Córdoba

Gastronomía aplicada a las matemáticas

  • FAPA-Córdoba organiza un taller para enseñar la unión de la ciencia y la cocina l detalles La iniciativa, a la que acudieron cerca de un centenar de personas, sirvió para promocionar una alimentación saludable entre los más pequeños y también para inculcar la tradición culinaria.

La gastronomía está ligada a las ciencias aplicadas. Sin matemáticas, sin física y sin química no hay forma alguna de preparar ningún plato. Ya sea por el peso a utilizar en cada plato, las medidas y las unidades, las ciencias se utilizan cada día entre los fogones, aunque en muchos casos son pocos los que realmente se dan cuenta de ello, ya que en muchas ocasiones se aplican sin saberlo. Para demostrar la unión entre ambas, la Federación de asociaciones de padres de centros concertados -FAPA-Córdoba- organizó ayer el primer Potaje matemático en las instalaciones del colegio Sagrada Familia (Las Francesas), una cita a la que acudieron alrededor de un centenar de personas, entre padres y alumnos.

Una de las encargadas de la jornada fue Mayte Gacto, profesora del colegio Nuestra Señora de la Piedad y del centro Zalima. El objetivo, detalla, es que los niños "aprendan competencias en la cocina". A su juicio, este tipo de actos constituyen "una forma de aprender y que se desarrollen competencias integrales". Como ejemplo, Gacto destaca la utilidad y los beneficios que reporta que un niño sepa qué hacer en la cocina en lugar de que vea la televisión mientras su madre o padre hace la comida. Valores como la paciencia, el esfuerzo o aprender a resolver problemas son sólo algunos a los que se refiere esta docente en el caso de los niños. Para las familias, según Gacto, también es importante que conozcan estos beneficios, ya que ayudan a "desarrollar competencias integrales".

Quien se encargó de demostrar de manera práctica esta vinculación entre las matemáticas y la gastronomía fue Manuel Luque, cocinero y propietario del hotel Casa de los azulejos. Las ciencias, asegura, "se aplican en la cocina sin saberlo". Para ello, Luque elaboró un menú singular, que comenzó con gazpacho, para el que sólo utilizó agua, aceite y hierbabuena. En la práctica, el cocinero también enseñó cómo se elabora la mantequilla y preparó un picadillo de temporada. A todos estos platos se sumó la elaboración de dos tipos de escabeche, para dar a conocer los beneficios y el método de la conservación, junto a una empanada, para promocionar el reciclaje de alimentos; la práctica concluyó con una brocheta de frutas. Para Luque, desde cualquier cocina "siempre se enseña" y, además, la gastronomía ahora "está muy valorada". A su juicio, cualquier taller educativo de este tipo también sirve "para guardar las tradiciones".

La innovación también estuvo presente en esta singular iniciativa con la participación de Periko Ortega, responsable de este área y chef de Bodegas Campos. Lo que se trata, asegura, es de "acercar el mundo de la cocina, el aprovechamiento de los alimentos y la dieta mediterránea a los alumnos de una forma sencilla". Ortega considera que su propia cocina es un "laboratorio" en el que usa medios químicos, físicos y, por supuesto, las matemáticas. "Es una manera didáctica de enseñar cocina y plantearla como un juego", apunta e incide en la importancia que tiene que los niños sepan de dónde vienen los productos que ingieren en cada comida o, simplemente, identifiquen los olivos cuando van de viaje. "Se trata de hacerles llegar esta información", subraya.

Para deslumbrar a los asistentes, este chef preparó una espuma de yogur, en el que utilizó un proceso físico que hizo que éste pasara a ser una mousse tan solo utilizando un simple sifón. Sin duda, uno de los momentos que causó más sensación entre los más pequeños. El chef reconoce que cuando decidió comenzar su carrera en el mundo de la gastronomía "eché de menos no haber estudiado química porque ahora necesito saber por qué pasan las cosas o por qué la carne cambia de color cuando se pone en la sartén".

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