Sandra Ibarra. Presidenta de la fundación de solidaridad contra el cáncer

"Al cáncer hay que llamarle cáncer, de metáforas ninguna"

  • Con veinte le diagnosticaron el primer cáncer de leucemia. Lo superó; también el siguiente.

-¿Qué es la pasarela de la vida?

-A la que yo me subí en 1995 cuando me diagnosticaron la enfermedad y desfilé a beneficio de la Asociación Española contra el Cáncer con Remedios Cervantes y Juncal Rivero. Me puse la peluca, estaba con dieciseis pastillas diarias.

 

-¿Y a pesar de eso reconoce que sus mejores momentos los asocia con el cáncer?

-Es así. Lo cuento en mi libro Las cuentas de la felicidad. Lo único que ocurre es que nuestro cuerpo no está a la altura, pero somos mucho más felices de lo que creemos. Me podía haber hecho socia de un club de golf, pero estoy en un club de supervivientes.

 

-Una palabra repetida hasta la saciedad estos días con la tragedia aérea en Los Alpes. ¿Le tiene miedo a volar?

-Deberíamos tenerle más miedo al coche cualquier fin de semana. De la misma forma que se pueden evitar accidentes de tráfico con el cinturón de seguridad, con sillas apropiadas para los niños o siguiendo las normativas, hoy el cáncer se puede evitar con hábitos saludables. Dejando de fumar, sin ir más lejos.

 

-¿Por qué la gente que lo ha pasado mal es más positiva que personas sanas que se dedican a soliviantar al personal?

-La gente que vive con la adversidad suele ser más positiva. Tiene que luchar contra dos enfermedades, la física y la psicológica.

 

-¿Por qué nace en República Dominicana?

-Porque mi madre, una castellana de Medina del Campo, estaba estudiando en Madrid y se enamoró de un estudiante dominicano. Se fueron para allá. Yo nací en Santo Domingo en abril de 1974, en mayo de 1975 nació mi hermana Claudine. Mi madre vino embarazada de mi hermana Beatriz, que nació en España en 1976. Buscando el niño, nació César en 1977, el donante de las dos médulas que me salvaron la vida. Yo he nacido tres veces: el día que me parió mi madre y las dos veces que me salvó mi hermano.

 

-Nació en la tierra que más amó Colón...

-Vine del corazón del Caribe al corazón de Castilla, pero tiene su lógica. Si Colón no descubre América, mis padres no se habrían conocido. Yo vine a Medina del Campo, donde muere Isabel la Católica, que es la que pagó el viaje de Colón a la Española, nombre de la República Dominicana.

 

-¿Cuándo se da cuenta de que vive con un intruso?

-Al cáncer hay que llamarle cáncer. Metáforas con el cáncer, ninguna. Hay que llamarle por su nombre. Fue el 10 de marzo de 1995. Viernes.

 

-¿En qué momento de su vida?

-Tenía 20 años. Fui de Medina del Campo a Madrid para estudiar Publicidad y Relaciones Públicas. Me había presentado con mi book y el Libro rojo de la Publicidad de Luis Bassats que me regaló mi novio cuando cumplí 18 años.

 

-¿En qué pensó?

-¡En tantas cosas! Estaba en Galicia, en la tierra de mi padrastro, veías un atardecer en Santa Tecla y te preguntabas si volverías a verlo. Fueron Los Secretos a dar un concierto en la plaza mayor de Medina del Campo, me tuvieron que sentar porque estaba muy mal. Cuando dieron su concierto de treinta aniversario en Las Ventas, allí estaba yo viendo a Los Secretos. Y volví a ver un atardecer en Santa Tecla. 

 

-En veinte años de lucha contra el cáncer, ¿en qué Waterloos se venció?

-Han aumentado el número de supervivientes. En España somos millón y medio. En el cáncer de mama, el índice de supervivencia es del ochenta por ciento. En el de leucemia, más de setenta por ciento. Hay que estar siempre alerta con los efectos secundarios, con los problemas de riñón, de hígado; con medicamentos cuyos efectos son más letales que la quimioterapia o la enfermedad.

 

-¿Lo importante es la prevención y el diagnóstico precoz?

-Es fundamental, aunque en mi caso cuando lo diagnosticaron la médula estaba dañada en un 95%.

 

-¿Cuántos tipos de cáncer están catalogados?

-Hay 250 y con las variaciones llegan a cuatrocientos tipos diferentes.

 

-¿Cuál le tocó a usted?

-La leucemia linfoblástica. La misma que tuvo Josep Carreras. Para mí fue un referente, porque era la primera persona que se había curado antes que yo. Somos muy amigos. Dice que yo le adelanté, porque tengo dos y él sólo uno. Prologó mi libro Las cuentas de la felicidad y mandó un vídeo precioso a la presentación. La Fundación Sandra Ibarra le dio una ayuda a la Fundación Josep Carreras.

 

-¿Cuáles son los tipos de cáncer más frecuentes?

-En las mujeres, el de mama. En los hombres, el de próstata.

 

-¿Los niños son los más vulnerables?

-Es un tema muy duro, pero se ha avanzado muchísimo. Las plantas de oncología infantil están llenas de sonrisas, dibujos, colores. Tienen sus profesores. Se han hecho muchos progresos en los goteros y por ley se ha aprobado la baja laboral para padres y madres que tengan hijos con cáncer. Antes se encontraban con el doble latigazo del hijo con cáncer y que les despidieran del trabajo.

 

-¿Qué aficiones tiene?

-La primera, vivir la vida con mayúsculas. Soy bastante sencilla. Disfruto comiendo unos huevos fritos con patatas con mi chico, pasear con mis perros. Me encanta el mar, me encanta bailar y me gusta la música, una terapia maravillosa. Soy muy facilona.

 

-¿Ha vuelto a Santo Domingo?

-Sí. Pronto voy a ir allí. A veces me pregunto por qué me gusta tanto bailar merengue y ver el mar. Lo debo llevar en los genes, porque yo me he criado oyendo jotas.

 

-Eso le gustará oírlo a Juan Luis Guerra...

-Lo conozco.

-¿Visa para un sueño?

-Y le he puesto nombre a ese sueño: sueño con el día en que podamos escuchar las palabras mágicas: el cáncer se puede curar.

 

-¿Qué se puede hacer desde una fundación como la suya?

-Hay que profesionalizar las ONG. Creo en el micromecenazgo y en la posibilidad de contar con mil socios a diez euros. Muchos pocos hacen muchísimo.

 

-¿Una enseñanza?

-Saber que hay vida dentro del cáncer, curiosamente es cuando más vida hay.

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