El fuste

Félix Ruiz Cardador

Alegría salesiana

AYER ocurría en Pozoblanco, hoy sucederá en Córdoba capital y mañana en Montilla, las tres ciudades con mayor tradición salesiana de la provincia de Córdoba. Por ellas pasarán las reliquias de San Juan Bosco (1815-1888), el sacerdote italiano que fundó la congregación dedicada a San Francisco de Sales a mediados de los años 50 del siglo XIX. A España llegaron los salesianos en 1881, siete años antes de la muerte de su fundador, erigieron colegios por todo el país y, desde entonces, miles de jóvenes han pasado por sus aulas. La huella que han dejado aquí en Córdoba es honda y se nota cada año cuando llegan procesiones salesianas en Semana Santa o, especialmente, en la celebración de María Auxiliadora, el 24 de mayo. La alegría y el bullicio son las características esenciales de este movimiento tan vitalista.

Don Bosco, como se le conoce mundialmente, dedicó su vida a tratar de fomentar la educación entre los jóvenes de las clases más desfavorecidas. Creó, de hecho, sistemas pedagógicos que fueron importados por decenas de países ya en su época. Más allá del valor de su vida religiosa y de su influencia en el papado de Pío IX, que son innegables, su dedicación a alentar a las nuevas generaciones sigue siendo un ejemplo ahora que la juventud padece con dureza los efectos de la crisis y la voracidad de un mercado laboral que se aprovecha de sus ilusiones. El legado de San Juan Bosco, en fin, sigue vivo y su espíritu alienta aún a diario a miles de personas. Es mi caso.

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