Cultura

Tanovic, de nuevo entre el humor y la guerra

  • El realizador estrena el viernes en España 'Cirkus Columbia'

El director de En tierra de nadie, el bosnio Danis Tanovic, regresa a su tierra en Cirkus Columbia para retratar, con humor y desgarro, los últimos retazos de cotidianidad en los días previos al estallido de la guerra de los Balcanes.

"Ahora podría ver una guerra llegar a una distancia de cien kilómetros", asegura Tanovic, "pero hay cosas que no quieres ver, porque no te puedes creer que vaya a pasar algo así. Lees todos esos libros, ves todas esas películas, pero sigues pensando que los humanos son mejores de lo que realmente son".

Las reflexiones en Cirkus Columbia -que se estrena el próximo viernes en España- son así de dolorosas, pero Tanovic no puede evitar reencontrarse con la sorna: "Es la manera que tenemos de vivir en Bosnia. Todos los días son tan duros que la gente tiene que recurrir al humor para seguir adelante. Si no, sería lúgubre y negro".

Ese humor esquinado también impregna una entrevista que sucede un día más tarde de lo previsto porque Tanovic se equivocó al tomar el avión, y cuenta la anécdota entre risas. Como tampoco tiene pelos en la lengua para hablar de una carrera internacional que no ha estado a la altura de las expectativas generadas por su sátira antibélica En tierra de nadie.

"L'Enfer -un melodrama inédito en España y producido en Francia- era un guión de Kieslowski y él no era un tipo muy divertido, y los franceses no son gente muy divertida", señala, aunque reconoce que está satisfecho del filme y culpa de su fracaso, medio en serio medio en broma, al hecho de que "los franceses la odiaron porque En tierra de nadie arrebató el Oscar a Amelie".

Más tarde rodó Triage, en inglés, con Colin Farrell y Paz Vega, pero tampoco funcionó. "Hay que leer el libro de Scott Anderson porque es mucho mejor que la película", asegura. "Pero aprendí una lección: nunca trabajes con anglosajones, porque lo único que les importa es el dinero y montaron la película como una cinta de acción, cuando era un drama psicológico", añade.

Por eso, Tanovic se muestra contento de volver a Bosnia y retratar también un regreso: "La película en realidad es una historia de amor. Un hombre volviendo a su tierra y dándose cuenta de que ha estado viviendo en el error durante veinte años".

Con una novia 20 años menor que él, dispuesto a firmar el divorcio con su esposa y a recuperar el amor de su desorientado hijo, el protagonista ve cómo todos los planes se desbaratan hasta llevarle a su verdadero ser, que emerge en paralelo al estallido de la guerra.

Escandalosa, desordenada y un poco chapucera, la sociedad que retrata Tanovic, en cambio, acaba siendo mucho más tolerante y flexible en términos de relaciones humanas que otros pueblos encaramados a las políticas del bienestar. "La flexibilidad es fruto de la pobreza. Cuando eres pobre estás más conectado con los que te rodean. Estoy convencido de que hace treinta años España estaba mucho más orientada hacia la familia, cuando era un país pobre. Pero no os preocupéis, que estáis volviendo a ello. No tardaréis en tener vida familiar otra vez", ironiza.

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