Un hábito de vida saludable como caminar supone para muchas personas una manera tradicional de mantener la forma física, pero si a ello se une la oportunidad de adentrarse en los paisajes que rodean la urbe palmeña, esta actividad se completa al cien por cien no sólo en el plano deportivo, sino también en aspectos históricos y culturales. Palma del Río está rodeada por extensiones de terreno agrario al mismo tiempo que se encuentra enclavada entre los ríos Guadalquivir y Genil, unas cualidades medioambientales que configuran una orografía idónea para aprovechar bien a pie o en bicicleta. Un compendio de factores que permiten a los amantes del senderismo disfrutar de cuatro nuevas rutas por los alrededores de la localidad que la Oficina de Turismo ha diseñado para caminantes y amantes de cicloturismo.

Uno de esos recorridos se ha fijado por los paisajes de la zona de la campiña, en concreto por La Algaba y La Jara. El inicio se produce a unos 800 metros de la fuente de La Algaba, un venero -manantial de agua- de 17 metros que sirvió como importante suministro. En este entorno donde antes abundaba el bosque mediterráneo, se produjo en los últimos siglos un intenso proceso de desmonte para que se pudiese cultivar la tierra. Así, a lo largo del camino se observan restos del molino del Cañaveral donde se instalaron tres molinos -Castillo, Guzmán y Alí-. El trayecto discurre por la cañada real del Alamillo hasta llegar a la cañada real de La Jara, antes de desviar la dirección hacia la fuente del Adalid. En total, 13,75 kilómetros con una dificultad media-baja que finalizan en la carretera A-453.

Otra opción para los senderistas está la de caminar por los pagos de huerta de Las Delicias, El Higueral y El Corvo. El punto de partida arranca en pleno centro histórico, en la plaza Mayor de Andalucía, para proseguir más tarde por la muralla almohade con la intención de alcanzar dichos pagos de huerta en los que además de verse las plantaciones de naranjos, se puede escuchar y encontrar aves como mirlas, jilqueros, verderones, colilargos, abejarucos y animales como liebres o conejos. Una vez que el senderista llegue a la orilla del Guadalquivir divisará un paisaje de ribera con una perspectiva amplia del cauce; tras un descanso para contemplar el paraje, el regreso a la ciudad transitará entre naranjos. En esta oferta de explorar los pagos de huertas, la tercera ruta establecida -de unos siete kilómetros de larga como la anterior- abarca la zona de La Barqueta y Pedro Díaz, ubicadas al sureste del municipio. Allí, los caminantes tienen la posibilidad de los serpenteante meandros del Genil, la panorámica del pago de El Rincón o las vistas de La Pimentada, sin dejar atrás las huertas de La Barqueta, que ocupan todo el meandro y cuyo nombre data de 1342; el terreno compuesto por terrazas ofrece una variedad de plantas como palmitos, esparragueras y árboles como granados silvestres, acebuches o moreras. El último tramo de este trazado desemboca en Pedro Díaz, en cuyo interior se encuentra la capilla construida en 1860.

Y, por último, el recorrido más corto de todos -3,8 kilómetros- se ha planteado por la margen derecha del Guadalquivir, es decir, en el antiguo camino entre Córdoba y Sevilla. Esta senda parte del antiguo puente de hierro sobre el río Betis, junto al Centro de Interpretación del Río y la ermita de Belén, para continuar por las cercanías de la estación de trenes y enfilar un camino a orillas del caudal. Se trata de una vía que durante el Imperio Romano tenía gran importancia social, cultural, económica y militar; estas características que permitieron la construcción de un puente de piedra sobre el río Retortillo.

Cuatro diferentes emplazamientos que dibujan multitud de entornos cargados de pureza, tradición e historia en las afueras de Palma del Río. Con estas rutas los viandantes y ciclistas aprovecharan aún más los privilegios que brinda estos roncones del Valle del Guadalquivir.