manuel ramos. Director de casa de las cabezas Y promotor del Festival de las Callejas

"Córdoba lleva años sin tener ni idea de lo que es vender su rico patrimonio"

  • Su labor investigadora le llevó a plantear al Ayuntamiento la celebración de una cita turística que aúna patrimonio, cultura e historia y cuyo éxito ha desbordado las mejores previsiones posibles

Manuel Ramos Gil, durante la entrevista concedida a 'el Día'.

Manuel Ramos Gil, durante la entrevista concedida a 'el Día'. / reportaje gráfico: álex gallegos

A Manuel Ramos Gil (Arjona (Jaén), 1973) la vocación e inquietud investigadora le nació en su localidad natal. "Desde muy niño me iba con un amigo que tenía un detector de metales a los olivares de Arjona, que como Córdoba atesora las tres culturas, y teníamos localizadas las zonas donde encontrar monedas romanas, árabes... Nunca descubrimos ningún tesoro, pero aquello me motivó mucho y me acercó a la arqueología, que es mi gran pasión después del Derecho", cuenta. "Mientras limpiaba monedas, mi amigo, que iba por delante mía, me iba explicando quién era el emperador que aparecía en las mismas y eso es lo que me forjó el gusto por aquella época de la historia, luego en Córdoba... Cuando empiezo a conocer la Historia de Córdoba caigo totalmente enamorado de ella", relata.

-¿Cómo fue ese encuentro con la Historia de Córdoba?

-Pues ese encuentro me dejó alucinado del todo, porque Córdoba fue grandísima e importantísima y el patrimonio histórico-artístico que tiene no está suficientemente conocido ni puesto en valor. Tenemos un ejemplo en las callejas, pero hay muchísimos ejemplos más. Creo que ese patrimonio se merece que se trate bien, desde el conocimiento, pero no tanto desde el conocimiento académico, que debe estar reservado para la universidad, sino a través de fórmulas que acerquen a la gente a ese patrimonio sin complicarle mucho la vida para que lo descubran.

-Un ejemplo de lo que habla estaría ha sido la esencia del Festival de las Callejas de Córdoba

-La verdad es que sí. Soy de los que piensa que a la gente hay que acercarle mucho la historia. Siembre digo que si pretendes que a una persona le gusta el flamenco -y yo soy un profundo amante del flamenco, lo mismo que del arte de la tauromaquia- no puedes llevarla a escuchar una seguidilla, tiene que empezar por la rumba, la sevillana y el fandango y poco a poco irá aprendiendo y formándose para poder saborear una taranta, una bulería... En una ciudad como Córdoba para atraer al gran público hay que buscar el nivel intermedio; o sea, aquel que no espante al académico, pero que tampoco sea vulgar.

-Insisto, el Festival de las Callejas es un ejemplo de lo que habla

-Ahí quería llegar. Por ejemplo, en el tipo de carteles en el que se explica cada una de ellas he intentado ser concreto y prefiero que la gente aprenda una cosa y se la lleve clara a que se pegue un inflón de leer el primer cartelón y ya no quiera volver a leer. El otro día estuve en Toledo, en el Museo del Ejército, y tenías que echar allí un día entero para leer. Eso no te lo puedes permitir hoy en día, nos hemos acostumbrado a las redes sociales, donde triunfa lo breve. Cuando abrimos la Casa de las Cabezas igualmente huimos de esos carteles con grandes explicaciones y mira que tenía para escribir en esos carteles hasta la Biblia en verso. Sólo dejé un par de párrafos para presentar cada una de las estancias y lo que significaron. He desechado todo lo abundante, porque la gente quiere aprender sin que le des una clase de historia.

-¿Cuál ha sido el germen del Festival de las Callejas?

-Al ser bastante aficionado a la arqueología, a las antigüedades, llegó a mis manos un libro editado en Barcelona, que es Casas Señoriales de Andalucía. Y dije, con Córdoba lleno yo tres libros como éste. Empecé el libro lejos, en el Pirineo, como un paseo, voy por la calle Cabezas para la casa de los marqueses de El Carpio... Pero voy a investigar un poco más de esta casa, a ver qué es lo que encuentro y eso es lo que me lleva a convertir en más grande la pequeña obra que quería hacer, poco menos que un libro de bolsillo, por lo que contraté a un fotógrafo y me puse en contacto con todos los propietarios. Cuando uno se enfrenta, por ejemplo, el interior de la casa de los marqueses de El Carpio te das cuenta de que eso no lo puedes tratar de una manera tonta y que hay un vacío increíble en Córdoba sobre ese asunto. De casas señoriales de Córdoba, que atesoran los patios más bellos, no se conocía nada, lo que contrasta con la Fiesta de los Patios. Me entretuve en hacer una evolución histórica para ver cómo se ha llegado a ese tipo de casas y por eso investigué desde el principio, desde la casa romana, luego me fui a la musulmana y cuando comienzo la rehabilitación de Casas de las Cabezas tengo el plano teórico y el práctico con la ayuda inestimable del arquitecto Arturo Ramírez Laguna, que fue el que empezó a ponerme unos sólidos fundamentos de la arquitectura antigua y eso me obligó a investigar más, lo que me ha llevado desde la antigüedad tardía hasta las casas de Córdoba del siglo XX. Siempre he dicho que he hecho dos oposiciones en mi vida, la de notario, que es de mi profesión, y la oposición de casas señoriales y sus callejas.

