proyecto | Treinta años de declaraciones

Un patrimonio de todos

  • Medina Azahara aspira a entrar en un exclusivo club del que forman parte 44 bienes españoles inscritos en los últimos 30 años España es el tercer país que más referentes ha aportado

Medina Azahara ha entrado esta semana en la Lista Indicativa de Patrimonio Mundial, el inventario de bienes que aspiran a esta declaración de la Unesco, en el que deberá permanecer al menos un año. Presumiblemente será un proceso largo y difícil, pero si acaba bien permitirá a la antigua ciudad palatina del siglo X acceder a una exclusiva relación integrada actualmente por 981 espacios, monumentos y referentes patrimoniales (culturales, naturales y mixtos) de 160 países que atesoran un valor universal excepcional. España, tras ratificar en 1982 la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural (aprobada en París en 1972), es, con 44, el tercer país del mundo con un mayor número de bienes declarados: un censo elaborado a lo largo de tres décadas que pone de manifiesto la riqueza y la variedad de la cultura española.

Las primeras inscripciones llegan en 1984, y entre ellas la Mezquita de Córdoba, uno de los grandes monumentos incuestionablemente de España, referente de una época, de poderosa personalidad (constructiva y artística) con sus soluciones revolucionarias, sus ampliaciones, su bosque de columnas. El entorno urbano (el Casco Histórico de la ciudad) se sumó a la lista diez años después. La Mezquita se vio acompañada en 1984 por la Alhambra, el Generalife y el Albaicín de Granada, la Catedral de Burgos, el Monasterio y Real Sitio de El Escorial y el Palacio Güell y la Casa Milà de Antoni Gaudí, exponente del modernismo en España. En 2005 accedieron también a la lista la fachada de la Natividad y la cripta del templo de la Sagrada Familia, la casa Batlló, la cripta de la colonia Güell en Santa Coloma de Cervelló y la Casa Vicens.

España entró con fuerza en la Lista del Patrimonio Mundial y en 1985 aportó otros cinco bienes, la Cueva de Altamira y el arte rupestre paleolítico de la Cornisa Cantábrica, la Ciudad Vieja de Segovia y su acueducto, la Ciudad Vieja de Santiago de Compostela, la de Ávila con sus iglesias extramuros y las iglesias prerrománicas de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, referentes iniciales de una categoría de Monumentos de Oviedo y del Reino de Asturias en la que se integraron años después la iglesia de San Julián de Prados, La Foncalada, la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo y la iglesia de Santa Cristina de Lena.

El Parque Nacional de Garajonay (en la isla de La Gomera), la Ciudad Vieja de Cáceres, la Ciudad Histórica de Toledo y la arquitectura mudéjar de Aragón enriquecieron la relación en 1986, y a partir de entonces España bajó el ritmo de inscripciones, de tal manera que hasta 1997 no volvió a colocar cuatro bienes el mismo año. De finales de los 80 son las inclusiones de la Catedral, el Alcázar y el Archivo de Indias de Sevilla y la Ciudad Vieja de Salamanca. Y de principios de los 90, el Monasterio de Poblet (al sur de Cataluña, en el municipio de Vimbodí), el Monasterio Real de Santa María de Guadalupe, el Conjunto Arqueológico de Mérida, el Camino de Santiago y el Parque Nacional de Doñana. En 1989, 1990, 1992 y 1995 no hubo inscripciones, pero las ya mencionadas confeccionan un mapa excepcional de tesoros monumentales y naturales imprescindible para entender la historia de este país.

Y se sumarían muchos más. En 1996, la Ciudad Histórica amurallada de Cuenca y la Lonja de la Seda de Valencia; en 1997, el Palau de la Música Catalana y Hospital de Sant Pau, Las Médulas (la mayor mina a cielo abierto de todo el Imperio Romano, en la comarca de El Bierzo), los monasterios riojanos de San Millán de Yuso y Suso y Pirineos-Monte Perdido, que entró como bien mixto de tipo transfronterizo y cuyo ámbito territorial se amplió dos años después (con un área total de 30.639 hectáreas, este paisaje montañoso en la frontera franco-española incluye dos parques nacionales: el de Ordesa y Monte Perdido en la provincia de Huesca y la parte este del Parc National des Pyrénées); en 1998, el arte rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica y la Universidad y el recinto histórico de Alcalá de Henares; en 1999, Ibiza como ejemplo de biodiversidad (ya que constituye un valioso ejemplo de interacción entre los ecosistemas marinos y costeros, al tiempo que un importante testimonio histórico, especialmente de los periodos fenicio-cartaginés y renacentista) y la ciudad canaria de San Cristóbal de La Laguna, marcada por el intercambio de influencias entre la cultura europea y la americana; y en 2000, la cuenca arqueológica de Atapuerca, las iglesias románicas catalanas del Vall de Boi, el conjunto arqueológico de Tarraco, el Palmeral de Elche y la muralla romana de Lugo.

Con el nuevo siglo se registran años en blanco y en ningún caso se ha aportado en el mismo paquete más de un bien. Acceden a la declaración el paisaje cultural de Aranjuez en 2001, el conjunto monumental renacentista de Úbeda y Baeza en 2003, el Puente de Vizcaya en 2006, el Parque Nacional de Teide en 2007, la Torre de Hércules (La Coruña) en 2009, los yacimientos de arte rupestre prehistórico del Valle del Côa y Siega Verde (Castilla y León) en 2010 (ampliación de la declaración original de 1998), el paisaje cultural de la Sierra de la Tramontana (Mallorca) en 2011 y el Patrimonio del Mercurio: Almadén e Idrija (Castilla-La Mancha) en 2012.

Cuarenta y cuatro bienes que suponen un recorrido desde la Prehistoria hasta la era contemporánea. Un testimonio de la riqueza cultural y paisajística de un país entre cuyos grandes espacios arqueológicos figura Medina Azahara, que con pleno derecho llama también a las puertas del Patrimonio Mundial.

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