Cofradías · rescatado

Marea de fe desde los Trinitarios

  • Varios miles de fieles acompañan al Señor de Córdoba y la Virgen de la Amargura durante una procesión que llegó a la plaza de San Agustín, por donde no pasaba desde los años 40

Ninguna procesión congrega a tantos fieles como la del Rescatado en la plaza del Cristo de Gracia y sus alrededores. Tan masivo es el fervor que despierta el Señor de Córdoba entre los ciudadanos que su hermandad se ve obligada cada año a invertir el orden de sus titulares en el cortejo para evitar que la distancia entre los pasos del Señor y el de la Virgen de la Amargura sea de varios kilómetros. Y ayer no fue, ni mucho menos, una excepción. Los devotos se agolparon frente al cocherón que hay aledaño a la iglesia de los Padres Trinitarios desde bien temprano para tratar de estar lo más cerca posible de esta talla inspirada en la imagen madrileña de Jesús de Medinaceli.

Durante la espera –en algunos casos de varias horas–, los fieles se centraron en la búsqueda de una sombra que les cobijara del impacto del sol y a entretener a sus hijos mediante juegos y bolsas de pipas, altramuces y golosinas para que éstos no cayeran en el aburrimiento. Así aguardó la ciudad la llegada de su Señor, “el de todos”, como así lo remarcó el capataz en una de las llamadas a su cuadrilla de costaleros.

Pero la larga espera se vio recompensada finalmente con la salida de la Virgen, en primer lugar, y, posteriormente, con la del Señor Rescatado. Ambas estampas se ganaron los primeros aplausos, alguna que otra petalada e infinitas lágrimas de emoción entre los asistentes a la plaza. En poco más de una hora, los pasos de los titulares, bien escoltados por casi tres centenares de capirotes morados, se diluyeron entre una nube de humeante y aromático incienso que se dirigía hasta las calles de los Frailes y Montero, una perfecta antesala a la trama que emboca en la plaza de San Agustín.

Fue precisamente junto al templo de los frailes agustinos donde se registró una escena que no se repetía desde la década de los 40. El Rescatado regresó a este punto antes de llegar a la Carrera Oficial, precisamente en un intento de entroncar con las procesiones de la primera mitad del siglo pasado, un gesto que los cofrades cordobeses agradecieron a través de una masiva afluencia al entorno de esta plaza localizada a medio camino entre su sede canónica y la calle Capitulares.

Pero, aparte de los reencuentros con la tradición y de la explosión de emociones entre los fieles que acompañaron a sus dos titulares por la calles de la ciudad, el cortejo desarrollado ayer por la Hermandad del Rescatado cobró también cierto protagonismo por los estrenos que lució en la tarde-noche del Domingo de Ramos. La Virgen de la Amargura contó con una nueva candelería y con la restauración del techo de palio, novedades que hicieron que esta talla ganara en belleza.

Pero la participación de los fieles del Rescatado no quedó sólo en la habitual y multitudinaria fila de penitentes que siguen al Señor de Córdoba. Lo más novedoso en este sentido ha sido en esta ocasión la colocación de medio centenar de colgaduras en las inmediaciones de la plaza del Cristo de Gracia, unos elementos realizados en el taller de costura de la hermandad y repartidos entre los vecinos del barrio.

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