En el mundo de la hostelería, la ambición de todo aquel que abre un negocio con la ilusión de ser dueño de su futuro profesional lleva en muchas ocasiones a querer abarcar más de lo que se puede. Son muchos los bares, restaurantes o tabernas que arrancan sus andaduras con la intención de cubrir todas las franjas del día, desde los desayunos por la mañana hasta el ocio nocturno, pasando por los almuerzos al mediodía. Ese es, lógicamente, el escenario ideal para cualquier hostelero, porque permitiría un mayor beneficio, aunque también resulta casi imposible de alcanzar en la mayoría de los casos. De esa dificultad puede dar buena cuenta José María Puerma, el dueño junto a su esposa Puri Duque de la Cafetería Antares, pues este matrimonio cordobés acumula años y años de experiencia en el sector. Después de muchos años de trabajo de cara al público y en varios negocios, la experiencia de José María le ha llevado a focalizar sus esfuerzos en ofrecer un servicio de calidad a sus clientes, pero hacerlo de manera más compartimentada. Esto es, centrar la fuerza y el mayor atractivo del negocio en una franja del día, como puede ser la de los desayunos en este caso, y conseguir que su clientela aprecie la especialidad y fidelice con su cafetería.

Eso sí, esa especialización no significa renunciar a otras franjas del día que ofrece la hostelería, porque de hecho la Cafetería Antares es uno de esos negocios que ni siquiera en verano suelen cerrar, algo que también agradecen sus clientes en esta época del año, en la que el lógico descanso de los trabajadores puede alterar la rutina del cliente. Pero sí es cierto que, lógicamente, cuando uno se especializa en algo, el resultado suele ser bastante satisfactorio. El ejemplo de Antares sirve para corroborar esa afirmación, pues ahora que se cumplen cuatro años desde que José María Puerma y Puri Duque comenzaron su andadura con este negocio, pueden afirmar de manera fehaciente que gozan de una clientela "bastante fiel a nosotros, que nos conocen y conocemos desde hace tiempo", apunta José María.

La historia de la Cafetería Antares arranca un 23 de julio de 2013, cuando José María Puerma y Puri Duque, después de haber tenido antes otros negocios de hostelería, deciden hacerse cargo de este establecimiento del Pasaje Pablo Neruda. "Nos pareció interesante, porque está ubicado en una plaza apreciable, amplia, bastante bonita y con posibilidades", cuenta José María, que no duda a la hora de señalar que "nuestra especialidad es el tema de los desayunos". ¿Qué tienen de especial esos desayunos en Antares? Pues, además de sus precios bastante competitivos, la gran variedad de la que dispone el cliente a la hora de elegir. "Tenemos muchas opciones para acompañar las tostadas, desde patés de todo tipo, pizquitos de jamón serrano, cremas de york, atún, queso... además también ofrecemos distintos panes", cuenta José María Puerma, que destaca también "el café, porque aunque es algo común tenemos un café bueno y con un sabor que gusta mucho". Todo ello, con unos precios bastante competitivos y asequibles al público de todos los perfiles. "Un desayuno normal de un café y una tostada normal cuesta 1,70 euros; si la tostada es especial, el desayuno sería 2,30", indica José María.

Además de esa franja del día en la que Antares focaliza gran parte de su actividad, la cafetería se mantiene abierta el resto del día y al mediodía José María y Puri ofrecen a sus clientes la posibilidad de disfrutar de un refresco, un vino o una cerveza acompañado de algunas tapas, aperitivos para hacer más atractiva la consumición.

A cualquier hora del día, se puede disfrutar del servicio de la Cafetería Antares tanto en su salón interior como en su cómoda terraza. Ahora que llega el estío y muchos establecimientos permanecen cerrados por vacaciones, Antares aguanta el tirón del calor, algo que según reconoce José María Puerma "nos hace mantenernos más o menos estables en una época que para la hostelería no suele ser demasiado buena", porque "en nuestro horario de desayunos no notamos apenas descenso en el trabajo". Ese es el premio al trabajo durante cuatro años y a la concepción, a menudo acertada en esto de la hostelería, de que es más conveniente la especialización que un intento de abarcar más de lo que se puede.