Cultura

Sánchez Robayna reivindica en sus diarios la contemplación y la lentitud frente a la prisa

  • El reconocido escritor anuda la reflexión y la imaginación en la obra 'Mundo, año, hombre'

El poeta y ensayista canario Andrés Sánchez Robayna siempre ha hecho elogio de la reflexión, la contemplación y la lentitud. Y ahora, en estos tiempos "líquidos", de cambios y prisas, el autor vuelve a estos valores y a la memoria con la publicación de su diarios bajo el título de Mundo, año, hombre.

Publicada por Fondo de Cultura Económica, la obra recoge el testimonio íntimo de Sánchez Robayna (Las Palmas, 1962) y el de su tiempo a través de la cultura colectiva, por donde pasan las artes, la pintura, la música o la poesía. Un volumen que transita por la reflexión, que es lo que lleva haciendo el autor de La sombra y la apariencia desde que comenzó a escribir sus primeros diarios en 1996.

"La reflexión es algo inseparable a la imaginación. De hecho, me ocurre exactamente lo mismo en la escritura poética. Son las dos caras de un mismo fenómeno, la naturaleza o la conformación de la conciencia. Para mí, el diario está estrechamente ligado a la memoria. Y la memoria está inscrita en el tiempo", explica Sánchez Robayna.

"El diario es, diríamos, una inscripción del pensamiento en el tiempo y una pregunta, a veces dramática, sobre su significado", matiza.

Las páginas de este diario aspiran, según el autor, a registrar tanto las mutaciones del mundo exterior como "lo que cambia en nosotros, con nosotros".

Robayna, que es uno de los poetas y críticos que estuvieron más cerca, en el sentir poético y en la amistad, de José Ángel Valente, de quien es su albacea literario, salpica su día a día con la mirada puesta en diferentes temas y autores, en la traducción o en el arte.

"He sido siempre muy sensible a la música y a las artes plásticas -dice el poeta-. Para mí son manifestaciones en cierto sentido paralelas a la experiencia poética. Las artes me interesan no ya como únicamente expresión, sino como expresión acerca del mundo".

"La pintura o la escultura no aspiran solamente a expresar lo real, sino a interpretarlo, a meditar acerca de la realidad que nos rodea. Matisse, por ejemplo, no sólo expresa la luminosidad del espacio, la carnalidad del mundo: antes que eso, nos invita a meditar acerca de lo que la luminosidad y la carnalidad representan para nuestro modo de estar en el mundo", añade el autor de Cuadernos de la isla.

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