La feria

Día de familias y reencuentros

  • En su jornada más tranquila la Feria se llena de padres que aprovechan para disfrutar de una comida junto a sus hijos y de amigos que se reúnen para ponerse al día

LAS comidas y reencuentros con familiares y amigos hicieron del domingo la jornada más tranquila del fin de semana, en la que la Feria se llenó desde las horas centrales del día. Desde pasadas las 13:00 el recinto ferial empezó a tomar vida después de una madrugada de fiesta que se extendió hasta las primeras horas del día. Tras una limpieza y puesta a punto, las casetas abrieron de nuevo para acoger la jornada de cierre del primer fin de semana, en la que tradicionalmente las familias son las protagonistas.

El domingo es el día de los niños, el día en el que las madres lucen su traje de flamenca a juego con sus hijas, ideal para subir a los más pequeños a los caballos y carruajes y hacerles una foto para el recuerdo, una jornada en la que los grupos de amigos se reúnen para disfrutar de unas cañas y dejar a un lado los problemas de la vida cotidiana.

Pero el domingo de Feria también está hecho para el lucimiento de los trajes de flamenca, que hacen de este día uno de los de ambiente más castizo. Las cordobesas y foráneas aprovechan la jornada más sosegada para lucir figura con sus vestidos, que animan El Arenal con sus vibrantes colores.

Después de un paseo por el recinto ferial y elegir una caseta, toca relajarse con unas sevillanas, hidratarse con unas cañas y comer los platos típicos de esta fiesta. No hubo mesa sin pinchitos, salmorejo, croquetas, calamares y tortilla.

Una de las familias que ayer decidió reunirse con la Feria como pretexto fue la de los Gómez Mengual, en la que se encontraron tres generaciones. A pesar de que parte de ellos se ven todos los días porque regentan una empresa familiar, aprovecharon la jornada de descanso para dejar a un lado los negocios y disfrutar de esta fiesta entre padres, hijos y nietos.

En la caseta de la Casa Vecinal, la familia González Gómez había quedado con otras cuatro familias más, amigos (con sus hijos incluidos) que se juntan todos los años en estas fechas para pasar un buen rato.

En muchos casos la Feria es la mejor ocasión para volver a la tierra, como en el caso de Matilde Lucena y su familia, que viven en Madrid y aprovechan esta fiesta para regresar. "Me encanta mi tierra y sobre todo la Feria y vestirme de flamenca" y ésta es la mejor ocasión para "no parar de bailar", aseguró.

La familia Sánchez Mancha, también eligió el domingo para reencontrarse con algunos de sus miembros que residen en Madrid. "Este día es más familiar y está todo más tranquilo", explicó uno de sus integrantes.

Ya sea en grupos pequeños o en gran grupo, miles de personas llenaron ayer desde mediodía las casetas del recinto de El Arenal. En algunos casos bastó con unir un par de mesas pero en otros las reuniones adquirieron más carácter de banquete. Este fue el caso de las familias Padilla, León, Espinosa y Palacios, mitad cordobeses mitad australianos, que se juntaron en la caseta Puerta Nueva. Hace más de 20 años que algunos de sus miembros se marcharon a Australia, donde residen actualmente y han creado sus propias familias. Ahora han decidido hacer una visita "que ha coincidido con la Feria" y en la que han traído a algunos amigos de allí que se quedaron sorprendidos por el colorido que hay en esta fiesta y también "les llama la atención lo bien vestidos que vamos y el ambiente que hay a pesar de la crisis", expuso uno de sus miembros.

En este día tan familiar la Feria también sirvió para promover causas benéficas, como la propuesta por la Asociación Acodah, que trabaja con niños y adultos con déficit de atención e hiperactividad. Los gestores de la caseta Salsaya la cedieron ayer a esta organización sin ánimo de lucro para que celebraran una fiesta "con precios muy populares" cuya recaudación irá íntegramente destinada a la organización de un congreso sobre este trastorno que se celebrará en noviembre en la Universidad de Córdoba, según explicó Carmen Pedrera, presidenta de Acodah. Tanto familias afectadas por este problema como amigos se reunieron en esta caseta para pasar una tarde de convivencia y apoyar a esta causa.

Así, ayer las casetas discoteca, las más demandadas por la tarde y noche sobre todo por los jóvenes, dejaron paso a las tradicionales o populares. Allí las mesas se llenaron de recuerdos, de risas y charlas para ponerse al día. Los niños correteaban por los tablaos y jugaban entre las mesas e incluso los más lanzados se animaban a bailar unas sevillanas, siempre bajo la atenta mirada de sus padres.

Mientras tanto, los adultos alargaron la comida hasta entrada la tarde, cuando el calor aflojó y los pequeños de la casa pedían a gritos ir "a los cacharritos". Ya en la calle del Infierno sus caras se iluminaban y, tirando de las manos de sus padres, pedían ir a una y otra atracción hasta agotar en algunos casos la paciencia de los mayores que les prometían que "se acabó por hoy pero si te portas bien el miércoles habrá más".

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