Raúl Rodríguez. Músico

"De Chavela o Compay aprendí una forma de estar en el mundo"

  • El sevillano publica 'Razón de son', un disco-libro en el que el flamenco y la música cubana se entrelazan.

"La razón de este trabajo es unir dos lógicas aparentemente incompatibles, la razón y el son, la parte de rigor y estudio con el disfrute, la bohemia y la experimentación creativa", expone Raúl Rodríguez, músico en el amplio sentido de la palabra. En su estreno discográfico en solitario, Razón de son (FOL), se encarga de voces, percusiones, bajo eléctrico y guitarra acústica.

En este disco-libro, que está concebido como un cuaderno de trabajo de sus últimos 22 años, también toca y exprime el tres flamenco: "Es un instrumento nuevo y mestizo, cruzado entre elementos del tres cubano y la guitarrra flamenca. Está hecho en Triana con el lutier Andrés Domínguez", explica.

La sincronía entre canciones y textos deconstruye en Razón de son los cantes de ida y vuelta. Antropólogo cultural y artista forjado junto a Martirio, su madre, Raúl Rodríguez se detiene en la obra en el fandango indiano, la petenera veracruzana o la caña: "Como cante flamenco, la caña es uno de los palos más antiguos que se conocen. Ésta es una caña que recuperó Isidoro Hernández, músico y poeta del XIX; la conocí por aquel trabajo tan precioso de los hermanos Hurtado de La llave de la música flamenca, donde hacían una interpretación muy bonita de la caña que se podía cantar en Triana a mediados del XIX. De entonces no tenemos grabaciones ni partituras, sólo podemos hacer folclore imaginario", explica.

El Negro Curro, otro de los cortes del álbum, reivindica la figura del "negro andaluz y libre, muy libre, del siglo XVI. Los primeros negros que llegaron a La Habana no lo hicieron desde África -aún no había un trato de esclavitud hacia América-, sino que iban en los primeros barcos de gente que marchaba a buscarse la vida desde los puertos de Sevilla", detalla. Los Negros Curros -a los andaluces les llamaban Curros en Cuba para distinguirlos del resto de españoles-, eran completamente sevillanos en el habla y en su forma de ser: "Eran negritos con camisa de lunares y pañuelo en el cuello, pícaros de la vida en la calle. Y músicos. Nos dan una idea de que la población negra tuvo gran importancia en la vida popular, en las danzas y músicas de aquí. Saber que hubo una música afroandaluza 400 años atrás me enciende la esperanza de que pueda haber una música afroandaluza hoy día".

En la retroalimentación sonora entre Andalucía y Cuba que plantea, Rodríguez se acuerda de una cantautora de culto de la isla, Marta Valdés, de quien rescata el Romance de tus nombres. "Esa canción tiene la inocencia terrible de la magia y la pérdida, que es lo que tienen las canciones de Lou Reed o The Velvet Underground, esa especie de dulzura que da pánico", comenta sobre el "juego de conexiones" que le llevó a enfocar el tema inspirándose en dos músicos a priori tan dispares.

Razón de son se publica meses después que De un mundo raro, álbum que grabó junto a Martirio y en el que rendía tributo a Chavela Vargas: "Con mi madre tengo una relación afortunadamente muy bonita, de poder querernos a través de la música... más y mejor. Vivimos para la música; si vivimos de ella es por pura casualidad. Intentamos deslindar la parte de la fama de revistas fáciles y nos dedicamos a trabajar en casa y en los escenarios a partir de la verdad del cante", confiesa Rodríguez.

Criado en la Sevilla de los 70 y 80, en un entorno de contracultura creativa y musical "muy fértil" -"de Smash, Pata Negra o Veneno aprendí que había que abrir puertas nuevas"-, Raúl Rodríguez vuelca en Si supiera (blueslería) el universo rítmico asimilado: "Mi tradición es lo que la gente llama fusión, me englobo dentro de esos trabajos que abren perspectivas nuevas a la música andaluza, a la que considero una de las músicas más mestizas del Caribe afroandaluz", afirma.

Fundador del grupo Caraoscura en el 92 y de Son de la Frontera en 2003, con elque obtuvo el reconocimiento de la crítica en todo el mundo, Raúl Rodríguez puede presumir además de haber compartido escenario con genios de la talla de Compay Segundo o Chavela Vargas: "Me han enseñado mucho sin aleccionar; estos maestros te permiten aprender de una forma verdadera de estar en el mundo". Colaborador en discos de multitud de artistas, participó en A Color: To África from Manchester, último álbum de Silvio Fernández Melgarejo, grabado junto a Los Diplomáticos: "Silvio estaba viviendo como una última juventud muy hermosa; yo grabé el único cachito que hay de él cantando por bulerías. Me pareció una de las personas más libres que he conocido en la vida. Era tremendo, una enseñanza espiritual".

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