"No somos números ni estadísticas, venimos aquí porque nos están matando", gritaba anoche Aleyda Collazos en el Bulevar del Gran Capitán. El aplauso de más de 500 personas estalló en uno solo y una multitud comenzó a pronunciar un "No a la guerra" rompiendo el silencio de la noche de septiembre. Las caras de los asistentes rebosaban lágrimas ante aquellas declaraciones y en sus mentes solo estaba presente la lucha y la insistencia por facilitar el camino a las personas que buscan ayuda.

Hay tragedias en la vida que cambian drásticamente el destino de las personas. Hechos inesperados que rompen en pedazos el rutinario transcurrir, aniquilan planes y destrozan lo que hasta entonces eran los pilares básicos de una sencilla existencia. Dramáticos acontecimientos que dejan abandonados a su suerte aquellos a quienes les toca padecerlos. Circunstancias que hacen salir con lo puesto y dejar atrás seres queridos y pertenencias que hasta ese momento eran imprescindibles. Horrores que desatan la huida y que empujan a lugares extraños donde es difícil encontrar la salida. Desbordados por los amargos recuerdos, se agarran a lo poco que les queda, una lancha de plástico o un flotador que les impida hundirse. Aferrados a lo que encuentran se mantienen en una cuerda floja donde se sienten títeres de una situación que se escapa de las manos. Es una guerra que cada vez se vuelve más brutal y no distingue entre civiles y militares. La aviación siria bombardea zonas habitadas y amplias zonas del país están destruidas. Desde el comienzo de la guerra civil en la primavera de 2011, cientos de miles son los heridos y más de 40.000 las víctimas morales, lo que lleva a los residentes a buscar puertas para poder salir de allí, a investigar qué país está dispuesto a abrir esa puerta a la desesperación. Pero no solo son las guerras lo que llevan a abandonar un país, también hay personas que buscan unas condiciones mejores huyendo del caos y la miseria.

Y parece ser que desde la capital cordobesa están dispuestos a tender una mano a aquellas personas que huyen de la guerra y buscan refugio en cualquier lugar. Y más cuando Córdoba está hermanada con Damasco (Siria) y su historia tiene parcelas comunes. En respuesta a la crisis humanitaria en las fronteras y el territorio de la Unión Europea por la llegada de miles de personas que huyen de la persecución y de la guerra, el equipo de gobierno de la capital cordobesa ya se pronunció a favor de la iniciativa impulsada por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, de crear una red de ciudades-refugio de personas refugiadas. "Conscientes de la gravedad de la situación por la que atraviesan miles de personas ante la crisis que se está viviendo en sus países de origen, nuestra ciudad quiere seguir siendo fiel a su tradición de lugar de encuentro y convivencia de diferentes culturas, así como de su incuestionable voluntad humanitaria y de cooperación internacional", destacó la corporación. España se muestra dispuesta a aumentar la cifra de admisión de 2.739 refugiados. Y por eso, ayer, la iniciativa Córdoba con las personas refugiadas se concentró a las 20:30 horas en el Bulevar del Gran Capitán para "expresar solidaridad con las personas que tratan de encontrar en el continente europeo refugio y protección", destacaron desde el colectivo.

Tras un minuto de silencio, solo se escuchaban voces al grito de "Europa no solo son concertinas", "refugiados bienvenidos" o "no más muertes". Fausto Guzmán, asistente a la concentración, subrayó con enfado e insistencia que "no viene de ahora que se mueran niños en el Mediterráneo, ya en julio de 2008 murieron nueve bebés ahogados cuando intentaban llegar a nuestro país y al no haber fotos nadie protestó". Con un micrófono en la mano y ante la atenta mirada de familias completas, Rafael Sánchez apuntó que "la verdadera palabra mágica para entender a los refugiados es la empatía" y que los únicos culpables en esta situación "son y seguirán siendo los países desarrollados, que provocan las situaciones de expolio de recursos que mantienen empobrecida a parte de África y Asia".