Reloj de sol

Joaquín Pérez Azaústre

Hermanos de la Cruz Blanca

SOMOS la noticia nacional, y no precisamente por algo positivo. Somos la noticia nacional y pasamos de los titulares de economía, por la intervención de la caja, a los de escándalos sexuales, por el caso de los Hermanos de la Cruz Blanca, que por ahora es únicamente un caso, aunque próximamente quién sabe, quizá la serie aumente. Dos noticias terribles, cada cual a su forma y en su naturaleza. Así, sabemos que el titular del Juzgado de lo Penal número 3 de Córdoba ha condenado a cinco años de cárcel a un trabajador y aspirante a postulante de la Congregación de los Hermanos de la Cruz Blanca, en la Casa de San Francisco de Asís, en Córdoba, acusado de abusar sexualmente de un interno hasta en tres ocasiones. Todo esto es lamentable, y en realidad muy triste, por un sin fin de razones, además de las evidentes: que tratándose de un centro para discapacitados mayores de edad, perteneciente a la institución de la Cruz Blanca, los abusos se han llevado a cabo sobre alguien totalmente indefenso por su inocencia pulcra y manifiesta, y no existe mayor aberración que transgredir la confianza de los familiares, que han dejado allí a un impedido, usándolo de estera sexual. Pero también es una desgracia porque en Córdoba, desde que se inició, viene siendo notoria y conocida la labor necesaria, imprescindible y muy humanitaria de los Hermanos de la Cruz Blanca, y un hecho como éste acaba destiñendo y enlodando todo brillo anterior.

Aquí no hay duda posible, ya que el procesado ha admitido los cargos. El relato de los hechos más parece propio de una película erótica de bajo presupuesto ambientada en la cárcel, con duchas y pastillas de jabón de por medio, pero con la circunstancia moralmente agravante de que la víctima, aquí, ha sido un interno con una minusvalía mental del 86%. Lo ha dicho la familia: siempre "va a ser un niño de cuatro años, por lo que además nunca se ha enterado de lo ocurrido y prácticamente ni sabe de lo que estamos hablando". Afortunadamente. Quedan otros casos por dilucidar: el del hermano Manolo, director del centro, imputado también por un delito de abusos sexuales y otro de maltrato, y los de un religioso y un trabajador, acusados de abusos sexuales a internos. Ojalá sean inocentes y todo quede sólo en un mal sueño, aunque de muy difícil digestión para la familia de esta víctima, por más que haya salido la sentencia. A la vista de los miles de casos mundiales análogos, y del empeño de la jerarquía católica en mantener la soga de la castidad -que no fue idea de Cristo- mientras sigue condenando el pecado de sodomía, habría que recordarles, como algunos de ellos saben y sufren diariamente, que a la túnica sagrada la sostiene un cuerpo.

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