Crítica de Cine

Ni para premio de consolación

Jordi Mollá, en 'Operación Concha'.

Jordi Mollá, en 'Operación Concha'. / d. s.

Anacrónica, costeada y esclerótica comedia sobre el mundo del cine y sus -en el fondo buenas (sic)- gentes, Operación Concha busca el impulso publicitario del Festival de San Sebastián y el posible tirón de popularidad de Karra Elejalde para intentar reverdecer el espíritu de aquellos títulos del enredo vasco (pienso en Airbag o Año mariano) en una ridícula trama de suplantaciones, productores estafadores (valga la redundancia), mafias rusas (de toda la vida) y amor por la profesión entre aseadas estampas donostiarras de film commission y con algunas de las interpretaciones más bochornosas de la temporada.

El veterano Cuadri (Eres mi héroe, El corazón de la tierra) apenas consigue imprimir la mínima velocidad de crucero a su dudoso artefacto cómico, a lo que cabe añadir una no menos desafortunada oscilación de tonos, unos diálogos planos y un desenlace tan trilero como previsible que, en manos de un Jordi Mollá desdoblado digno de un mal programa de imitadores de acentos y un Elejalde en horas bajas, hacen de esta película un sonrojante producto que difícilmente vaya a sacar alguna sonrisa rentable.

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