reloj de sol

Joaquín Pérez Azaústre

El triunfo de José Antonio Nieto

JOSÉ Antonio Nieto ha hecho de la espera una virtud. Ha sabido medir sus tiempos cortos, voltearlos en otra anchura pública. Su oposición, sin desgaste excesivo y relajada, ha consistido en una especie de acecho activo, con una economía de movimientos dirigida a apuntar la grieta ajena. Seguramente ahora no sea el momento de poner el ojo en la grieta ajena, sino de avistar un futuro nuevo con unas cuantas claves ciudadanas que pueden ser proyecto de ciudad; sin embargo, la salud democrática podría fortalecerse con ciertos saneamientos en las cuentas, una explicación de los criterios y de las posibles arbitrariedades cercanas al asunto cultural. Uno de los aciertos, en Córdoba, de esta campaña electoral, ha sido que los tres principales partidos no la hayan usado como argumento arrojadizo, cuando podían haber existido no únicamente roces, sino también debates hondos sobre ciertas maneras de gestionar el empeño de la Capitalidad. Tanto el Partido Popular, rotundo vencedor de estas elecciones, como la rotunda perdedora, Izquierda Unida, y un PSOE que ha salido mucho mejor posicionado de lo que podría presumirse, a tenor del desplome general en España, han decidido que la cultura no era un tema de campaña, porque lo imprescindible era sumar filas en torno a la Capitalidad sin convertirla en objeto de disputa. Para los demás partidos, Ecolo y UPyD, que son un crecimiento ciudadano en cuanto a realidad diversa y entusiasta, y también PA, tampoco el desgaste discursivo sobre la cultura se ha convertido en arma arrojadiza. En cuanto la formación del empresario Rafael Gómez, UCOR, como no tenemos noticia de que la cultura, como vocación pública, figure realmente en su proyecto, tampoco es que pudiera aportar demasiado, y aún menos entrar en un debate más allá de extraños panteones de estatuas.

Ha ganado José Antonio Nieto, y la cultura ha sido en su discurso una proyección cívica de la ciudad posible. En el su equipo hay personas suficientemente avisadas de la realidad cultural de Córdoba como para engarzarse a lo que ha sido, hasta el momento, la política municipal frente a la Capitalidad. Seguramente una de las mejores ventajas del discurso de José Antonio Nieto es que, sin negar su importancia a la cultura, es muy consciente de que un proyecto auténticamente ambicioso de ciudad no puede articularse, únicamente, con la cultura como eje unitario. La cultura real, la ciudadana y libre, es hermana además de una prosperidad empresarial y económica, y también industrial y artesanal. La vida, vamos, que existe más allá de cuatro recitales de poesía, por más que los amemos y habitemos también. Ha llegado el momento de poder mejorar lo mejorable, que seguramente es mucho. La oportunidad es plena con una mayoría absoluta, y el acierto será la integración de potencialidades encontradas. ¿Córdoba, ciudad cultural? Por supuesto que sí. Pero, ante todo, ciudad.

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