Reloj de sol

Joaquín Pérez Azaústre

El hombre orquesta

ESTA noche en Jazz Café sucede algo, pero cuándo no ocurre algo en Jazz Café. Esta noche, lo que ocurre en el Jazz, es Francisco Alemán Páez y su Timplísimo, un nuevo espectáculo lúdico festivo de alto alcance, vuelo corrompido por el arte y una difusión muy clandestina, como todo lo que hace Francisco Alemán Páez. Por ejemplo: si Francisco Alemán Páez hubiera vivido en el Berlín de los años 30, anterior a la guerra, habría sido trompetista de jazz en cualquier club nocturno de humo y perdición, pero también habría dado clases de filosofía en la universidad y habría sido, además, un espía camuflado del servicio secreto británico. Francisco Alemán Páez no puede contentarse con ser una única cosa, porque en ese caso no sería Francisco Alemán Páez. Así, desde que lo conozco, he encontrado su rastro en conciertos al más puro estilo cantautor alguna noche en Millenium, ha presentado libros de poemas y ha ganado muchos maratones. He dicho al más puro estilo cantautor, pero lo cierto es que Francisco Alemán Páez nunca ha hecho nada a ningún estilo de algo ni de nadie, sino en su propia marca de fábrica interior, brutal contraste en las catacumbas de sí mismo, que es también reflejo de una luz de entera difusión, que lo mismo se adentra en el poema que encuentra, en la pintura, una relajación a través del manejo de varios materiales.

Ahora se presenta con el timple, un instrumento canario que han blandido músicos como Totoyo Millares, Benito Cabrera, Domingo Rodríguez o el recientemente fallecido José Antonio Ramos, con un punteo solista que supera el mero acompañamiento. Entre el folclore y la fusión, Timplísimo es un acercamiento a lo que Francisco Alemán Páez, con precisión poemática, ha definido "ese pequeño empero grande instrumento de cinco cuerdas archipielágicas". Esta noche, a partir de las 22:00, en el Jazz Café, estará acompañado por Joaquín Gómez Caballero, galeno y músico, arreglista profundo y soterrado que abarcará los ecos de este timple, que enlazará su voz a la de Páez. Llegados a este punto, ¿cuántos Francisco Alemán puede uno encontrarse por la vida? El corredor profesional, por la necesidad de brevedad en la camiseta, podría ser, sencillamente, Fran Alemán. El profesor universitario, claro, Sr. D. Francisco Alemán Páez, para que suene sólido y egregio. El escritor, autor del estupendo Sistema de contingencias, quizá, Franciso Alemán Páez. El músico, Paco Alemán. El pintor, directamente Alemán. Pero el amigo íntegro, compañero nocturno apenas una vez cada diez años, el que aparece de pronto eternamente joven, con sus nuevos proyectos y sus líos, el que va a sacudir el Jazz Café con una nueva excusa para vernos, ése es un amigo sin nombre y sin pasado, sin futuro previsto, porque se ha reinventado a cada hora y sabe convertir cualquier encuentro en su celebración.

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