Crítica de Música

Obra sinfónica de un flamenco y su sonanta

el guitarrista azul

Guitarra: José Antonio Rodríguez. Segunda guitarra: Manuel Montero. Cante: Macarena de la Torre. Bajo: Pedro Vinagre. Percusión: Agustín Diassera. Orquesta de Córdoba: Director: Michael Thomas. Fecha: martes 7 de julio. Lugar: Gran Teatro. Media entrada.

Concierto con una primera parte para ir haciendo boca con José Antonio Rodríguez, que comenzó con la granaína Nana para un niño grande y la rondeña Athena, para luego llamar a los suyos y emplearse en sus arreglos libres de Farruca del desconsuelo, Francisco Alegre, Casablanca y Danza del amanecer, estos del disco Manhattan de la frontera, con los tres siguientes sonando a rumbas por bulerías. Y así complacer a los seguidores de siempre con flamenco más o menos vernáculo, antes de dar paso a la parte con que finalizó el recital más demandado. Y sabíamos que se trataba del que hace casi tres lustros tuvo su riguroso estreno a propósito del decimosexto Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, El guitarrista azul ahora repetido en el Gran Teatro, también junto a la Orquesta de Córdoba, para colmar satisfacciones de propios y extraños por la señorial majeza que este ilustre hijo de la tierra imprime a todos sus trabajos.

La compuso por encargo de la organización del veterano certamen flamenco, cuando el prolífico profesor, compositor y guitarrista flamenco, aparte de los varios álbumes registrados y presentados, ya tenía en la lista de la General de Autores casi una decena de obras entre las que destacaban Guajira para guitarra flamenca y orquesta, Tiempo de amor y muerte, Réquiem, Retratos de la memoria, El jaleo y varios conciertos de su autoría como Viento de libertad, Tango, Sevilla es así y otras composiciones no menos relevantes. De modo que la nueva entrega que ahora nos trajo Rodríguez, de su inspiración sinfónica acerca de la plástica picassiana, fue aprovechada por el virtuoso guitarrista para ensanchar con delicado ensimismamiento la actual sensación que el objeto de su creación le provocaba. Toda suerte de sentimientos, ya más reposados, sobre la frágil y triste figura del anciano personaje que le inspiró guitarra en mano, salido de la visión social que hace un siglo contemplaba el pintor malagueño, teniendo mucho que ver con la precariedad humana que, aún en la actualidad, permanece para no dejar de zaherir como entonces al creativo artista pictórico, si volviese.

Una obra musical orquestada, no olvidemos, por Enric Palomar, en cuatro movimientos que han querido ser fieles al retrato original para mayor realce de la noble intención de su autor, con partitura que él ahora cataloga como su banda sonora, en la que se detectan acordes de granaínas y bulerías, incluso de la escuela bolera, que el auditorio valoró, volviendo a hacerlo con fuertes aplausos en esta ocasión para satisfacción de los amantes del género que representa. Una reacción que en primera instancia hay que agradecerle al autor e intérprete José Antonio Rodríguez pertrechado con su sonanta, como a todos los profesores de la orquesta cordobesa, en esta ocasión dirigidos por Michael Thomas, que consiguieron transmitir en cada uno de los movimientos sinfónicos de El guitarrista azul emoción y poesía, cerca de los humanos sentimientos que el genial pintor primero y el guitarrista inspirado en éste después ponían en suerte, para denunciar situaciones extremas que no han dejado de estar ahí, mal que nos pese.

Todo con una ejecución que denota a un autor flamenco, luciendo su arte con brillante pulcritud y aseado menester en falsetas con dulces trémolos, así en delicados punteos y pizzicatos de la izquierda recorriendo los trastes con decisión, bajo el fondo y réplica del majestuoso despliegue musical conjuntado. Lo que desembocó en ovación final que obligó a volver a salir a saludar, y regalar un bis con otro toque del disco antes señalado con ribetes de fandangos valientes de Alosno, después de recordar con cariño a los amigos Figuerola y Priego, empleados serviciales del Instituto Municipal de las Artes Escénicas, recientemente desaparecidos.

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