Cultura

Sangre vienesa, sangre española

Orquesta de Córdoba. Dirección: Manuel Hernández Silva. Programa: Preludio de 'La Gran Vía' y preludio de 'El Bateo', de Federico Chueca; 'Künstler leben', 'Vergnügungszug', 'Rosen aus dem Süden', 'Perpetuum mobile' y 'Wiener Blut', de Strauss II; fandango de 'Doña Francisquita', de Amadeo Vives; .preludio de 'La del manojo de rosas', de Pablo Sorozábal; 'Ein Morgen, ein Mittag und ein Abend in Wien', de Franz von Suppé; preludio de 'El niño judío', de Pablo Luna; 'Suspiros de España', de Antonio Álvarez y el intermedio de 'Las bodas de Luis Alonso', de Gerónimo Giménez. Lugar: Gran Teatro. Fecha: lunes 2 de enero. Lleno.

Al igual que en la pasada ocasión, aunque con menos medios (sin coro ni solistas), la Orquesta de Córdoba ha repetido este año la fórmula eficaz de unir músicas españolas y austriacas del repertorio clásico popular para celebrar la entrada del año nuevo. La idea es bastante eficaz, no tanto por asuntos patrióticos como porque la chispeante zarzuela hispana es insulina para el posible exceso de azúcar de la sangre vienesa.

Trece piezas en programa, más dos propinas (el bello Danubio azul y Marcha Radetzky), fueron alternando los mundos no tan alejados de la zarzuela y la opereta, como con gracia y amenidad fue explicando el director Manuel Hernández Silva. Su simpática vitalidad, también verbal, fue crucial para animar una velada que, quizás sin ese empuje, hubiera podido parecer a algunos algo así como un "más de lo mismo pero yendo a menos". Ya saben: el "merme", que diría el cómico José Mota.

Pero, obviamente, no fueron sólo la vis comica del director (bien patente, por cierto, también en la inevitable propina) y sus atinados comentarios los que lograron burlar cierta amenaza de monotonía. Brillaron muchas cualidades musicales de él mismo y de la Orquesta, algunas de las cuales, no por repetidas, sería injusto dejar en el tintero. La veterana formación cordobesa mostró frescura y calidad en todas sus secciones, con especial protagonismo de las de viento y percusión, el solista de cello Mikhail Milman realizó una estupenda interpretación de sus evocadores solos en la obra de Von Suppé, y Hernández Silva dejó bien claros tanto su maestría a la hora de insuflar vigor rítmico a los repertorios de base folclórica, como su hondo conocimiento de las finezas del repertorio vienés.

Maravilloso, pero… no puedo ocultar que, respecto al programa, hubiera preferido algo distinto, algo nuevo para un año distinto quizás, para una nueva época, que no sólo debería ser como los finales apagándose del Perpetumm Mobile, la broma musical de Strauss: "und so weiter, und so weiter (y así sucesivamente, y así sucesivamente)".

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