Pilar Sanabria. Poeta

"El paso del tiempo te va abriendo la luz enorme del lenguaje"

  • Intimidad e intensidad, deseo, metáfora y música: la cordobesa prosigue su trayectoria poética con el recién publicado 'Zumo de anclas'.

Pilar Sanabria publica en la editorial Adeshoras su nuevo poemario, Zumo de anclas, con prólogo de Antonio Moreno Ayora e ilustraciones de Anamusma.

-¿El deseo es poéticamente expresable? ¿Cuánto se pierde en el proceso?

-El deseo es un sentimiento trascendental en mi poesía y por eso se abre paso pero siempre más allá de la carnalidad, de lo puramente superfluo. No es nada fácil escribir sobre el deseo porque hay muchas anclas interiores que te aferran a no traspasar esos límites que nos descubran del todo. Pero al final, más que una pérdida de ese espacio íntimo, hay una liberación. Es un reflejo de lo que construye mi propia realidad irrenunciable, es una apertura, un mensaje abierto que al final hace comunión con el otro, con los otros. El lenguaje se ensancha, abandona el cerco interior para emprender, campo a través, una carrera de fondo hacia ese espejo que son los seres que me rodean. Es un proceso ansioso de devolver lo que un día me han dado, lo que muchas veces he recibido.

-¿Qué hay de juego en su poesía?

-El juego en mi poesía está en no ponérselo fácil al lector. Lo quiero llevar a un juego de escondite, a un juego de búsqueda y hallazgo, a que pierda el miedo a interiorizar y a desentrañar lo que le emociona, lo que le sustrae del horror de lo vacuo, de la caída en brazos del monstruo de la rutina. Hacerle pensar, que su cerebro ponga en marcha ese mecanismo único que es absorber belleza, estética, pasión. Ese es el juego en mi poesía.

-¿Cómo conviven emoción y lenguaje en sus poemas?

-Ese juego pasa a contestar esta pregunta de la emoción y el lenguaje en mis poemas. El paso del tiempo te va abriendo esa luz enorme del lenguaje, esa clarividencia de la forma a la hora de escribir pero jamás olvidando el contenido, lo que se quiere contar y mostrar. La dificultad estriba en intentar compensar esos dos aspectos, equilibrarlos. A veces no es fácil pero eso lo va dando el tiempo. Al fin y al cabo esto es un oficio que requiere de un proceso de años, de lecturas, de aprendizaje de otras fuentes diversas de conocimientos. La propia vida le va dando también forma a esa convivencia, a esa pareja inseparable que aporta lenguaje e emociones.

-¿A qué sabe el zumo de anclas?

-El zumo de anclas sabe a pasado. A figuras referentes en la vida de todos que nos han marcado para siempre, para perpetuarse en esos instantes que nos emboscan cuando menos lo esperamos. Sabe a la intimidad de los cuerpos, a mis referencias del séptimo arte, a la adolescencia perdida, a la ebriedad de la umbría amorosa, a la saciedad de la luz en cada encuentro con quien se ama, al reproche de la pérdida. Es un zumo para beberlo en días de claridad pero también en días de sombra.

-¿Qué han aportado los años a su poesía?

-Los años han aportado conocimiento, respeto, madurez, aprendizaje, unas irrefrenables ganas de seguir descubriendo nuevos caminos. Últimamente estoy trabajando en poesía visual.

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