Lunes Santo

Del bullicio al silencio en sólo unas horas

  • Un asfixiante calor no logra empañar las salidas de las procesiones de la tarde, que congregan a cientos de cordobeses. Continúa la tónica del Domingo de Ramos con una gran afluencia en los recorridos.

TRAS la tempestad humana que congregaron las hermandades del Domingo de Ramos, llegó una calma no menos tempestuosa de Lunes Santo. Las calles volvieron a poblarse a partir de algo más de las 15:00 para no despoblarse hasta bien entrada la madrugada. Y no faltó a la cita el calor, mucho calor -que dicen las previsiones meteorológicas que continuará hoy con temperaturas superiores a los 30 grados-.

Horas antes se cumplían los rituales preestación de penitencia. La Sentencia, por ejemplo, celebraba a las 11:30 su misa de hermandad y un acto penitencial. San Nicolás era un reguero de hermanos comprobando en las listas en qué lugar de la procesión les había tocado, mientras que el hermano mayor, José Antonio Salamanca, ejercía de anfitrión de una representación de las hermandades del Lunes Santo que honró con flores a María Santísima de Gracia y Amparo. Antes y después de desmontar en parte el altar de las insignias -montado el sábado de Pasión para la misa de palma-, los hermanos se fotografiaban con la Virgen, mientras a cada una de esas insignias se le añadía un papelito con el nombre del hermano que las debía portar. "Los hermanos están citados a las cuatro de la tarde para preparar el cortejo, que saldrá una hora después", recordaba entonces el vicehermano mayor segundo, Manuel Ariza.

Y llegó la hora de tomar las calles para la hermandad que supuso el nacimiento del Lunes Santo cordobés -fue la primera en realizar estación de penitencia ese día hace ahora 70 años cuando era la hermandad de Jesús ante Pilatos-. La música de la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora del Sol -de Sevilla- acompañaba a Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y la de Nuestra Señora de Aguilar -de Alcalá de Guadaira, Sevilla- para recorrer un nuevo itinerario hacia la Catedral. La imagen mariana lució restaurados y plateados los respiraderos de su paso mientras que, ya entrada la noche, cuatro también restaurados candelabros de brazo rematados por tulipas de cristal con estrellas talladas iluminaban su caminar.

Media hora antes, centenares de personas esperaban bajo un sol abrasador en el Zumbacón a que realizaran su estación de penitencia Nuestro Padre Jesús Humilde en la Coronación de Espinas y Nuestra Madre y Señora Santísima María de la Merced, dibujando una estampa en la que parecía que tanto el Cristo como la Virgen pronunciaban aquel versículo -el 14 del capítulo 19 del Evangelio de San Mateo- que rezaba aquello de "dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos es de quienes son como ellos". Chicos y grandes escoltaron con sus miradas a los titulares de La Merced durante todo su recorrido procesional.

No sólo el centro de Córdoba -por La Sentencia- y el Norte -por La Merced- sintió esa calor que amenazó con lipotimias y cuyo mejor antídoto fue la devoción cofrade, también se hizo notar en la Huerta de la Reina, donde volvió a brillar de nuevo La Estrella. Esta hermandad fue la protagonista de la anécdota de la jornada cuando tuvo que retirar en la plaza de Colón del paso de misterio de Nuestro Padre Jesús de la Redención ante Caifás a un romano por problemas de anclaje, imagen que fue trasladada al Palacio de la Merced. Cuenta el capataz de Nuestra Señora de la Estrella, Rafael Giraldo, que cuando se levantan los hermanos cada Lunes Santo tienen la misma sensación que un niño en el día de Reyes. Porque cada Lunes Santo, como ocurrió ayer, se olvida lo difícil que ha sido a veces el trabajo de la hermandad hasta llegar en menos de 30 años a ocupar "un lugar de auténtico privilegio en el panorama social de la ciudad", como él mismo explica. "Al cielo lo que es del cielo", gritó orgulloso en más de una ocasión a su cuadrilla de costaleros, una cuadrilla con ya 20 años de vida, que vivieron de manera muy especial ese día de reyes a los pies de Nuestra Señora de la Estrella.

A la par que el sol se iba retirando para dar una tregua sólo unas horas a la Semana Santa cordobesa, el bullicio tomaba las calles con hileras de personas de procesión en procesión, un bullicio que se tornó en silencio al paso del crucificado del Vía Crucis, silencio sólo apagado por el susurro de unos tambores roncos entre ecos de siglos pasados. Su cruz de guía, copia de la existente en la Santa Iglesia Catedral, obra del escultor granadino Alonso Cano y realizada en madera de abedul, precedió a el luto riguroso que destilaban los nazarenos al componer una impresionante estampa con el Cristo a hombros.

Tan impresionante como la estampa del Remedio de Ánimas, dueño y señor de la noche del Lunes Santo. Su estación de penitencia desde San Lorenzo es cada año más especial, repleta de simbolismo y entidad propia, como la que le confiere su acompañamiento musical, el coro de hermanos que interpreta el Miserere en el primer paso y el de hermanas que hace lo propio con el Stabat Mater en el segundo. El Remedio de Ánimas deja lista la Semana Santa de Córdoba -con su entrada pasada la una de la madrugada del Martes Santo- para la continúe hoy la San Faz, que es la primera en partir durante le presente jornada, una jornada en la que el calor volverá a acompañar sin compasión.

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