La vida vista

Félix Ruiz / Cardador /

En defensa del lobo

EL lobo, una de las especies más legendarias de cuantas pueblan la Sierra Morena cordobesa, se encuentra en peligro extremo de extinción. Así lo denuncian 15 ONG, que le exigen a la Junta que reconozca oficialmente este extremo y que elabore un plan que permita conocer el estado de la población que todavía queda de este cánido fascinante y tan literario. Los más recientes estudios revelan en ese sentido que en la zona Sur de España sólo queda un grupo reproductor, una familia, lo que contrasta con las ocho que existían cuando el siglo XX llegaba a su término. Si se tiene en cuenta que son siete los núcleos que ha desaparecido en apenas tres lustros no es difícil deducir que, sin intervención alguna en defensa de la especie, los lobos no serán sino una mitología que quedará en la sociedad de forma cada vez más diluida a través de las narraciones que pervivan de pastores y de otras gentes de campo. Quizá la película Entrelobos, en la que Gerardo Olivares narró las peripecias reales del niño Marcos Rodríguez Pantoja, que se crió aislado y entre una manada, sean el último reflejo que les llegue a las últimas generaciones de un mundo natural que en realidad ya nos es ajeno a la mayoría de los cordobeses de hoy. En el fondo, no será sino la última estación de un proceso de desaparición que comenzó hace tiempo, pues la realidad es que el lobo no fue durante siglos una especie montaraz, sino que habitó en toda la península de Norte a Sur, también en los llanos y cerca de las costas. En un tiempo como el nuestro, cuando las necesidades económicas afectan a miles de seres humanos, es lógico que se despierte la duda ética sobre si se deben dedicar fondos públicos a la defensa de especies animales amenazadas. En otro tiempo no habría duda, pero ahora... Yo, sin embargo, soy de los que defienden que la defensa del patrimonio natural debe de ser prioritaria, y no sólo por cuestiones sentimentales sino por la obligación moral de intentar conservar un entorno natural que nos singulariza y define. Sierra Morena sin lobos palidece y sus riscos pierden parte de su fuerza tremenda. De todos modos, si no se hace algo rápido todo este debate se hará innecesario. Tiempo no queda para moralidades.

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