Cultura

Tiramos de archivo y vamos a medias

Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina. Guitarras: Antonio García de Diego, David Palau, Pancho Varona. Piano: Ricardo Miralles. Teclados: Josep Mas Kitflus. Batería: Pedro Barcelo. Bajo: Víctor Merlo. Saxo, clarinete, flauta: Josemi Sagaste. Coros: Mara Barros y Lorena Calero. Fecha: jueves 5 de julio Lugar: Teatro de la Axerquía. Casi lleno.

¿Hablamos de la crisis? Noooo, hoy no toca, que está muy vista. ¿Hablamos de Serrat y Sabina? Pues también están muy vistos. ¿De qué hablamos? De cómo llenar (casi) la Axerquía a 50 euros por barba. Ya, pero… son Serrat y Sabina. Ya, pero… estamos en crisis. Ya, pero… ¿no quedamos en que no íbamos a hablar de nada de eso? Ya, pero es que… LaOrquesta del Titanic… las canciones de siempre… el público al fresquito… una noche irrepetible… esto ya lo he visto yo antes… vaya par de pájaros... Parece el anuncio de Línea Directa. Ya, es que me niego a contar otra vez lo mismo, así que… rebusquemos.

Ni el uno ni el otro parecen dispuestos a abandonar el barco así como así. Tampoco es que les estén empujando por la borda, más bien les tocan Nearer, my God, to Thee mientras les invitan a sentarse y contar y cantar batallitas. Por mucho que toque la orquesta y que el agua entre a borbotones, no se van a poner el chaleco, ni se encomendarán a santo alguno. Es lo que tiene haber sobrevivido a muchos incidentes, marítimos y terrenales. Por muchos icebergs (tocaron en Israel), fondos con poca profundidad (repertorio manido), inesperadas vías de agua al estilo Vaporcito de El Puerto (Repsol en lontananza), o cargas de profundidad (no me hago fotos con mi bandera), estos dos van a quedarse aquí hasta que Cameron grite ¡Coorten! y DiCaprio amenace con hacerles el amor. Están sobrados en la gira; seductores, como el capitán del Costa Concordia con aquella rubia; cómodos, como lo estuvo aquel tras caerse al bote por casualidad. Estos dos rufianes mueven los vasos boca abajo como los trileros del puerto de Southampton, y siempre ganan. La bola aparece en su bolsillo, junto a los billetes de embarque y las canciones, que suenan a leyendas que el público enamoradizo quiere volver a escuchar.

Y triunfaron, vaya si triunfaron. Aunque dijeran la maldita frase de "con la que está cayendo…" que debería ya ser motivo de pérdida de carné. Han dado una vuelta de tuerca a la fórmula, esa que ya explotaran Ana y Víctor o Bosé y Torroja: tiramos de archivo y vamos a medias. Bueno, hagamos algunas nuevas para no parecer unos caraduras. Por separado, juntos, intercambiando papeles, toma y dame, te cuento, me cuentas, te alabo, te critico, con cambios de vestuario ad hoc y una acertada escenografía… Todo vale en este revival de dos carreras sólidas como el Lusitania, a las que los torpedos del tiempo, la envidia, el Ibex, o sus propias excentricidades y salidas de tono, no parecen dañar. Córdoba no fue una excepción, ni en tiempo, ni en bromas, ni en risas, ni en recuerdos, ni en lecciones de cómo moverse sobre el escenario, cómo hablar, cómo engatusar al pasaje cuando afuera el SSCalifornian ha pasado de largo y no hay botes para todos.

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