La Merced

Las nubes acorralan el Zumbacón

  • El aguacero caído a las 15:00 y la previsión de lluvia conllevan la suspensión del cortejo

El Zumbacón asiste a una eclosión de contrastes acusados. Apenas un centenar de personas espera frente a la parroquia de San Antonio de Padua, una cifra reducidísima si se la compara con el más de un millar de fieles que no suelen faltar cada año a la salida procesional de la Merced. El sol dominante en años anteriores, astro que convierte a esta cofradía en una de las más luminosas de la Semana Santa local, se esconde tras un inmenso nubarrón gris que casi acorrala a este barrio. Tampoco hay mangas de camisa y, en su lugar, predomina la ropa de abrigo. Los chubasqueros y paraguas son radicalmente más numerosos que las gafas de sol. Se trata de un Lunes Santo, en definitiva, muy distinto al que sueñan los cofrades de la Merced.

La insólita falta de bulla en los aledaños de la iglesia tiene su argumento más sólidos en el aguacero caído hasta las 16:15, la hora prevista para la salida del cortejo. El desánimo cunde entre nazarenos, costaleros y músicos. Su semblante no engaña. Son conscientes de que la esperanza de llevar a sus titulares al centro de la ciudad es muy remota, pero aún así se agarran a esa pequeña posibilidad y todavía creen en que las nubes los dejarán tranquilos.

La incertidumbre -antes casi inexistente- se genera pasadas las 16:30. La junta de gobierno se da un margen de media hora para volver a decidir sobre la salida y el sol parece resquebrajar los nubarrones, un fenómenos que algunos lo toman como una especie de "espejismo" que no habría que tener en cuenta. Una mayoría de quienes aguardan junto a San Antonio de Padua entiende como una señal que haga "valiente" a la cofradía del Zumbacón.

El sol, presente durante algo más de media hora, le gana tanto terreno a las nubes que la junta de gobierno vuelve a pedir otra treintena de minutos. No llueve y la presencia de rayos solares, si no fuera porque desde la lejanía se acerca otro nubarrón todavía más oscuro que el anterior, podría acarrear equívocos. El nerviosismo crece y hay quien piensa que el Señor Coronado y la Virgen de la Merced saldrán.

La dudas se tornan en lágrimas con el simple movimiento de cabeza de un nazareno que sale a la puerta de la iglesia. Le preguntan si saldrán finalmente y él, con gesto serio, esboza una negativa. Es entonces cuando se agota cualquier esperanza de ver a los titulares mercedarios por las calles de la ciudad. "Que los saquen, aunque sea por el barrio", dice una joven. Alguien le contesta que "o se llega a Las Tendillas o nada de nada".

Al filo de las 17:30 empiezan a salir penitentes de la parroquia. Abandonan con gesto de derrota y, aún con lágrimas en los ojos, se despiden del Señor y la Virgen con un último beso al viento. "Prácticamente lo tuvimos claro desde el principio por lo que estaba cayendo", señala el hermano mayor, Manuel Valera, que hace minutos que ha consultado por última vez el servicio metereológico de Accuweather. "Dijeron que llovería a las tres de la tarde y no se equivocaron y también apuntan un riesgo alto para las próximas horas, así que hay razones de sobra para esperar hasta el año que viene", concluye un Valera visiblemente entristecido por los hechos.

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