Palma del Río

Somontes vista cien días después

  • Los jornaleros que ocupan este cortijo de la Junta han puesto en marcha nuevos cultivos

El cambio que ha experimentado la finca pública Somontes es a todas luces evidente. Desde que hace cien días un grupo de jornaleros ocuparan este cortijo de Palma del Río para hacer de ella su medio de vida, la tierra ha dado sus frutos. Lechugas, tomates, calabacines, pimientos del piquillo y melones ya se dejan ver, al igual que el corral y un rebaño de ovejas, que han otorgado utilidad a esta finca de secano que, por ahora, es propiedad de la Junta de Andalucía.

Los más de 300 jornaleros que en marzo asaltaron la finca Somontes tuvieron claro que la suya sería una ocupación definitiva, hasta que la Junta accediera a sus pretensiones de cedérsela en vez de sacarla a subasta pública. La falta generalizada de empleo en el campo y la convicción de que la tierra debe ser de quien la trabaje eran motivos más que suficientes para quedarse allí.

No encontraron obstáculos a su propósito. Los jornaleros, agrupados en el Sindicato Andaluz de los Trabajadores (SAT), estuvieron de acuerdo en crear una cooperativa y, para ello, acondicionaron las cuatro casas de la finca, limpiaron el pozo, prepararon parte de la tierra, establecieron el riego por goteo, crearon un corral con más de 60 aves, un rebaño de ovejas y cuidaron un sinfín de detalles para que la vida fuera algo más cómoda en este cortijo de 400 hectáreas, situado en lo alto de una loma. La idea es seguir en Somontes el modelo de la cooperativa El Humoso de Marinaleda y que, según explicó el portavoz nacional del SAT, Diego Cañamero, puede dar trabajo hasta a 400 personas porque allí han diversificado los cultivos para que haya campaña prácticamente todo el año.

La secretaria general del SAT, Dolores Álvarez, explicó a El Día que gracias a las aportaciones de "muchísima gente de Europa" es posible que puedan cultivar la tierra. De hecho, aclaró la sindicalista, desde Francia y Suiza están llegando muchas donaciones de personas afines a la causa y que permiten ampliar el riego por goteo y comprar, próximamente, las bombas para extraer agua del pozo.

Mientras el desarrollo de la finca prosigue su curso, los más de 30 jornaleros que viven allí de manera permanente trabajan con el temor de que, al igual que ocurriera el 26 de abril, les obliguen a desalojar el cortijo. Si se repitiera la historia, los jornaleros volverían a ocupar la tierras, porque son consciente de que Somontes es ya un símbolo.

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