Crítica de Cine

Se repite usted, señor Yamada

Una imagen de la película del veterano Yoji Yamada.

Una imagen de la película del veterano Yoji Yamada.

Secuela exprés de Una familia de Tokio, el enésimo éxito popular del prolífico octogenario Yoji Yamada, responsable de la interminable saga protagonizada por Tora-San y también de la más reciente e interesante trilogía samurai (El ocaso del samurai, La espada escondida y Amor y honor), Verano de una familia de Tokio prolonga la mirada costumbrista a la modélica familia Hirata estirando más de la cuenta los roces, pequeños conflictos cotidianos, mensajes y valores tradicionales que han caracterizado el cine de Yamada cuando retrata el presente de su país.

Si el (lejano) asomo de una posible separación de los padres era el eje central de aquella primera película, la caducidad de las habilidades del padre para seguir conduciendo su viejo coche y el viaje europeo de la madre delimitan en esta nueva entrega las tramas y subtramas que vuelven a dispersar la mirada conservadora (una mirada cinematográficamente bastante pobre, que nadie se atreva a mencionar a Yasujiro Ozu) sobre cada uno de los miembros, desde el tozudo padre con pequeñas veleidades escapistas hasta ese hijo ejemplar decidido a sentar la cabeza y tener hijos, pasando por los demás vástagos o un viejo amigo de juventud reaparecido que sirve para apuntar una leve e inocente crítica social.

Con todo, la dinámica y el tono blanco y amable del filme terminan anestesiando cualquier voluntad satírica más allá del (auto)reconocimiento de ciertos valores que no dejan de ser una variante japonesa de nuestro cuñadismo. La comicidad no va más allá del viejo y romo slapstick de caídas, golpes y muecas, o de las salidas de tono del padre, que vuelve a interpretar el popular actor Isao Hashizume. Que sea este modelo tan caduco y plano del cine nipón prácticamente el único que se estrena con regularidad en España dice poco de nuestros distribuidores.

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