Pozoblanco Romería de la Virgen de Luna

Estampas como las de otros tiempos

  • Aunque la afluencia de romeros a la ermita de la Jara fue menor que en anteriores ediciones, las calles de la ciudad se llenaron por la tarde para recibir y aclamar a la Patrona

Cada Romería de la Virgen de Luna en Pozoblanco tiene una connotación especial para los devotos de esta imagen mariana y genera recuerdos, vivencias y anécdotas que se mantienen en la memoria. Sin embargo, la romería de 2010 a buen seguro que será muy recordada por los pozoalbenses, ya que diversas circunstancias han provocado que este año la fiesta grande de la ciudad cuente con una serie de peculiaridades que no se recordaban ya por tierras de Los Pedroches. Así, la decisión del Ayuntamiento vallesano de prohibir el acceso en coche al entorno de la ermita de la Jara ante la situación que presenta el paraje tras las lluvias de las últimas semanas, ha cambiado por completo el paisaje de la celebración y ayer se pudieron ver estampas que sólo los más veteranos de aquellos lares recordaban, como la de los romeros sentados en las centenarias piedras de granito compartiendo manjares, con muchos menos preparativos por aquello de no disponer de vehículo para transportar más viandas y material para un largo día de campo.

No se vieron las reuniones de otras ediciones, pero sí un ambiente más familiar y relajado, con más devotos que decidieron acudir andando hasta la ermita y una mayor concentración de personas a la hora de la comida en la zona reservada a las empresas de hostelería.

La aceptación del sistema de transporte en autobús era otra de las incógnitas a despejar y, a tenor de los comentarios casi generalizados, los pozoalbenses aceptaron de buen grado que el acceso al templo de la Virgen de Luna se realizara en autobuses. No obstante, la mayoría fue también muy crítica con el coste excesivo por el coste de este servicio -cinco euros por persona-.

Pese a todo, el gentío en torno a la ermita de la Jara no fue el de otros años y se notó, sobre todo en las primeras horas, que la cifra de asistentes fue menor que en 2009. La prueba inequívoca de ello se observó por la tarde, cuando la Señora de Los Pedroches entró en Pozoblanco y la gente llenaba el entorno del Ayuntamiento, la calle Real y la plaza de la Iglesia de Santa Catalina, una estampa también atípica, como no se veía en Pozoblanco desde hace lustros.

Pero antes de llegar al pueblo, la Romería de la Virgen de Luna cumplió con todas las tradiciones que marca esta centenaria celebración. Así, a las 08:00 los hermanos de la Cofradía de la Virgen de Luna estaban ya perfectamente ataviados en su sede de la calle Santa Ana y, tras pasar lista, se dirigieron primero a casa del Alférez y después se encargaron de recoger al capitán y a las autoridades municipales.

A las 10:00, la peculiar tropa de la patrona estaba ya en el Santuario de la Jara, donde tuvo lugar el responso y la primera salida procesional de la imagen por los alrededores de la Jara. Después, el capellán Pedro Fernández Olmo presidió la eucaristía y, tras la bienvenida al nuevo hermano Juan Manuel Fernández y la despedida del veterano Bienvenido Martínez tras 33 años en activo en la cofradía, llegó la hora de los manjares, las candelas, del buen jamón de la tierra ligado con exquisito vino, de la matanza, de la confraternización, de vivencias muy personales.

A las 14:00, la Cofradía inició su comida de hermandad, un encuentro en el que se dan cita no sólo los hermanos, sino autoridades y otros invitados, como es el caso del pregonero, que este año ha protagonizado José García. Casi sin tiempo para la tertulia, a las 15:15 la Virgen de Luna inició el camino de Pozoblanco arropada por miles de fieles.

El sol no apretó como en otras ocasiones, por lo que los casi 14 kilómetros que separa la Jara de la ciudad de Los Pedroches fue un poco más cómodo, con algunas nubes y una temperatura agradable. En el trayecto, los disparos de los hermanos y las paradas típicas -como la del Pozo de la Legua- marcaron recorrido de algo más de tres horas. Desde unos minutos antes de que el paso de la Señora llegara al Arroyo Hondo, ya se apreciaba que la entrada en la ciudad de la patrona sería multitudinaria Y así fue. El gentío acompañó a la Virgen de Luna por las calles de Pozoblanco como casi nunca se había visto. Los vivas a la imagen sólo se vieron alterados por la ola de salves y disparos al aire de los hermanos de la cofradía, porque la pólvora es el elemento que los distingue y con el que muestran su admiración a la patrona.

Tras la llegada al Arroyo Hondo, el alcalde de la localidad, Baldomero García, cumplió con otra de las tradiciones de la Romería, como es la entrega de las llaves de los sagrarios de las iglesias de Santa Catalina de Pozoblanco y San Miguel de Villanueva de Córdoba, una joya que se impone a la Virgen en cada entrada a la ciudad y que simboliza la unión de los dos municipios que tiene por patrona a la Virgen de Luna.

La entrada del paso al interior a parroquia de Santa Catalina fue de nuevo emocionante, un gesto que deja sentimientos encontrados entre los fieles, ya que a la tristeza de que se acaba un día grande se une la alegría de saber que la Virgen de Luna estará en Pozoblanco los próximos cuatro meses.

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