Semana Santa

El motor de los 42 millones

  • El panorama que ofrecía Córdoba ayer, aparte de las seis estaciones de penitencia, era el de una población volcada a la fiesta y, de forma indirecta, al consumismo que es un efecto colateral de la celebración religiosa

CUANDO el pasado otoño se conoció el informe elaborado por Analistas Económicos de Andalucía para Unicaja, sus resultados no pasaban de ser unos datos que sobre el blanco papel no se diferenciaban mucho de cualquier otro trabajo similar. Ayer, Domingo de Ramos, en cambio, cobró sentido todo este riguroso trabajo cuando cualquier persona pudo asistir en directo al arranque del motor que es capaz de general cada año 42 millones de euros al año en la capital.

La mañana del Domingo de Ramos se caracteriza por la puesta en marcha de la parte más visible de esta máquina que genera beneficios de todo tipo para la ciudad. Mientras la Borriquita salía de San Lorenzo, las calles del itinerario se iban llenando de público que, a su vez, ocupaba también los bares y tabernas, compraba chucherías en los puestos ambulantes, comía pipas en las aceras, entretenían a los niños con un tambor o con algodón dulce y, por último, decidían quedarse a tapear en el Centro para que diera tiempo a ver las procesiones de la tarde.

Así pensaron decenas, centenares de personas, lo que tuvo su repercusión económica directa en las cajas de numerosos establecimientos. Lo bueno de la Semana Santa es que la riqueza que genera no se queda en una parte de la ciudad, sino que este beneficio se difumina por toda la ciudad, como ocurrió en los Padres de Gracia, en Santiago, en el Campo de la Verdad, en San Andrés o en San Francisco.

Es ésta sólo una de las consecuencias económicas de la existencia de las cofradías. Además del incremento del negocio en la hostelería, está también la repercusión que tiene en sectores profesionales y artesanales. Los estrenos que cada año realizan las hermandades tienen una importante labor social, como es el mantenimiento de unos 1.700 puestos de trabajo entre directos, indirectos e inducidos.

Ayer, por ejemplo, la hermandad de la Borriquita estrenó la imagen de una niña en su paso de misterio. Pague quien pague esta imagen, lo cierto es que los beneficios han ido a parar al imaginero así como, en menor medida, a los establecimientos donde se han comprado las ropas que la visten.

Lo mismo se puede decir de los diversos estrenos que hizo la Hermandad del Rescatado. Desde la restauración de las cuatro cartelas pintadas por Martínez Cerrillo a las molduras de orfebrería, pasando por la peana o las perinolas del paso de la Virgen de la Amargura, todo son enseres que enriquecen el patrimonio de la cofradía en particular y de la ciudad en general, pero que también sirven para sostener unos oficios tradicionales que, de otra manera, estarían en vías de desaparición, si no extinguidos en su totalidad.

Aunque no haya estrenos, la máquina funciona de igual manera, porque toda estación de penitencia tiene unos gastos fijos que, a su vez, repercuten en infinidad de oficios, desde el cerero al músico, pasando por el del invernadero de flores o el que fabrica el limpiaplata, por ejemplo.

Esta máquina se puso ayer en movimiento en su parte más visible y quien se sorprendió por la potencia de la misma fue el nuevo obispo, Demetrio Fernández, quien acudió por primera vez al palco de autoridades de la plaza de las Tendillas, acompañado del presidente de la Agrupación de Hermandades, Juan Villalba, y de una representación del Ayuntamiento.

Quien está acostumbrado a vivir una Semana Santa tras otra no percibe la importancia que supone esta celebración religiosa para la economía local hasta que un estudio con la solvencia del realizado por Analistas Económicos de Andalucía lo pone sobre el papel. Quien se encuentra por primera vez en la vida con una manifestación popular de este calado, como es el caso del obispo, se da cuenta a las primeras de cambio de que Córdoba vive esta fiesta con una intensidad muy superior a lo que le habían contado.

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