Andrés Martínez Lorca

"Es falso que los culpables de la condena de Averroes fueran los califas almohades"

  • El especialista en filosofía medieval revisa la vida y el pensamiento del cordobés en un ensayo publicado recientemente por la editorial El Páramo · Se centra en aspectos poco divulgados sobre el filósofo

Andrés Martínez Lorca, catedrático de Filosofía Medieval en la UNED, es autor de Maestros de Occidente. Estudios sobre el pensamiento andalusí y Átomos, hombres y dioses. Estudios de filosofía griega, entre otras obras. En Averroes, el sabio cordobés que iluminó Europa (El Páramo) ordena sus conocimientos sobre el pensador del siglo XII.

-¿Qué aspectos sobre la figura y el pensamiento de Averroes intenta subrayar en esta obra?

-He pretendido, ante todo, escribir un libro de divulgación, pero sin disminuir por ello su calidad, popular pero no populachero. Ése era el deseo de los editores y creo que lo he cumplido. No me he concentrado sólo en su aportación como filósofo, como es tradicional. He prestado atención a sus escritos sobre medicina, derecho y astronomía. Y de ahí el calificativo de sabio que da título al libro. También he subrayado otros aspectos: su influencia en la cultura europea medieval y renacentista, su concepción moderna e ilustrada de la religión, su crítica al poder político y su actualidad tanto en Europa y Estados Unidos como en el mundo islámico.

-¿Cómo fue la formación filosófica de Averroes?

-La enseñanza en Al-Ándalus era completamente diferente de la nuestra. No existía ningún control del Estado, ni regulación administrativa alguna. El centro principal de enseñanza era la mezquita aljama de Córdoba, donde libremente maestros de las materias más diversas instruían a sus alumnos. Para la especialización solían acudir a la casa del sabio en la materia que les interesaba. Eso explica que desconozcamos en detalle cómo aprendió filosofía Averroes. Sabemos únicamente que recibió clases de medicina de dos maestros, uno valenciano y otro extremeño. Este último, llamado Ibn Harún, vivía en Sevilla y al parecer conocía bien las ciencias filosóficas. Podemos suponer que Averroes se habría aficionado a la filosofía a través de este médico. Más tarde, le debió dejar huella la lectura de las obras del zaragozano Avempace, un filósofo al que admiró siempre y que fue el primero que comentó en Europa los tratados naturalistas de Aristóteles. También hay que destacar su amistad con el famoso médico y filósofo granadino Abentofail, quien le animó a que escribiera Comentarios al conjunto de los tratados aristotélicos, motivo por el cual ha pasado a la Historia.

-¿Cuáles fueron las causas de su persecución y destierro?

-Creo que aclarar definitivamente este negro episodio en la vida de Averroes representa una de las principales aportaciones de mi libro. Las causas fueron la irritación que sus aceradas críticas políticas produjeron en la oligarquía cordobesa, la profunda antipatía que por motivos de ortodoxia le profesaban los ulemas y alfaquíes conservadores, y la envidia entre los notables de la ciudad por el prestigio acumulado durante largo tiempo en Córdoba por la dinastía de los Averroes (abuelo, padre y nieto). Es falso históricamente que los culpables de su condena y destierro fueran los califas almohades. El erudito francés Renan hizo esa acusación a mediados del siglo XIX y todavía sigue repitiéndose esta cantinela en enciclopedias, diccionarios e historias de la filosofía. Al contrario, fue un protegido de los califas magrebíes, que lo nombraron médico de cámara y consejero de la corte. El califa Abú Yusuf al-Mansur desoyó mientras pudo las denuncias de sus enemigos y poco después del destierro a Lucena mandó llamar a Averroes hasta la capital del imperio en Marrakech. Allí vivió tranquilo y protegido sus últimos días. Uno de sus hijos fue nombrado incluso médico de cámara, cargo de la máxima importancia para la seguridad del califa y su familia.

-¿Tenemos hoy en día una visión adecuada sobre el papel que Averroes representa en la historia de la filosofía?

-Entre los especialistas -sobre todo del campo de la filosofía islámica- se ha avanzado bastante. La edición en árabe de muchos de sus escritos, la traducción a las principales lenguas y la publicación de valiosos estudios sobre temas concretos de su pensamiento han hecho que nuestro conocimiento de él sea más amplio, más objetivo y más profundo que hace sólo algunos decenios. Queda mucho por mejorar, sin embargo, sobre todo entre los historiadores de la filosofía, y no digamos en los manuales, enciclopedias y diccionarios que todavía se manejan en las bibliotecas. Veo, sin embargo, que la fama de Averroes en nuestra época, dentro y fuera de España, como prestigioso hombre de ciencia y filósofo abierto a otras culturas, no va descaminada. Sería conveniente acercarse algo a su obra y conocer mejor su época. Algo de eso he intentado hacer en mi libro, en especial al incluir una pequeña antología de textos cuyo primer fragmento trata de cómo cuidar a los recién nacidos. Lo que no debemos olvidar es que estamos ante un sabio que se adelantó a su tiempo y que llegó a ser el principal filósofo de Al-Ándalus y quizá de toda la Edad Media.

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