La Sentencia

Los enigmas de la Meteorología desde San Nicolás

  • Miles de personas pasan por el templo para ver a los titulares de la Sentencia

En la plaza de San Felipe, al margen de hablarse de la Semana Santa, se debatía -y mucho- sobre Meteorología, esa ciencia que se convirtió en la protagonista de excepción de la tarde-noche del Lunes Santo. Parecía como si todo el mundo estuviera obligado a tener nociones sobre esa materia que dominan los Maldonado y Marvizón, por citar sólo algunos de los meteorólogos de renombre, y que ahora encuentra adeptos a través de portales como The Weather Channel o Accuweather. Pronto llegaron noticias de que la Merced había iba a suspender su procesión y fue cuestión de minutos que los fieles y, en general, los ciudadanos que acudieron a la plaza de San Felipe, iniciaran el debate sobre el tiempo.

Las teorías sobre el tiempo que salieron a la palestra fueron muy diversas. Hubo quien se remitió a lo escuchado horas antes en el parte meteorológico de televisión y quien se atrevió con teorías sobre el movimiento de nubes que llega desde las provincias de Huelva y Sevilla hasta Córdoba. "Está comprobado que cuando llueve en Sevilla poco después lo hace aquí", señaló uno de los que se aproximaron a este céntrico punto de la ciudad.

En San Felipe y en la intersección de la avenida del Gran Capitán con las calles Gondomar y Concepción se pudieron escuchar del mismo modo interpretaciones muy diferentes sobre la negrura y textura de los nubarrones que en esos momentos se encontraban entoldando la ciudad. "Están muy negras y eso quiere decir que alguna de ellas va a descargar, así que lo mejor es que no salgan para no arriesgar", declaró una mujer en un grupo de amigas.

Pero no sólo fue una tarde de tertulia meteorológica. También fue una tarde de profunda esperanza, un sentimiento que muchos mantuvieron incluso después de que la junta de gobierno decidiera suspender la procesión. A las noticias que llegaban desde el Zumbacón se les unía además que tanto la Vera Cruz, en el Campo de la Verdad, como la Estrella, en la Huerta de la Reina, estaban a punto de seguir el mismo camino de la Merced y la Sentencia. Por este motivo hubo quien confió en que ésta no fuera la última palabra y se lanzaran a la calle para cubrir el recorrido procesional.

La esperanza no era más que el fruto del deseo de esa mayoría que sufre cuando ve que todas las estaciones de penitencia van suspendiéndose una tras otra. "no puede ser que nos quedemos sin procesiones", precisó esa misma mujer que afirmaba que una de esas nubes negras se vaciara sobre la ciudad.

Y, haciendo honor a su nombre, la junta de gobierno dictó sentencia: "No salimos". Lo hizo, sin embargo, en torno a 90 minutos después de la hora prevista de salida. Faltaba entonces conocer el momento en el que se abrirían las puertas de la iglesia para que los fieles fuesen a ver al Señor de la Sentencia y la Virgen de Gracia y Amparo. Las dudas generadas en torno a la salida de la procesión pasaron a convertirse en dudas sobre la hora de apertura del templo. Mientras tanto, varios centenares de cordobeses empezaron a guardar cola junto a la puerta de la iglesia que da al bulevar del Gran Capitán con objeto de ser de los primeros en visitar a los titulares de la corporación.

En San Nicolás tampoco faltaron las lágrimas y los abrazos de costaleros que, desconsolados, rompían a llorar como niños. "Han sido muchos los ensayos y ahora qué", se preguntaba con gesto de dolor uno de los costaleros de la cuadrilla de la cofradía. En medio de unos y de otros se encontraban los músicos de la Banda de Cornetas y Tambores de la Expiración, de la localidad sevillana de Morón de la Frontera. Ellos, al igual que la cruz de guía en la zona del templo más próxima a la puerta de salida, esperaban casi sin noticias a que alguien de la hermandad les dijera lo que iba a pasar. Alguno de ellos incluso se aventuró a decir que "seguro que no va a salir, pero aquí tenemos que estar".

Fueron los sin sabores de una procesión suspendida los que, en definitiva, protagonizaron la tarde tanto en el interior del templo como en la plaza de San Felipe y sus aledaños.

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