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La culpa, una vía para restaurar el equilibrio

  • La psicóloga Carmen Durán ahonda en el sentimiento de culpa y su relación con la psique.

La salud física y la salud psíquica, tan separadas en la ciencia contemporánea son, básicamente, un todo. Y dentro de la psique, el sentimiento de culpa tiene una importante función, pese a estar relegada en el ámbito judeocristiano al paradigma de la redención. Cuando el sentimiento de culpa resulta perturbador aparece el masoquismo moral, íntimamente relacionado con la depresión o la psicopatía. La psicóloga Carmen Durán plantea, desde la perspectiva del psicoanálisis y cubierto con un nutrido manto filosófico, que la culpa nos lleva a cuidar del bienestar ajeno y a ajustar nuestros deseos y los de los demás en un saludable equilibrio.

Esta perspectiva permite abordar un espectro emocional tan complejo como la culpa, como una vía que permite restaurar las relaciones, recomponer los vínculos y facilitar la convivencia. Evidentemente, esa idea no deja de lado que es la culpa la que nos atrapa y nos carga de exigencias y reproches por asuntos que no están en nuestras manos. Y eso inevitablemente conduce a la infelicidad. De hecho, la búsqueda de la felicidad está explícitamente enraizada en las causas que llevaron a la autora a escribir el libro, que supone un cruce de caminos entre la filosofía moral, la ética, la sociología y la antropología. "Me interesó reflexionar en la otra cara del amor, en el odio y en la culpa que genera", explica en sus páginas.

Su hipótesis de partida es que el estado de salud mental, el físico y el equilibrio psíquico van a depender de la superación del sentimiento de culpa, así como también la felicidad y la serenidad dependerán de ese proceso, que tiene manifestaciones conscientes e inconscientes. La clave está por tanto en asumir nuestra verdadera naturaleza para no estar en guerra con uno mismo. Durán reflexiona sobre los orígenes y las múltiples facetas de este sentimiento.

Una de las virtudes del estudio de la autora es la transversalidad de su trabajo. Aun siendo una visión freudiana y remitiendo a los clásicos, como Epicteto, la obra aporta elementos de la filosofía Advaita, una rama del hinduismo, o el abordaje del sentimiento de culpa desde la perspectiva del eneagrama, antigua enseñanza sufí aplicada hoy día por algunas corrientes en el campo de la psicología.

Klein, Lorenz, Freud o Sándor Ferenczi son algunos de los autores que van alumbrando este estudio. En su camino, el libro desgrana dos tipos de culpa: la culpa persecutoria y la culpa depresiva. La primera lleva la ansiedad asociada a ella y, como ocurre con todos los mecanismos inconscientes, la ansiedad y la culpa persecutoria se rigen por procesos primarios donde la referencia del tiempo desaparece. En el segundo tipo, la culpa depresiva, prevalecen sentimientos sobre el objeto y el yo, que conducen a la pena, la nostalgia y la responsabilidad.

El sentimiento de culpa es difícil de asumir y solemos recurrir a técnicas para manipularlo o hacerlo más llevadero. En ocasiones, necesitamos proyectarla, sacarla fuera de nuestros sentimientos y colocarlos en otra persona. Eso suele ser fuente habitual de los problemas de pareja, un ámbito en el que la autora acumula bastante experiencia profesional en la psicología clínica.

Además de un amplio bagaje teórico, esta obra también aporta algunas consideraciones prácticas muy útiles. Según explica, desvelar la mentira social, la idea de que el amor no admite ninguna ambivalencia, de que la agresividad es siempre dañina y mata el amor, enfrentarnos a las múltiples caras del ser humano, puede ser algo muy liberador. "Esto puede ayudar a mantener a la culpa en su justo término, aquel que nos permite reconocer el daño hecho al otro y que nos lleva a tratar de repararlo".

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