Crítica de Cine

Regreso a Hiroshima

El magistral 'ánime' de Katabuchi.

El magistral 'ánime' de Katabuchi.

Hace ya varias décadas que el anime japonés no tiene por qué demostrar que no es un género menor, infantil o edulcorado en su representación visual de relatos (de iniciación) adultos y complejos y en su diseño de personajes plenos a pesar de las conscientes (auto)limitaciones realistas de su trazo artesanal. Basta citar a Miyazaki o a su compadre Takahata, principales referentes temáticos y estilísticos de esta deliciosa película, para legitimar los valores de una plástica animada de corte humanista capaz de integrar el trazo y la filosofía orientales con una sensibilidad universal en su tratamiento melodramático de temas que se escapan de las moralejas edificantes o conclusivas.

En este rincón del mundo nos hace recordar inevitablemente aquella maravilla que era La tumba de las luciérnagas, posiblemente una de las películas (sin etiquetas) más tristes del cine contemporáneo, descarnado relato sobre la muerte y el duelo a ras de infancia, nuevo intento de expiación del gran trauma nacional que supuso para Japón la derrota en la II Guerra Mundial tras los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki.

Precisamente a Hiroshima y sus aledaños regresa esta película de Sunao Katabuchi basada en el manga de Fumiyo Kono, relato en forma de crónica y cuenta atrás que narra desde la perspectiva de un personaje femenino, la insegura y creativa Suzu, los años y días previos al infausto bombardeo atómico, la vida de una joven que crece y madura tras abandona su hogar para casarse e irse a vivir con su familia política a un pueblo cercano.

En la senda estética de los dos maestros de Ghibli, a saber, atenta a las atmósferas, las luces y los fenómenos climatológicos, con fugaces y exquisitas escapadas hacia la abstracción, el sueño y el trazo autoconsciente, En este rincón del mundo sorprende además por su portentosa capacidad de narración elíptica, por su juego de entradas y salidas de la poética voz interior de su relato, pero sobre todo por la sigilosa y emocionante capacidad de acercarse a la fatídica hora cero del bombardeo de Hiroshima desde la intimidad cotidiana de unas criaturas que sufren, padecen, son heridas o amenazadas por la sombra de la muerte como parte del ciclo vital y el tiempo que les ha tocado vivir.

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