Cultura

Con más ganas de Joaquín Sabina

  • El artista ubetense ofreció ayer en Vista Alegre el único concierto que ha regalado a Córdoba en su gira de despedida de los grandes escenarios, donde repasó canciones emblemáticas de toda su trayectoria

Con un Tiramisú de limón comenzó ayer la cena que Joaquín Sabina ofreció en el Pabellón Vista Alegre, una última comida que sonaba a melancolía por la despedida de los grandes escenarios del músico ubetense pero también a profunda satisfacción por las circunstancias del esperado momento.

El maestro venía cargado esta vez con un nuevo trabajo, Vinagre y rosas, que lo afianza en lo más alto de ese variopinto y complicado mundo que es la música, y estaba rodeado por miles de admiradores afortunados de asistir a este espectáculo único. Nostalgia e ilusión mezcladas a partes iguales como en un tira y afloja emocionante y esperanzador. Porque aún le quedan muchas letras que escribir y muchas cosas que narrar a este hombre del traje gris que a tantos otros músicos ha inspirado.

Tras este entrante, Sabina, acompañado por seis músicos y con su inseparable bombín, interpretó Viudita de Clicquot y Parte meteorológico, temas de su último trabajo, para repasar después algunas de sus canciones anteriores, como Medias negras (incluida en el disco Mentiras piadosas) y Aves de paso (del álbum Yo, mi, me, contigo).

Pero antes demostró la admiración que tiene a Córdoba leyendo un poema escrito por él mismo y dedicado a ella, que tanta estima le tiene, que tanta adoración, que tan bien lo ha acogido en sus visitas. Por eso el músico recordó que desde el principio de su trayectoria, cuando tocaba de bar en bar, esta ciudad ha sido testigo de sus andanzas pues siempre fue lugar elegido para sus conciertos.

Cientos de canciones ha dejado Joaquín Sabina tatuadas en la historia de la música, cientos de versos que han calado en varias generaciones que ayer se congregaron en este pabellón para acompañar al maestro y para escuchar temas emblemáticos, esos llenos de retórica y reivindicativos con la sociedad y también con el amor.

El amor y del desamor, sentimientos complementarios de los que Sabina ha escrito algunas de las frases más bellas de la música y la Literatura en temas como Y sin embargo, Nos sobran los motivos, Y nos dieron las diez o Princesa, entre otras decenas de canciones que han salido de su puño y letra.

Anoche su voz cascada sonaba a gloria para los asistentes -incluso la acústica del pabellón, que siempre deja que desear, parecía mejorada para recibir al maestro-, que tuvieron oportunidad de verlo pisar un escenario cordobés por última vez en verano de 2007 en el estadio de El Arcángel junto a Joan Manuel Serrat en Dos pájaros de un tiro.

El sarcasmo, la ironía y la mordacidad acompañaron a Sabina en este concierto, figuras que han viajado con él a lo largo de sus 31 años de carrera y de los 19 discos que pesan en este sesentón atrevido, roquero y a veces algo romántico que deleitó al público de Vista Alegre. Para otros, este concierto supo a poco, ya que muchos admiradores se quedaron sin entrada para asistir a esta única actuación del artista. Los que fueron también se quedaron con ganas de más, con ganas de volver una y otra vez a escuchar a este juglar, y con la esperanza de que vuelva para ofrecer un postre a esta ciudad a la que tanto le gusta deleitarse con sus creaciones.

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