierta. Pedro, el controlador, saluda a los turistas que entran en grupos grandes (porque el patio lo permite). Uno de los turistas le hace consultas botánicas a Juan Antonio, se acaba de comprar un acanto y no hay manera de que eso salga hacia arriba. No se puede dejar de nombrar la piscina donde los chorros se cruzan aportando armonía y un sonido que se mezcla con las notas árabes que salen de algún lugar de este enorme y apetecible recinto.

Y de un lugar grande, a uno recogido. Tinte, 9 es el decano del concurso, como Ana (o Anita) que lleva casi 40 años abriendo la puerta de su casa. La casa del limonero, la de la buganvilla, la de las macetas azules y los vecinos que ayudan. Pero sobre todo, la casa de Anita. El patio con premios y años acumulados, los mismos que sus plantas, las que no se mueren porque a Ana le agarra todo.

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