Provincia

El brillo infinito de la Virgen de Araceli

  • Miles de personas arropan a la patrona lucentina en su procesión en uno de los días más grande de sus fiestas

Imponente, a las 20:00 en punto de la tarde, hacía su aparición a las puertas de San Mateo, María Santísima de Araceli. Vestida en esta ocasión de azul con el manto que hace más de 25 años le bordara Antonio Sánchez, la Virgen salía en su día precedida del gran cortejo que cada año la acompaña en esta tradicional tarde, aunque caracterizado en esta ocasión por una gran ausencia, la de la banda de música del Arahal que este año no participaba así en uno de los grandes eventos del mayo cordobés. A pesar de ello, las melodías que abrían el cortejo no faltaron y estuvieron a cargo de la Banda de Música de la Humillación de Lucena, que muy dignamente desempeñó su función en esta importante tarea.

Araceli en su día brillaba, a pesar de que desde el mediodía el cielo lucentino se torno de gris. Miembros de la Real Archicofradía, la Vocalía de Juventud, la corporación municipal, fieles así como la Corte Aracelitana y medio centenar de mujeres, todas ellas ataviadas de mantilla recorrieron las calles de Lucena ante la majestuosa imagen de la Virgen. Un gran cortejo para un gran evento, que como tal, contó a lo largo de todo su recorrido con un gran número de espectadores que disfrutaron del paso señorial, que este año, Francisco Burguillos, manijero de Araceli en su día, dio al trono junto a sus 35 santeros.

Este impresionante trono, de grandes dimensiones realizado en 1974 por los orfebres Hermanos Angulo en metal plateado y dorado, parecía fluir entre el bullicio y la gente y de pronto el silencio se hacía. Canciones para la Virgen, fandangos de Lucena en los que se resaltaba desde la acera la divinidad y dulzura de la Patrona de Lucena y del campo andaluz. Emoción en cada horquillo, petaladas que caían sobre el techo de palio como una lluvia de amor y devoción y fieles que a pesar de los empujones y los pequeños atropellos no querían con su vela, representante de una promesa hecha a Araceli, despegarse ni un centímetro de Ella. "Para mi es muy gordo estar aquí. Sólo Ella sabe lo mucho que me ha ayudado y mientras pueda vendré a alumbrarla en su procesión", contaba Araceli, una mujer de no más de 60 años que se apoyó en su fe a la hora de lidiar con una dura enfermedad. Ella como otros muchos tantos cuentan con una historia de fe que en el día de esta procesión se hacen aún más palpables con esas interminables filas de gente que alumbra.

En su paseo, tranquilo y solemne, llegó la cuadrilla a uno de los puntos que los santeros califican como "el más impactante". La Virgen daba la esquina de la calle El Agua y al entrar en El Peso, como siempre la gente se agolpa delante del trono. "Mésela manijero", le gritaban a Burguillos que en ese momento disfrutaba del peso sobre su hombro dolorido de los últimos horquillos que separaban a María Santísima de Araceli de la Plaza Nueva. A la Corte de Damas es la ilusión la que las mantenía en pie llegado a este punto. La ajetreada agenda de actos y los tacones de vértigo hacían mella en esta representación de la mujer lucentina, que más de una vez a lo largo de estos días han visto como manaban los sentimientos en forma de lágrima sin que pudieran evitarlo.

Y así, con buen paso y "pesando la Virgen sobre los santeros", Araceli llegó a la Plaza Nueva sobre las 23:30 de la noche. Allí, un año más, no cabía ni un alfiler. Llegaba otro de los momentos espectaculares de la jornada, el trono de la Virgen se abría paso a duras penas por el río de fieles, lucentinos y turistas que se agolpan de nuevo a las Puertas de San Mateo. Se apaga el alumbrado y comienza aún con María Santísima de Araceli a mitad de camino de la plaza, el tan aclamado espectáculo piromusical. Suena la música, cantos aracelitanos que inundan la Plaza Nueva y se oye el primero de los cohetes. Colores en el cielo para anunciar que otro año más los lucentinos habían podido disfrutar del paseo de su Patrona por las calles de su pueblo. Y suena el Himno de la Virgen de Araceli y todos lo cantan en armonía, con el debate de a donde mirar, al cielo o al suelo. ¿Ver los impresionantes fuegos artificiales o a la Virgen que vuelve en su trono para despedir a sus lucentinos antes de entrar en su templo? Una bendita estampa, que en ese día pocos se pierden y quienes no pueden verlo in situ, aprovechan la emisión de la televisión local para no perder un detalle.

Últimos coletazos de una santería grande para quién la vive, para sus familiares y para todo el que la ve. A las 00:00 Araceli entraba en San Mateo, con ello prácticamente quedaban sentenciadas las Fiestas Aracelitanas 2015. La gente comenzaba a dispersarse y dentro de la parroquia los santeros se abrazan con el orgullo henchido de haber paseado a la protagonista de todo, en unas fiestas que por su idiosincrasia están declaradas de Interés Turístico Nacional.

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