Martes Santo

Entrega e ilusión con cruda recompensa

  • El Prendimiento y la Agonía salen, cambian sus itinerarios y se ven castigados por la lluvia nocturna. El resto de cofradías opta por quedarse.

OTRO día difícil, tenso, de intriga, de lágrimas, de duras decisiones. No acaba de llegar a esta Semana Santa 2013 esa tregua de las nubes que tanto se espera y los días pasan con un sabor amargo para esa Córdoba cofrade que con tanta ilusión espera reencontrarse con esas imágenes y esas sensaciones tan hondas que tanto ama. Ayer, Martes Santo, sólo dos de las cinco procesiones de la jornada decidieron salir a la calle y emprender su anual estación de penitencia, pero a ambas nos les acompañó la fortuna. La primera en decidirse por abrir el portón de su templo, en la calle María Auxiliadora y poco después de las 16:30 de la tarde, fue la hermandad salesiana del Prendimiento y la segunda la hermandad de la Agonía, que salió desde la Catedral a la hora convenida y sin demoras para enfilar ese larguísimo trayecto que tenían por delante hasta llegar al barrio donde tanto se ama al Cristo de la Agonía y a la Virgen de la Salud, cuya imagen no sale en procesión pero acompaña siempre a todos los cofrades. Frente a la decisión de estas dos hermandades, las otras tres optaron por quedarse en sus respectivas sedes canónicas para dolor de tantos costaleros y penitentes que ansiaban salir a encontrarse con el pueblo de Córdoba. La primera en decidir la suspensión por la cofradía de la Santa Faz, en los Trinitarios, que apenas pasadas las cuatro y media de la tarde dio a conocer a sus hermanos que tendrían que afrontar la peor de las situaciones posibles. Por la misma experiencia pasaron horas más tarde las hermandades de la Sangre y del Buen Suceso, cuyas imágenes se quedaron en sus templos para luego ser visitadas por decenas y decenas de fieles.

La cuestión es que a la hora en la que se decidieron las suspensiones no llovía, pero sí que se sabía que la previsión meteorológica anunciaba lluvias más que probables a partir de las ocho de la tarde en la capital. Con cada vez peores augurios en ese sentido, las dos procesiones que estaban en la calle decidieron en torno a las siete reconsiderar sus respectivas decisiones. En el caso de la Agonía, que a esa hora subía la calle de la Feria con una hora de antelación respecto al horario previsto después de un ímprobo esfuerzo de su cuadrilla, lo que se decidió fue abandonar la idea de llegar a la Carrera Oficial y, en la esquina de Claudio Marcelo, se optó por seguir adelante hacia el Barrio del Naranjo por el camino más recto y con la intención de evitar en lo posible la lluvia que todo el mundo comenzaba a dar por segura en apenas unas horas. El Prendimiento, por su parte, también varió su rumbo y, con dolor, decidió dejar para otro año ese sueño tan hermoso de llegar a la Catedral por la recién reformada Ronda de Isasa y por la Puerta del Puente. A la altura de la iglesia de San Pedro la hermandad salesiana comenzó a girar de vuelta a su iglesia y asumió que la tarde no estaba ya para aventuras y convenía decantarse por la cautela.

La noche del Martes Santo dejó imágenes muy dolorosas cuando la mala previsión comenzó a hacerse real y una lluvia persistente empezó a caer sobre una ciudad que se ha acostumbrado a la fuerza al paraguas y a las lágrimas cofrades. El Prendimiento recibió este manto de agua cuando ya estaba en las inmediaciones de María Auxiliadora y fue la Virgen de la Piedad la que salió peor parada en los momentos en los que ya se preparaba para entrar. La Agonía, dada la lejanía de su barrio de su origen, se tuvo que refugiar en la nave donde ensaya su banda en el polígono industrial de Chinales. Ambas cofradías recibieron muchos aplausos y ánimos por su entrega, aunque los recuerdos que dejará este Martes Santo no serán buenos. La previsión para lo que resta tampoco es precisamente lo mejor. Aún así, que prevalezca la entereza y la alegría cristiana.

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