La Sal de los días

Balances diferentes

  • O se es el artífice del progreso de la ciudad o se es incapaz de liderar el día a día de la gestión · Según las distintas versiones de los políticos, aquí no hay un término medio · Tampoco tienen un término medio en el cogobierno, que siguen a la gresca cuando se ha cumplido el primer aniversario de las municipales

EN esta semana que acaba hemos asistido a distintos balances sobre el primer aniversario de las últimas elecciones municipales. Dependiendo de dónde provenía el análisis, la lectura ha sido una o la contraria; aquí no hay término medio. O se ha hecho todo y más para que la ciudad prospere o se es un incapaz para garantizar el presente y dibujar el futuro de Córdoba. Estos políticos nuestros no saben aún que existe una gama de grises en la que suele estar el término medio. En cualquier caso, lo llamativo ha sido comprobar cómo desde IU, que tiene la mayoría dentro del gobierno municipal, se acusaba a la otra parte del matrimonio político, concretamente al socialista Rafael Blanco, de "ir por libre" y no respetar los principios básicos de la convivencia, entre ellos no poner la cara colorada al compañero cada dos por tres en público. ¿Es desleal el PSOE con esta actitud? ¿Está en la línea correcta el portavoz Blanco? Versiones hay para todos lo gustos, incluso dentro del partido. Hay quien entiende a la perfección que cuando no se está de acuerdo con una línea de trabajo -"ni siquiera la hay por parte de IU", apuntan algunos socialistas-, hay que alzar la voz para que no se meta a todo el mundo en el mismo saco. Eso es lo que se supone que están haciendo los cuatro ediles del PSOE en asuntos recientes, como el fracaso del Palacio del Sur, o en otros en los últimos meses, como la legalización de las naves de Colecor. También hay quien sostiene que las diferencias hay que zanjarlas, o taparlas, en privado, e intentar tomar el mismo camino; es decir, que sin olvidar que hay dos fuerzas políticas, éstas intenten resaltar lo que les une antes de lo que les separa. En esta tesis está la dirección provincial y la regional, conocedoras como son de que Córdoba no es una isla en el mapa de pactos de la izquierda, que tiene como piezas clave Sevilla y Jaén. Claramente, que de autónomos poco, se quiera o no. Sea como sea, no sé a quién le pueden extrañar esta dificultad para el entendimiento con el precedente de cómo se negoció el acuerdo de gobierno, con tiras y aflojas realmente tensos y alargando la cuestión hasta 24 horas antes de la constitución de la Corporación municipal. Entonces, Rosa Aguilar ya decía que no la harían comulgar con ruedas de molino al tiempo que Rafael Blanco dejaba caer que si alcaldesa se marchaba antes de acabar el mandato habría que poner sobre la mesa un nuevo marco de equilibrio. Los recelos permanecen.

En este contexto, se ha echado de menos que las direcciones provinciales de IU y PSOE salgan a la palestra para opinar sobre la marcha de un pacto que rubricaron las partes. De hecho, desde que la coalición de izquierdas renovó su cúpula en Córdoba, ahora con Francisco Martínez a la cabeza en sustitución de Enrique Centella, no ha habido ningún contacto formal con los socialistas para abordar el estado de las relaciones. Sólo hubo un encuentro entre Martínez y José Antonio Ruiz Almenara que se circunscribió en el ámbito de la cortesía más que en un escenario de análisis político. Además, dado que el PSOE celebrará el 19 de julio su Congreso, tampoco está prevista reunión alguna en el horizonte. Sólo ha hablado Juan Pablo Durán, actual secretario de Organización de los socialistas cordobeses y que ha anunciado que optará a la Secretaría General, para asegurar que cualquier aspereza está ya limada, unas palabras que se caen por su propio peso visto lo visto. Igualmente ha ocurrido con las declaraciones de Aguilar, quien dijo que entre sus dos tenientes de alcalde -Blanco y Andrés Ocaña- no había problema alguno. Visto así tiene parte de razón, porque el problema no empieza y acaba en ellos.

En la actualidad, las direcciones provinciales parecen no ejercer control alguno sobre los grupos institucionales. Así ocurre en el caso del PSOE, que no siempre comparte el proceder de su equipo de concejales, y en el de IU, cuyo secretario provincial no juega en estos momentos papel público alguno, al menos que trascienda. También es cierto que en la coalición está todo en un proceso de ralentización a la espera de lo que ocurra en su esperada asamblea del renovarse o morir. En cualquier caso, nada queda de aquel Centella que no dudaba en expresar en público cualquier discrepancia con Aguilar y los suyos, y es fácil recordar que hablaba más que callaba, lo que siempre evidenció la complicada situación interna.

En el PP han visto cómo les ha cambiado la situación. Tras lapidar los rescoldos del bellidismo, que protagonizó la mayor crisis de los populares cordobeses, María Jesús Botella y ahora José Antonio Nieto han implantado una forma de trabajo en la que las voces discordantes no existen, al menos de cara a la galería. Además, ese escenario está propiciado por el hecho de que Nieto lidera el partido y el grupo municipal. Sólo faltaba que surgieran diferencias.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios