josé Martínez Olmos

Desigualdades en salud

EN una sociedad que aspire al progreso, la sanidad pública tiene que ser capaz de asegurar la mayor calidad de sus prestaciones, la mayor eficiencia en el uso de los recursos públicos y la equidad en el acceso.

Esos aspectos, junto a otros que ahora no es el caso analizar, tienen que formar parte del conjunto de objetivos de un sistema sanitario que debe ser capaz de servir al conjunto de la sociedad y que tienen que ser articulados en sus planes de acción. La calidad y la equidad son, además, derechos jurídicamente válidos en el ordenamiento normativo de la sanidad en España.

El problema es que con la gestión de la crisis económica por parte del Gobierno, la aplicación de estos elementos ha sufrido un deterioro más que notable en estos últimos cuatro años.

Ha habido un deterioro llamativo hasta el punto de que hoy es una realidad ampliamente percibida la desigualdad de nuestra sanidad pública española.

Desigualdad en las prestaciones, desigualad en el acceso, desigualdad en las listas de espera, desigualdad en el acceso a las innovaciones terapéuticas o desigualdad en los niveles de salud de la población.

Es decir que es evidente que hoy la calidad, la accesibilidad y la respuesta que los pacientes reciben del sistema de salud español es diferente en función del lugar de residencia que un ciudadano tenga.

Esta es una realidad incuestionable y preocupante; una realidad a la que no se le esta dando respuesta y como consecuencia de ello, una realidad que deteriora la confianza de los profesionales y de la ciudadanía en el sistema público de salud.

Junto a la insuficiencia presupuestaria de la sanidad española, la desigualdad es uno de los problemas más relevantes de la sanidad española y se constituye en una amenaza seria para la sostenibilidad del sistema sanitario.

Lo más grave es la falta de respuesta. Un sistema de salud que ha llegado a ser de los mejores del mundo en base a su calidad y a su equidad, no puede sobrevivir sin una estrategia potente que tenga como finalidad la eliminación paulatina de las desigualdades en salud.

Ello requiere la articulación de estrategias de salud que apunten de manera adecuada tanto a los determinantes sociales y sanitarios del estado de salud de la población, como a la mejora de la calidad asistencial de los servicios y a la garantía de movilidad de los pacientes por todo el territorio de España.

Estas estrategias deben complementarse con fondos específicos para la cohesión y la igualdad en salud que deben ubicarse en el Ministerio de Sanidad y distribuirse en estas estrategias en función de las necesidades reales de cada territorio.

Es una prioridad fundamental ganar la batalla tanto a la desigualdad en salud como a las desigualdades territoriales en salud para asegurar, no solo el cumplimiento de un mandato constitucional, sino de una profunda aspiración de la sociedad española.

Los próximos meses, con el debate electoral de las elecciones generales, deberán aflorar fórmulas que permitan afrontar de manera eficaz acciones que acaben con esta situación.

Es mi deseo.

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