Cultura

Cirlot, el poeta de la insatisfacción

  • Antonio Rivero Taravillo analiza la figura y la poesía del catalán, al que ha dedicado un estudio, en la sala Orive. Destaca, entre otros aspectos, "su innovación radical en el lenguaje".

Antonio Rivero Taravillo empezó "hace 30 años" a estudiar a Juan Eduardo Cirlot, pero fue la cercanía del centenario de su nacimiento (1916-1973) lo que le llevó a "poner en orden las ideas" y plantearse la realización de una biografía. "Lo que me atrae de él es sobre todo su carácter de raro, de singular absoluto en nuestra literatura, su carácter de poeta que toca la magia, el ocultismo, otras civilizaciones, y sobre todo su innovación radical del lenguaje", señala el especialista, que fue uno de los protagonistas de la tercera jornada de Cosmopoética con la actividad Cirlot. El poeta simbolista, celebrada en la sala Orive con presentación de Francisco Lira. Su investigación está recogida en Cirlot. Ser y no ser de un poeta único (Fundación José Manuel Lara), premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías 2016.

En el mapa de la poesía española del pasado siglo, Cirlot "significa la exploración de caminos formales que no se habían recorrido hasta él". Su investigación le ha permitido a Rivero Taravillo encontrarse con la "continua tortura interior" del catalán: "Tenía un conflicto permanente, y de ese descontento surge su poesía, que siempre tiene un punto espinoso de autotortura, de insatisfacción; sin ese conflicto quizá no hubiera aflorado esa torrencialidad poética".

Cirlot "habla constantemente en su obra, incluso en sus cartas no destinadas a ser publicadas, de que se siente un extraño en el mundo, un ser ahumano, no humano; esto lo pone en contacto con ideas y creencias tradicionales de los gnósticos, el nihilismo... Su idea es que el mundo es una especie de exilio, de maldición, y las circunstancias personales son una esclavitud, de ahí que fijara su atención en civilizaciones perdidas. Tenía un concepto idealizante sobre ellas, sobre su reencarnación, pero al mismo tiempo era un agnóstico y carecía del convencimiento para confortarse en esa creencia".

El autor de Donde las lilas crecen "trabajó casi siempre al margen de todo: sus tiradas fueron muy pequeñas, de hecho casi siempre se costeó él la edición de sus libros, fue un solitario. Bien es verdad que a veces también tenía necesidad de contacto y se acercó al grupo Dau al Set. Escribía a otros escritores con la idea de entablar una relación con posibles afines, pero todo al final se frustraba porque su soledad irreductible hacía que no hubiera puntos en común ni puentes entre ellos".

¿Ha dejado Cirlot herederos? Rivero subraya que "estando él en vida, su poesía pasó desapercibida. Sin embargo, a partir de algunas reediciones y de la antología de Clara Janés en Cátedra ha ido ganando lectores, y hay poetas que lo reivindican, incluso siendo muy distintos como Luis Alberto de Cuenca, admirador suyo y que tiene algo de él en el gusto por la épica de épocas pasadas, de cierto heroísmo agónico".

La editorial Siruela ha celebrado el centenario del nacimiento de Cirlot con la publicación de Nebiros, su única novela, censurada en 1950 e inédita hasta ahora. "Es una muy oportuna recuperación", destaca Rivero Taravillo, "es una especie de autorretrato en tercera persona, hay muchos elementos de su visión oscura de la vida, su pesimismo, de un entorno muy asfixiante y al mismo tiempo casi mágico. Para el lector habitual ilumina muchos aspectos de Cirlot y al lector ajeno hasta ahora a su literatura lo atrae hacia su poesía".

Cirlot irrumpió como protagonista en una jornada en la que también se celebraron una acción poética de Ajo y Judit Farrés y el inicio del taller de poesía gráfica de Raúl Fernández Calleja.

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