Crítica 'Nuestro último verano en Escocia'

La familia mal, gracias

Nuestro último verano en Escocia. Comedia, Reino Unido, 2014, 92 min. Dirección y guión: Andy Hamilton, Guy Jenkin. Fotografía: Martin Hawkins. Música: Alex Heffes. Intérpretes: Rosamund Pike, David Tennant, Billy Connolly, Celia Imrie, Emilia Jones, Ben Miller, Amelia Bullmore, Bobby Smalldridge, Alexia Barlier, Imogen Toner, Kirstin Murray. 

Prototipo de eso que llaman feel good movie, Nuestro último verano en Escocia reúne todos los ingredientes precongelados para conquistar premios del público en festivales de segunda y hacer taquilla entre audiencias poco exigentes que se contentan con el estereotipo y no discriminan entre el cine y la mala televisión.

Producto con entrañable familia disfuncional, niños parlanchines y abuelo excéntrico y enfermo, el filme de Hamilton y Jenkin parece dirigirse a un público en formol con su tratamiento edulcorado y chistoso de una reunión familiar entre los parajes naturales de Escocia (imposible fotografiarlos peor) donde, a falta de los Proclaimers, tenemos una cancioncilla de los Waterboys como leitmotiv de buen rollo para situaciones bastante sonrojantes en las que los desencuentros matrimoniales, las travesuras blancas de unos niños algo repelentes y un esperpéntico desenlace están tratados con un desprecio por las formas que hace pensar en el episodio de una sitcom.

Que la protagonista femenina esté interpretada por Rosamund Pike, a la que vimos hace poco en el inquietante y poderoso papel de esposa maquiavélica en Perdida, de Fincher, no hace sino añadir más leña a esta desastrosa pira acartonada y moralizante.

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