Emilio Lora-Tamayo, presidente del CSIC

"Sin investigación no hay innovación, y sin innovación no hay desarrollo económico"

  • Está satisfecho de haber salido del riesgo de quiebra y confía en el apoyo del Gobierno, al que pide un nuevo estatuto de agencia estatal y una mejora presupuestaria continuada.

El pasado año, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) se salvó de la quiebra gracias a un crédito extraordinario. Emilio Lora-Tamayo ha apostado por los investigadores, intentando no prescindir de nadie (a excepción de los programas para jóvenes investigadores). Momentos duros en todos los sectores, pero desde luego para la ciencia.

-¿Cómo se respira ahora en el CSIC?

-Bastante más relajado. La situación no es boyante, seguimos acusando las restricciones presupuestarias a las que estamos sometidos para sacar adelante la situación, pero se ve con bastante más esperanza. Empezamos el año con déficit cero y además una de las acciones que propició el ministerio fue que en los presupuestos para este año tuviéramos una mejora en las transferencias ministeriales. Una mejora de 50 millones que no nos sitúan en una posición boyante, tenemos que seguir teniendo un control, una austeridad sobre los gastos, pero que es un punto de partida mucho mejor.

-¿Cuánto gastan y en qué?

-El CSIC cuenta con un presupuesto de 700 millones. La partida principal de gasto es en personal. Un tercio de este presupuesto lo obtenemos de concurrencias competitivas, lo que quiere decir que no tenemos el dinero para investigar, ni en lo que queramos, ni en lo que nos digan, sino que siempre tenemos que agenciarnos para obtenerlo. Esto implica que tenemos que escribir un proyecto con un objetivo a investigar. Este proyecto se presenta ante las convocatorias que hacen determinados organismos que están destinados a financiar la investigación, nacionales y extranjeros, sobre todo europeos (de Europa procede un tercio del presupuesto). Otra forma de financiación es a través de las empresas. El importe que invierte la empresa en investigación contratada ha disminuido, no así el número de contratos, pero sí el importe de los mismos. Aquí la inversión privada es menor que la pública, no ocurre así en los países más desarrollados, como en Estados Unidos o Alemania.

-¿Es justo ahora cuando más tendríamos que invertir en ciencia?

-Para mí está clarísimo que sin investigación no hay innovación, y sin innovación no hay desarrollo económico, por tanto en tiempos de dificultades económicas, uno de los valores en los que tenemos que confiar es el de la investigación, el de la educación. Pero son valores a medio y largo plazo. Cuando los problemas económicos aprietan mucho, las soluciones que puede ofertar la educación y la investigación se colocan en una distancia mucho más lejana.

-¿Es posible volver dónde estábamos?

-Lo que estamos intentando hacer es capear el temporal sin producir daños graves estructurales. Porque así, a poco que lo reguemos, rebrotará. Si no dañamos mucho la estructura, en cuanto empiecen a fluir los recursos económicos podremos ir a muchísima mayor velocidad. Por lo menos en el consejo aún no la hemos dañado, o por lo menos no lo hemos hecho significativamente.

-¿Cuándo cree que habrá sitio para el programa JAE de jóvenes investigadores?

-Para esto hay que tener un dinero. En esta casa nunca ha habido un dinero específico. Se ha hecho tirando sobre los recursos propios del Consejo, que en año 2007 estaban en un punto alto, pero a pesar de haber ido cayendo, el programa se ha ido manteniendo y ha ido tirando de las reservas. A mí me gustaría volverlo a ver, pero no lo voy a poner en marcha si no tengo un dinero especialmente dedicado a eso, porque significa hipotecar a la institución para el futuro.

-¿Es momento de una reforma en la estructura del CSIC?

-A mí me hubiera gustado que la estructura del CSIC se hubiera reformado antes, es algo que debería estar hecho desde hace mucho tiempo. Es un problema de estructura, de agilidad y de flexibilidad. Se planteó que había que cambiar la estructura del Consejo, cuando estuve de presidente conseguí el apoyo del ministro para trabajar en un preproyecto de ley que cambiara la estructura del Consejo, buscando precisamente esa flexibilidad, quitarnos el corsé que nos impedía actuar, como actuaban en ese momento nuestros homólogos europeos. Con el cambio de Gobierno se optó por dar una estructura al Consejo nueva, la de agencia estatal, que en ese momento estaba a falta de tener el contrato de gestión. Aún sigue así, por lo tanto nuestra estructura es deficiente. Y el problema de la inflexibilidad, de la incapacidad, es todavía más grave. Primero necesitamos que nos aprueben el estatuto, porque sin él no se puede hacer el contrato de gestión. El ministro dijo en enero que el Consejo en este semestre tendría aprobado su estatuto y con ello la vía libre para empezar a trabajar en el contrato de gestión.

-¿Hacia dónde se dirige el I+D en España?

-Me gustaría verla en el puesto que le corresponde: entre los diez primeros países del mundo en investigación científica. Me gustaría verla ganando puestos en el ranking de los países en cuanto a aplicación de la tecnología. Podemos estar satisfechos de la generación del conocimiento, pero de la aplicación de este conocimiento creo que en España no podemos estar tan contentos, estamos detrás de lo que nos corresponde. Es difícil, porque en ello intervienen muchos factores, y no todos están en la mano de los investigadores, sino también del tejido industrial. El debate de si son las empresas las que no se acercan a la investigación o son los investigadores los que no se acercan a las empresas es un debate superado desde hace años, por lo menos por la parte de los investigadores. Hace 20 años esto podía ser verdad, que los investigadores sólo miraban por la generación del conocimiento, y en algunos casos les podía suponer hasta una especie de prostitución el pensar que sus conocimientos iban a ser adaptados. Hoy en día los investigadores no es que no le hagan ascos, sino todo lo contrario, van detrás de intentar vender que todo lo que ellos han generado tiene una aplicación. Y mucho más cuando esa aplicación se coloca en nichos que responden a retos o necesidades, como la medicina, transporte, energía… Son cosas que al investigador de hoy en día le satisfacen mucho. Por el otro lado, la empresa tiene que hacer un esfuerzo mayor. Tiene que hacer varias cosas: detectar sus necesidades y proyectarlas a largo plazo.

-¿Qué le pide al gobierno?

-Apoyo. No pido que nos inunden de dinero, pido que haya un aumento pequeño pero continuo y predecible. Saber que en los próximos diez años vamos a tener una mejora del 5%, del 10%, es lo que te permite programar, prever.

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