La Navidad es una época del año especialmente propicia para disfrutar de los dulces. Además de las especialidades de la temporada como el clásico roscón de Reyes, los compromisos con amigos, familia y compañeros de trabajo suelen terminar de manera dulce. Son semanas las finales del año en las que la dieta suele descuidarse un tanto, aunque bien merece la pena hacerlo y si es con dulces artesanos y basados en las recetas más tradicionales, pues mejor que mejor.

En esta época del año, las pastelerías trabajan en largas jornadas para satisfacer la demanda y uno de esos sitios que durante todo el mes de diciembre es un hervidero con sabor dulce es la Confitería Hermoso Molero, que lleva por nombre los apellidos de los cuatro hermanos que la regentan: Ana, Inma, Luis y Francisco Javier.

Los cuatro provienen de una familia en la que la repostería ha sido una tradición profesional compartida y juntos se lanzaron a la aventura del autoempleo hace ahora casi siete años, en plena crisis y con un futuro laboral bastante incierto. "Nosotros trabajamos durante muchos años en la Confitería Serrano. Y a raíz de que cerraron cogimos este local en Antonio Maura, donde llevamos ya casi siete años, en un negocio que es totalmente familiar", cuenta Francisco Javier Hermoso. La crisis económica hizo que estos hermanos cordobeses tuvieran que asumir el riesgo de trabajar por cuenta propia, algo que sin embargo les funcionó desde el primer momento, bajo la garantía que da el "elaborar todo nuestro producto de manera artesanal", como asegura Francisco Javier.

En la Confitería Hermoso Molero una especialidad sobresale en su amplia y deliciosa oferta. Se trata del pastel cordobés, un clásico que por esa misma condición de dulce tradicional parece menos apreciado pero que, como cuenta Francisco Javier Hermoso, sigue siendo uno de los postres predilectos de los cordobeses. "El pastel cordobés lo tenemos a ocho euros, mucho más asequible que en la mayoría de confiterías y el cliente se lo lleva recién hecho, vendemos muchísimos", asegura Hermoso, que cuenta como hace unos años "quisimos hacer un gancho con este dulce tradicional de Córdoba para que lo probaran mucha gente que viene de fuera y con el tiempo nos dimos cuenta de que la mayor parte de la venta del pastel cordobés sigue siendo de gente de Córdoba".

Además de este clásico de la repostería cordobesa, la Confitería Hermoso Molero tiene una amplia carta de dulces, así como de empanadas caseras y otros complementos hechos a diario y que el cliente puede llevarse recién terminados a casa o consumir en su local de la calle Antonio Maura. En estas fechas, la tradición se impone y los cordobeses prefieren los troncos de navidad -también salados-, los profiteroles, o los erizos (un dulce de almendra, caramelo y chocolate), pero sobre todo el roscón de Reyes. En esta confitería se prepara con los clásicos sabores de merengue, chocolate, nata, trufa, crema o cabello de ángel, pero también "de lo que el cliente quiera que se lo rellenemos, porque al ser elaboración propia podemos terminarlo como guste a cada persona", apunta Francisco Javier.

La Confitería Hermoso Molero, además, tiene pan caliente durante todo el día y un amplio horario, pues no cierra ningún día de la semana y desde las 07:30 de la mañana ya funciona a pleno rendimiento hasta las 20:00. Eso les permite también haberse convertido en un lugar ideal para desayunar a diario, por sus precios competitivos. Desde 1,70 euros se pueden disfrutar de sus desayunos con una amplia oferta a la que se suman su pastelería y bollería elaborada a diario.

Además, este negocio es un lugar ideal para los clientes que desean sorprender a algún familiar o amigo con un dulce personalizado en alguna fecha señalada. "Cogemos encargos de todo tipo y hacemos tartas personalizadas con dibujos, fotografías o lo que el cliente nos pida", asegura Francisco Javier, orgulloso de que "nuestra clientela es fija de muchos años, gente que ya nos conoce". Y es que el sello de los hermanos Hermoso Molero es una garantía a la hora de darse un dulce capricho.