-Una investigación que le ha llevado descubrir casi 200 callejas

-Efectivamente. Me llamaba la atención que en la documentación que investigaba continuamente se hablaba una y otra vez de la calleja, de la calleja barrera, y empecé a darme cuenta también de que hay muchas que ya no están y que otras siguen estando aunque tú no las veas, porque están dentro de las casas; y eso fue lo que me obligó a empezar a sacar capítulos aparte y a leerme los padrones domiciliarios. Desde el primero, de 1509, he ido investigándolos, viendo la evolución de la trama urbana de Córdoba, de cómo esta ciudad es heredera directa del mundo musulmán, del mundo mudéjar, porque los cristianos se adaptaron muy pronto a los gustos de los musulmanes y no los cambiaron en tres siglos, parecía que les encantaban; mantuvieron los baños públicos, adoptaron vocablos suyos como el alamín de la seda... Hasta hay un artículo que habla de que los curas de la Catedral llevaban sotanas a lo morisco. Querían copiar el arte musulmán, querían copiar la Alhambra, todos los nobles de la Baja Edad Media encargaban que les hicieran sus patios al estilo de la Alhambra, hasta los tiempos de los Reyes Católicos en el que ya el estilo morisco desaparece. Y he detectado una continuidad clara de ese espíritu en el afán de proteger su intimidad en sus casas; el medio más radical que tenían para ello era interponer la calleja entre el hogar y la vía pública.

-Es curioso cuánta historia atesoran las callejas y qué desconocidas para Córdoba, como se ha podido descubrir en el Festival.

-Las callejas son una excusa perfecta para contar la Historia de Córdoba. Ésta en la que estamos sentados [haciendo la entrevista], la de la Zapatería Vieja, me ha valido de excusa para contarle a la gente que las mejores marcas de zapatos internacionales reservan la denominación de cordobán, hecho con la piel de potro. La calleja del Postigo del Marqués del Carpio, por ejemplo, nos ha servido para contar la historia de cómo en Córdoba se crearon los caballos de pura raza. Las callejas también nos han servido para contar la historia de los judioconversos y de muchos gremios artesanales de Córdoba.

-Al final con el Festival de las Callejas ha conseguido durante una semana algo difícil, mover al turismo desde la Mezquita hasta otras zonas del Casco Histórico

-Para mí en este primer Festival era más importante ver a los cordobeses como si de Semana Santa se tratara, locos con las mochilas, familias enteras y pandillas de calleja en calleja... Ha supuesto un gran orgullo ver cómo la gente entraba en sitios de la Axerquía en los que te decían 'Manuel , ¿pero esto estaba aquí? Pero qué belleza, por Dios'. Córdoba va a dar mucho más, tiene mucho más por descubrir, mucho más por exprimir y si se hace bien y se sigue en esta senda creo que será un éxito para el turismo. Por las conversaciones que he tenido con la gente creo que el Festival de las Callejas ha sido la excusa para que el cordobés se reencontrara con el Casco Histórico, pero no para reencontrarse con el Casco Histórico como un turista más, sino para reencontrar sus orígenes, porque muchos de esos que venían vivieron allí de pequeños, vivieron sus padres o vivieron sus abuelos. Antes, ese medio de los cordobeses para conectarse con su historia eran los patios, pero ahora creo que los cordobeses tienen asumido desde hace cuatro o cinco años que los patios ya no nos pertenecen a nosotros, los patios ya se han vuelto mundiales y yo soy ya uno de los cordobeses que no va de patios porque creo que el éxito hay que gestionarlo, y con los patios no se ha hecho bien.

-¿Es usted de los que defiende que los patios han perdido su esencia?

-La han perdido totalmente. El espíritu vivido en Callejas de Córdoba ha sido impresionante, nada que ver con el de unos patios masificados, muertos de éxito. He visto, por ejemplo, a padres contándoles historias vividas a sus hijos en esos lugares. Eso es algo que se ha perdido en los patios.

-¿Córdoba sabe vender y explotar su patrimonio?

-Creo que en Córdoba en los últimos años no tiene ni idea de lo que va eso, lleva años sin saber venderlo. Hay muy buenos técnicos, pero creo que falta gente que cree afición otra vez al cordobesismo, que haga que la gente se eche a la calle a disfrutar de la oferta, como ha ocurrido con las callejas. Medina Azahara es un ejemplo. Medina Azahara es algo ajeno al público de Córdoba. Creo que hace falta más motivación entre los cordobeses, pero eso no se gana con técnicos, eso se gana atrapándolos con la historia de Córdoba, que caigan en la trampa de su historia. Quien cae en la trampa de su historia ya no sale. Tras el alcalde o alcaldesa, en Córdoba tendría que mandar una especie de ministro de las Antigüedades, como pasa en Egipto. Tenemos que aprender de esa gente para vender Córdoba, porque vender Córdoba no es vender el Califato Gourmet y comer y beber y ahora más flores. Vender Córdoba es vender su patrimonio, que tiene mucho, pero se trata de saber enfocarlo, de cómo captar la atención de la gente. En Callejas lo hemos conseguido con cosas relativamente sencillas.

-Le veo muy crítico.

-Mire, mi mujer quería que Casa de las Cabezas fuera un hotelito, pero cuando la abrimos, decidimos hacerlo como centro de interpretación. Teníamos al lado el callejón de los Arquillos, que era y es un recurso turístico de Córdoba fantástico, algo que se inventó literalmente la saga de los Cruz Conde, a la misma vez que hizo El Pañuelo, hizo la Calleja de las Flores y los Infantes de Lara, y ahí quedó. Insisto, mi mujer quería hacer un hotel con encanto, pero es que cada vez había más plazas hoteleras en Córdoba y menos actividades y lugares de turismo cultural; o sea, Córdoba ha crecido de una manera bestial en camas y en bares, pero los turistas quieren además de tomar sus copitas ver patrimonio y aquí no se ha hecho nada en los últimos diez años para ello. Han abierto el Centro de Arte Moderno, que no saben qué salida darle; siempre he mantenido que está muy bien, pero que ese dinero lo dedicaba yo a restaurar monumentos y a abrirlos, como los baños árabes de la pescadería y los baños de San Pedro, porque la gente a mi juicio viene a ver a Córdoba arte antiguo, no viene a ver arte moderno.

-Volvamos a las callejas, tras el éxito del Festival, ¿cómo le gustaría que continuara la cita?

-Bueno, antes de nada, ha sido una idea, un producto totalmente novedoso, que ha salido muy bien gracias a que Pedro García [edil de Turismo] escuchó mi propuesta. A Pedro le gusta mucho el Casco Histórico, vive en el Casco Histórico y cuando le expliqué el proyecto se enamoró de él, le pareció una idea preciosa. Tengo que decir también que ha sido igual de importante la labor del director de Turismo, Jesús Ligero. quien ha hecho lo indecible para encontrarle ajuste, y del técnico Joaquín Zurita. Y respecto a lo que me pregunta, habrá que escuchar al Ayuntamiento para ver lo que quiere. Yo como autor de la idea tengo las cosas muy claras, sé hasta donde llego y cómo quiero que continúe. Gracias a Dios de esto no vivo, esto sinceramente lo hago por el bien de mi ciudad, porque considero que es, no sé, hay gente que se va a repartir alimentos al Banco de Alimentos y yo me lo tomo como algo así, me gusta horrores, pero también comprendo que le privo a mi familia de cosas y uno necesita tiempo para su familia.

-¿Y cuáles son esas ideas?

-Para mí es importantísimo que hubiera dotación presupuestaria para el arreglo de las callejas, ya que algunas tienen solerías todavía de los años 40 ó 50 feísimas y rotas, pero por favor si las van a arreglar que no les metan granito, que Córdoba ya es lo suficientemente calurosa. También que se les dotara de una mayor iluminación. Córdoba tiene que continuar con este producto novedoso al que la gente le ha puesto mucha voluntad, como es el caso, por ejemplo, de la chica del Puentecillo, Paloma, para que se notase que estábamos de Festival y el gusto de mi mujer al decorar la Casa de las Cabezas. La decoración ha conseguido diferenciar Callejas de Patios; si llegamos a llenarlo todo de macetas azules, malo, seguiríamos jugando a lo mismo.

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