El escritor cordobés Francisco Onieva (1976) acaba de ganar el XXI Premio de Poesía Cáceres Patrimonio de la Humanidad, dotado con 6.000 euros y con la publicación de la obra premiada, Las ventanas del invierno. Onieva, profesor de Lengua Castellana y Literatura en Pozoblanco, cuenta con varios libros publicados y diversos premios de poesía.

-¿Cómo describiría su poemario?

-Es un poemario intimista y reflexivo. En él, a través de la metáfora de la imagen de la ventana trazo una frontera entre lo particular y lo público. Aparecen una serie de personajes que se encuentran en la última vuelta de su camino y echan la vista atrás para ver como han llegado hasta ese punto, cuál ha sido el sentido de su vida y de la vida en general. Son fundamentalmente ancianos solitarios, enfermos de alzheimer y de cáncer.

-¿Por qué ha elegido esos personajes?

-Yo escribo siempre a partir de la observación de pequeños detalles cotidianos y a partir de ahí intento reflexionar un poquito. Parte de una constatación cierta, y es que la comarca de Los Pedroches, donde vivo, es la más envejecida de la provincia. Además también parto de casos cercanos que se encuentran en esas circunstancias. Yo observo mucho y por ejemplo uno de los personajes nació en un día de piscina observando cómo deambulaba un enfermo de alzheimer ayudado por sus familiares, o sobre la enfermedad del cáncer, que también ha tocado a mi familia. Aunque no sean poemas dedicados a ellos expresamente ni que hablen sobre su biografía su figura sí está latente. Además, en mis poemas aparecen siempre referencias al paisaje de la comarca de Los Pedroches, la naturaleza interiorizada dentro de los personajes.

-¿Cuáles son las características del poemario?

-Busco un lenguaje sencillo que sugiera, porque la sugerencia es otra palabra clave en mi poética, y a pesar de esta sencillez también me gusta de vez en cuando introducir algunas metáforas que funcionen para causar sorpresa en el lector y de ese modo engancharlo para que continúe con la lectura del poema. Utilizo bastantes imágenes, algunas nacidas en la naturaleza y otras de tono un poco más surrealista, pero siempre con la finalidad de sorprender al lector.

-¿Qué sugerencias realiza con su poesía? ¿Qué mensaje trasciende?

-Yo no me siento capacitado para sentar cátedra sobre algún tema, entonces el tema es preguntarse por qué estamos aquí, averiguar el sentido de nuestra existencia. La respuesta a eso es imposible de sondear, por eso me encuentro en los buceos particulares, en esos personajes que se encuentran desorientados a veces, sin sitios a los que agarrarse, con la única certeza de la cercanía de la muerte y el paso inexorable del tiempo. Son dos certezas que articulan el poemario.

-¿Por qué lo ha titulado Las ventanas del invierno?

-Por dos motivos. Por un lado, las ventanas son un símbolo para trazar la frontera entre lo privado, lo íntimo y lo público. De hecho, la primera parte del libro es la que sería lo público, pues hablo de personajes en segunda persona o en tercera; y la tercera parte sería el personaje en primera persona, un yo poético. Juego con esa dualidad. La segunda parte es como un tránsito, un interludio de tres pequeños poemas. En cuanto al invierno, el sentido es que los personajes se encuentran en la última curva del camino, entonces esta estación siempre ha sido la metáfora clásica para hablar de la vejez. Por eso Las ventanas del invierno.

-¿Qué significado tiene este premio para usted?

-Ha sido una sorpresa. Lo que más ilusión me hace es la publicación en la editorial Visor, que es una de las que tiene mayor prestigio en España. Además, los premios no son el único cauce, pero sí uno muy importante, para entrar en ciertas editoriales, sobre todo cuando no se es un escritor de primera fila. Poder acceder a una editorial como Visor ha sido fundamentalmente el mayor hallazgo o recompensa obtenida por el premio.