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Rubalcaba: Sucesor o mártir

  • Hombre fuerte Portavoz, ministro del Interior y número dos del Gobierno, concentra casi toda la responsabilidad de dar la vuelta a las encuestas

Alfredo Pérez Rubalcaba (Solares, Cantabria, 1951) fue el portavoz del último Gobierno de Felipe González. Ahora vuelve a la misma labor -la de la comunicación política- en unas condiciones casi tan difíciles como las de 1996, aunque con un objetivo doble: o no ser el último vocero de José Luis Rodríguez Zapatero o ser su sucesor en las elecciones del año 2012.

Las dos trayectorias son compatibles, y además persiguen el mismo fin: extender la sucesión de gobiernos socialistas más allá de las próximas generales. Para ello, el presidente del Gobierno le ha entregado casi todo el poder. Ahora consigue lo que ya quiso en 2004, pero ahí también va su riesgo. Será vicepresidente, portavoz y se mantendrá al frente de Interior justo en los momentos en que se adivina el fin de ETA, con todos los peligros que entraña la incierta desaparición de una banda terrorista que ha hecho de cada tregua en un balón de oxígeno.

Menos la última, claro. Rubalcaba se convirtió en ministro del Interior poco después de que ETA declarase la tregua en marzo de 2006. Cuentan -aunque esto nadie lo ha confirmado, pero tampoco desmentido- que a los jefes de los terroristas les hizo llegar la siguiente advertencia: si la banda rompía el proceso, como finalmente hizo con el atentado de Barajas, el número de detenidos se iba a contar en meses en un número de tres cifras. Y así fue. Después siguió: en la presente legislatura lleva 298 detenidos, 88 de ellos en el último año, y la banda, sin Francia como refugio logístico y abortada la posibilidad de Portugal, ha vuelto al mismo lugar que antes del 2006, a la tregua, pero sin ninguna credibilidad para imponer una negociación política como la que Batasuna lideró en aquel entonces. Siempre certero en la formulación de sus frases -después del 11-M dijo aquello de "este país se merece un Gobierno mejor"-, ahora le ha enseñado a la izquierda abertzale cuál es el camino: "O ETA deja las armas o ellos dejan a ETA".

La apertura de un proceso de paz no es ajeno al armazón político con el que Zapatero ha revestido a su ministro del Interior, ahora no sólo será el jefe de los policías, sino el interlocutor único. Rubalcaba forma parte de la vieja guardia socialista, fue ministro de Educación de Felipe González durante un año (de 1992 a 1993), pero al igual que sus luces, sus sombras también proceden del ámbito del antiterrorismo. Como último portavoz de González, tuvo que defender la actuación del Ejecutivo ante el proceso de los GAL, y fue también su especialización en los asuntos de ETA lo que le procuró el reenganche de la ejecutiva federal de Joaquín Almunia a la de Rodríguez Zapatero, a pesar de haber apoyado a José Bono en el congreso del año 2000. Un vasco muy conocedor del entramado nacionalista, Ramón Jáuregui, estará bastante cerca de él ahora en el Ministerio de la Presidencia. Un ministro casi compartido entre Zapatero y Rubalcaba, aunque con criterios muy marcados.

La Operación Rubalcaba estaba en marcha desde primavera. Nadie la había denominado así, pero circulaba como una posibilidad de peso en los corrillos de los socialistas mejor informados. Alfredo Pérez Rubalcaba y José Blanco habían llegado a un acuerdo en el reparto de papeles. El ministro del Interior, un "valor seguro" desde el punto de vista electoral y de la gobernación, debía colocarse como posible sucesor de Zapatero ante la probabilidad de que el presidente decidiera no presentarse a las elecciones, mientras que Blanco se ocuparía del partido como sustituto del mismo hombre en el caso de que tampoco repitiera como secretario general.

La operación sufrió un aparente traspiés después de las elecciones primarias de Madrid, toda vez que Rubalcaba y Blanco apoyaron a Trinidad Jiménez, la perdedora. Las dos últimas semanas ha sido un periodo de escarceos internos en el PSOE en los que la ministra de Defensa, Carmen Chacón, ha intentado posicionarse ante esa posible sucesión. Ayer fue la única que realizó declaraciones ante de confirmarse los nombramientos: aseguró que estaba muy contenta.

Por eso, las decisiones que José Luis Rodríguez Zapatero ha adoptado en las últimas horas no sólo suponen la reanudación de la Operación Rubalcaba, sino su visualización ante la opinión pública y su partido: el ministro del Interior se convierte en el referente del Ejecutivo y José Blanco consigue que Leire Pajín, hasta ahora secretaria de Organización del PSOE, deje la calle Ferraz para que un hombre de su confianza, Marcelino Iglesias, ocupe esa lugar.

José Luis Rodríguez Zapatero afirmó ayer que las "interpretaciones" sobre su cambio de Gobierno "son libres": tan libres que lo relatado anteriormente es lo que ya opinan los miembros del comité federal del PSOE que el próximo sábado se sentarán en la calle Ferraz para oír a su secretario general. El mensaje ya ha calado entre todos, lo que no significa que la Operación Rubalcaba haya concluido, toda vez que Zapatero aún no ha decidido si volverá a presentar su candidatura.

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